En los últimos años han habido muchas iniciativas para hacer la pornografía más accesible para las mujeres. Se crearon páginas como Dorcelle por la misma razón que PornHub tiene una categoría llamada “Para mujeres”. Al parecer, el porno para chicas fue creado en torno a la noción de que las mujeres son más exigentes que los hombres en cuanto a la calidad del material. ¿Será cierto?
Para entender mejor cómo consumen pornografía las mujeres en la actualidad, le pedimos a ocho de nuestras colaboradoras que nos platicaran de su relación con la industria porno.
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La primera vez que vi pornografía fue justo después de mi primera experiencia sexual, la cual, por cierto, fue horrible. Tenía 15 años de edad y me daba mucho miedo no poder complacer a un chico. Por eso decidí aprender uno que otro truco de un DVD claramente feminista llamado Todo lo que necesitas saber para satisfacer a un hombre. La experiencia, en lugar de ser excitante, fue traumática y mi joven mente relacionó el deseo masculino con manicures exagerados y estampados de piel de leopardo.
Me tomó años tener el valor para ver otra película porno. Cuando decidí regresar al juego del entretenimiento para adultos, la experiencia funcionó y fue muy placentera. Desde entonces veo porno una vez a la semana. Casi siempre veo porno ruidoso “para hombres”. También me encantan los videos de Sasha Grey. Las películas para mujeres no me prenden. Son tontas y casi tan emocionantes como la novela Orgullo y prejuicio. –––MICHELLE CAMARGO
Veo porno de vez en cuando. Sólo cuando no he tenido sexo en un rato, en especial cuando estoy muy presionada en el trabajo. Es una forma fácil de relajarse. Es mejor que correr.
Odio las películas donde salen hombres asquerosos y chicas súper pequeñas que fingen mucho. Las películas que veo tienen buena producción. Las que más me gustan son las de lesbianas y donde hay perversiones. A veces veo esa clase de porno HD que parece muy romántico y de niñas pero que en realidad está muy bien hecho. Me encantan las actrices hermosas que no son vulgares y los chicos con rostros lindos. Aunque no me gusta cuando son demasiado flacos.
Siempre que termino de verlo me siento un poco sucia, en especial si veo muchos videos seguidos. Es la misma sensación de cuando ceno en McDonald’s. –––DOROTHÉE FABBRI
Veía mucho porno cuando era adolescente pero no sé por qué. Lo recuerdo a la perfección: Ron Jeremy, cientos de vaginas depiladas y nada de trama.
Con el tiempo me volví más exigente con los videos. Hubo una época en la que hasta los veía en el trabajo. Tengo el trabajo más aburrido del mundo: soy asistente de una mujer que acaba de volver a lanzar una marca de perfumes para viejitas ricachonas. Siempre está de viaje pero yo tengo que estar en la oficina por si “surge alguna urgencia”. Ver porno es una buena forma de perder el tiempo. Lo que más me excitaba era que en cualquier momento me podía descubrir alguno de los contadores. He tenido muchos orgasmos en esa oficina. De hecho, algunos han durado más que los orgasmos que he tenido con mis parejas.
Cuando estaba embarazada, mis hormonas se volvieron locas y necesitaba tener sexo como cinco veces al día. Como mi novio tenía que ir a trabajar, me la pasaba viendo páginas porno. Mi obsesión con mi clítoris hizo que buscara cosas cada vez más variadas. He visto de todo: penes grandes, tetas grandes, viejos cogiéndose chicas jóvenes, MILFs cogiéndose cualquier cosa, lesbianas, etcétera.
Nunca me ha gustado el porno para chicas. Si quiero ver algo, busco las clase de cosas que le gustan a los hombres. El porno para mujeres no es más que otro invento para vender y en realidad es un concepto ligeramente antifeminista. Odio a las mujeres como Erika Lust. –––DOMINIQUE LOUDIÈRES
La primera vez que vi porno fue cuando estaba en tercer año de preparatoria. No pude formarme una opinión porque mi mejor amiga se la pasó riendo a mi lado toda la película. Como mis primeras emociones sexuales fueron al ver tipos como Leonardo DiCaprio y Michael Vartan, los actores de estas películas no me atraían en lo absoluto. El protagonista parecía que acababa de salir de la cárcel y gruñía como cerdo todo el tiempo. Me daba miedo que mis padres escucharan hasta su cuarto, entonces cambiaba a cada rato de canal.
Empecé a ver porno con más frecuencia cuando tuve mis primeras experiencias sexuales. Hubo un momento en el que creí que mi idea del sexo se estaba distorsionando demasiado y por eso decidí dejar de verlo un rato. Hace poco me reconcilié con el género pero trato de limitarme a ver dos o tres películas al mes.
No soy muy fan del porno “para mujeres”. Me gusta mas el porno heterosexual con actrices bonitas y chicos lindos. Eso y los videos de lesbianas. –––TAMARA VARENNES
Podría decirse que soy virgen en el porno porque nunca me ha gustado mucho. Mi prima y yo vimos Goodbye Emmanuelle cuando teníamos más o menos diez años de edad. Fue muy emocionante, creo. Nos daba mucha pena pero no podíamos dejar de verlo. Y obvio nunca aceptamos que nos había excitado.
He visto porno “real” muy pocas veces. Casi siempre lo veo con mis amigas. No sé por qué, pero la única pornografía que me prende es la de lesbianas. Es raro porque soy heterosexual. Es probable que haya una explicación científica para esto, pero aún no sé cuál es. –––JULIETTE ASSELIN
La primera película porno que vi fue cuando tenía nueve años de edad. En esa época, me la vivía en el bosque construyendo cabañas con mis amigos —que por cierto, eran puros niños—. En realidad todo era muy inocente. Pero esa inocencia no duró mucho.
Un día, en vez de ir al bosque a andar en bici, decidimos quedarnos a ver televisión. Nos sentamos juntos y nos cubrimos con una sábana vieja. Luego me di cuenta de que mis amigos usaban esa sábana para esconderse porque se estaban masturbando. Al final, la sábana terminó toda pegajosa. Me sentía tan avergonzada que me empecé a reír.
Me emocionaba la idea de masturbarme viendo porno pero prefería hacerlo sola y con películas que tuvieran tramas más elaboradas. Cuando tenía entre 10 y 15 años de edad, era una experta en la masturbación. Me pasaba horas viendo todas las categorías de videos que existían: desde videos clásicos de misionero hasta grupos de orgías masivas. Y todo lo demás.
Ya no me gusta mucho pero es muy útil durante los periodos de falta de sexo. Aunque en la era de Tinder, ¿para qué masturbarse si a una cuadra hay alguien que está dispuesto a hacerlo por ti?–––GIUSEPPINA CHEVIGNY
Las películas eróticas no me atraen, pero el porno sí. Me encanta poder escoger lo que quiera para satisfacer mi voyerismo. Duré seis años con mi ex y nunca pude ver esa clase de películas con él. En mi opinión, es una experiencia muy íntima. Además, no me gusta el porno heterosexual.
Cuando tenía 17 años me metía a YouPorn a buscar las cosas más asquerosas que pudiera encontrar, pero ya me calmé un poco y ahora me gusta más el porno de lesbianas. Me gusta porque es más sensual y el sexo no es tan salvaje. Siendo honesta, casi no veo porno. Si acaso, lo veo unas cinco o seis veces al mes.–––SYLVIE HECQUET