La gira por México que le salvó la vida al Barcelona

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El Barça y México

La gira por México que le salvó la vida al Barcelona

En 2017 se cumplen 80 años de la gira del Barcelona por México de 1937, un viaje que le salvó la vida al equipo en plena Guerra Civil española tras el fusilamiento del presidente del club

El viaje no estaba en los planes de Martí Ventolrá y menos, vivir en México. La Guerra Civil en España obligó al Barcelona a dejar su cancha, primero para jugar amistosos con equipos europeos y luego, hacia América. México y Estados Unidos fueron los destinos en 1937, a cambio de 15 mil dólares que los ayudarían a solventar las deudas producto de la crisis económica que, más allá del futbol, golpeó al país.

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La Guerra Civil había estallado en España por una lucha entre las ideologías de izquierda y derecha en el país. Un intento de golpe de estado por parte del ejército y facciones de derecha para derrocar al gobierno de izquierda, desencadenó la guerra. La ciudad de Barcelona se convirtió en un bastion de la izquierda republicana y de quienes buscaban proteger la democracia; su club de futbol se volvió un símbolo de pertenencia catalán. "Deporte y ciudadanía", era uno de los lemas que acuñó el presidente del club, Josep Sunyol, quien además era simpatizante de la causa republicana.

Sunyol fue capturado y asesinado en agosto de 1936 en un punto de revisión del ejército y su cuerpo nunca fue recuperado. La Guerra Civil y el asesinato de su presidente -que luego sería acusado de "marxista y separatista" por el franquismo-, generaron una crisis que estuvo a punto de costarle la vida también al club. La crisis política, la escasez de recursos, todo se juntó.

La oferta para viajar a México era generosa, pues además el gobierno de Lázaro Cárdenas era uno de los pocos en el mundo que había reconocido la lucha del gobierno republicano de España y calificaba de ilegal la sublevación orquestada por Francisco Franco. Cuando la facción franquista se hizo del poder al ganar la guerra, el gobierno de Lázaro Cárdenas acogería en México a miles de refugiados republicanos.

El Barcelona llegó a México en junio de 1937. Originalmente, la gira estaba programada para siete partidos, pero se le fueron sumando juegos hasta totalizer 14. Ya libres de deudas, las ganancias del Barcelona fueron de 12,900 dólares, que se depositaron en un banco francés para evitar que fueran confiscados. La gira a México le había salvado la vida al Barcelona.

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Martí Ventolrá era parte de esa plantilla, su velocidad y habilidad para además de servir balones desde el extremo derecho, marcar goles, lo hicieron indispensable. Se inició en el futbol cuando apenas tenía 14 años. Fue parte del Espanyol, del Sevilla y después se enfundó en la camiseta blaugrana. Ese destino lo llevó a encontrarse con el amor en territorio extranjero. En aquella gira obligada, mientras la guerra se desarrollaba a miles de kilómetros, Martí conoció a Josefina Rangel Cárdenas, sobrina del entonces presidente Lázaro Cárdenas, en una ceremonia de bienvenida y se enamoró.

El amor en México y la crisis en España le dieron a Ventolrá el pretexto perfecto. El régimen de Franco había calificado a la gira como una expedición de carácter político y todos sus jugadores fueron suspendidos por lo menos dos años al término de la guerra. Con el presidente Sunyol asesinado, fue el secretario del club Rossend Calvet quien se encargó de la operación del club y les ofreció a los jugadores cuatro opciones al final de la gira.

La primera opción era regresar a Barcelona y quedarse en la zona que seguía siendo de control republicano. La segunda era ser enviados al exilio a Francia. La tercera era viajar a Madrid e internarse en zona de control franquista. La última era quedarse en México en el exilio. Nueve de ellos decidieron quedarse en México.

Uno de los que decidieron quedarse en México, fue Martí Ventolrá. Su hijo cuenta, en entrevista para Marca, que lo convencieron en Veracruz, cuando el barco estaba a punto de zarpar. El responsable fue uno de los propietarios del Club España, aunque no tuvo que insistir demasiado: "¡Si me bajáis las maletas, me quedo!". Ventolrá se quedó por amor y por rechazo al franquismo que se establecería con el fin del conflicto en 1939, así lo relata uno de los cuatro hijos que tuvo con Josefina.

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El barco se fue sin nueve de los futbolistas con los que llegó porque decidieron establecerse en México, las experiencias de algunos los llevarían de regreso más tarde. Y de los 20 expedicionarios, solo nueve volverían a España. Ninguno de ellos se internó en zona franquista, pero al final, Barcelona cayó en manos del franquismo a comienzos de 1939 y muchos tuvieron que exiliarse en Francia.

El Caballero de las Canchas, como le llamaron a Ventolrá por su talento y clase, no tuvo problema para encajar en el Club España y quedarse durante dos años. El color de la camiseta que llevó durante su mejor época lo llamó cuando el Atlante solicitó sus servicios, entonces volvió a envolverse en el azul y grana, esta vez del equipo mexicano, para vestirlos de 1939 a 1950; cuando ya tenía la nacionalidad y en su familia, al motivo suficiente para vivir aquí. Tanto quiso quedarse que una vez en el retiro, cuando volvió a Barcelona para despedir a su padre en 1955, el club español falló en amarrarlo al banquillo en tiempos de problemas deportivos.

Martí Ventolrá dejó las canchas a los 44 años, cambió el uniforme de futbol por la formalidad de un puesto burocrático en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes sin despegarse del deporte que trazó otro destino para su vida durante la Guerra Civil. Fue técnico en Puebla y Santos por breves períodos, a la par del desarrollo de sus hijos en el futbol: José, Martín y Jorge. El más exitoso de ellos fue Pepe Vantolrá, quien al igual que Martín, jugó para el Toluca y fue parte de la Selección Mexicana en el Mundial de 1970, así como lo hizo su padre con los colores de la bandera española en el Mundial del 34.

Una caída de las escaleras le provocó severas fracturas que le destrozaron las piernas a los 70 años, su hijo dice que tras esa frustración, perdió los deseos de vivir y falleció en el país que lo adoptó con cariño. En México y en España lo recuerdan por su calidad técnica, además de su elegancia para disputar cada balón.

En México, Martí Ventolrá encontró el amor; y en México, el Barcelona encontró su supervivencia. ambos tienen mucho que agradecerle al presidente Lázaro Cárdenas.