Desde que tomo el guayabo me persigue.
Con cada año que pasa, se apodera de mí con más voracidad y sin ningún tipo de piedad. Guaro, ron, tequila o vino: todos me hacen sentir como un culo luego de haberla pasado bueno la noche anterior. Y por más que me tome un Gatorade, un caldo o un dolex, sigue ahí.
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Pero hace un tiempo, por recomendación de mis amistades burras (y siguiendo los consejos del escritor y chef Anthony Bourdain), me fumé un porro después de una noche ahogada en Néctar rojo. ¡Jueputa! Qué alivio: el existencialismo y el malestar postfarra desaparecieron. Fue tan efectivo que ahora, cada vez que estoy llevado del dolor de cabeza, no dudo en echarme par plones para resucitar de las tinieblas.
Eso sí: con cada plon que inhalo y dejo ir, no paro de preguntarme qué tan dañina es esa mezcla “sanadora”. Con esa duda en mente, hablé con unos toxicólogos para que me contaran los efectos del THC, el componente psicoactivo de la bareta, en un cuerpo acongojado por el trago.
“Lo cierto es que la marihuana tiene efectos calmantes, pero a la vez aumenta la frecuencia cardiaca que se presenta con el guayabo”, explica Ubier Gómez, toxicólogo del Hospital San Vicente Fundación de Medellín y profesor de Farmacología y Toxicología de la Universidad de Antioquia.
Según me explica Gómez, el guayabo “genera un desequilibrio hidrólico en el organismo quitándole potasio, calcio y magnesio”. Esto genera los característicos calambres y dolores musculares que lo tienen a uno jodido mientras desayuna con la familia. Entonces el gran problema es que si a todo este desequilibrio le sumamos un psicoactivo que acelera el trabajo cardiaco, el corazón va a sufrir aún más.
“Hay cuatro veces más probabilidad de infartarse en la primera hora después de haber fumado marihuana. Ahora súmale el hecho de que estás enguayabado”, asegura Ubier Gómez.
Como sabemos, el chorro es procesado a través del hígado y la marihuana tiene ciertos compuestos que inhiben ese proceso. “En este caso se le da una carga mayor al cuerpo, lo cual hace que se disminuya el metabolismo y se aumente el efecto de la marihuana”, explica Jonathan Tapias, químico farmacéutico de la Universidad Nacional y Coordinador del Servicio de Análisis de Sustancias de Échele cabeza cuando se dé en la cabeza.
Es ahí cuando “se aumenta la posibilidad de que se dé un malviaje —mareo, escalofríos, paranoia, ansiedad— ya que se puede estar generando una sobredosis de sustancias que el organismo no puede metabolizar como lo haría normalmente”, explica Tapias.
Además, luego de tomar como si no hubiera un mañana, la forma más inmediata de eliminar el alcohol es por medio del vómito. Pero, como afirma Tapias, “la marihuana tiene efectos antieméticos, es decir, bloquea el vómito. Entonces al consumir estas dos sustancias al tiempo, el cuerpo puede quedar saturado”.
Si eso llega a pasar, el estómago va a ser el encargado de absorber todas las toxinas del chorro haciendo que se vuelva aún más mierda ese órgano.
La sensación de mejoría sí se da, pero eso no significa que el guayabo deje de existir gracias a los plones. Al igual que los anteriores toxicólogos, Jairo Téllez —médico especializado en drogas— desmiente el mito de que la bareta cura la lujuria: “los efectos de la marihuana predominan sobre el alcohol porque es un descarga fuerte de THC que al principio le gana al guayabo. Pero cuando el porro se va de tu cabeza, el guayabo vuelve igual o más fuerte que antes”.
Mientras el pobre cuerpo está intentando metabolizar el licor, la bareta se va colando en el organismo para hacer de las suyas. “Imaginen que es un fila de turnos donde primero va el alcohol y después llega la marihuana. El cuerpo intenta procesar lo que está de primeras y mientras tanto los efectos del segundo se potencian hasta que sea asimilado por el cuerpo”, dice Jonathan Tapias.
Sí: la traba postfarra es más fuerte.
Como pueden ver, el gran afectado de esta combinación es el corazón. Aunque muchas veces uno no lo siente, se puede producir taquicardia o arritmias severas cuando a uno le da por sacar un clavo con otro clavo.
“Cuando se fuma después de haber tomado es más probable que se dé el síndrome del ‘Holiday Heart’ (Corazón del día de fiesta): una condición que ha causado muchas muertes súbitas en pacientes que hacen conductas tan simples como bañarse con agua fría”, concluye Gómez.
Qué lástima: ojalá no fuera dañina esta combinación, pero casi todo lo bueno en esta vida es malo para la salud. Aun así, cada quien trata la malparidez existencial del guayabo como quiera: unos con caldito, otros con Pedialyte, otros con más chorro, otros viendo Netflix y otros armándose un porro.
Lo que importa es que sepan que la marihuana solo apaga la alarma de la mañana siguiente, pero definitivamente no apaga el incendio.