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Cultură

Barrio Unido: un proyecto que busca resolver los problemas entre ciclistas, peatones y automovilistas

“No se vale echarle la culpa al patín o al coche, es culpa del humano”.
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Amenazada por el robachicos, en peligro de posibles inundaciones y abandonada por las buenas familias: en el mundo antiguo que José Emilio Pacheco describe en las primeras páginas de Las batallas en el desierto, así es la colonia Roma. Un “pueblo aparte” separado de la Doctores.

Eran los años cincuenta. México vivía la presidencia de Miguel Alemán Valdés en la incertidumbre de la modernización. Y a través de Carlos, un niño de once años, Pacheco describe a “Romita” como una colonia en decadencia moral y económica que al igual que el resto de mundo intentaba renacer en tiempos de posguerra.

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No es spoiler que para el final de la historia, la Roma ya no tendrá ese ambiente de declive que se percibe en el libro.

Restaurantes y bares, transportes en ecobici, galerías de arte, calles con nombres de ciudades europeas. Hoy la colonia es uno de los lugares más importantes de la Ciudad de México. Sin embargo, a la luz del privilegio también le reportan problemas en movilidad, seguridad y diseño del espacio público, además de delitos como el cobro de piso y asaltos a comercios.

Ante estos problemas, un grupo de seis restauranteros de la delegación Cuauhtémoc se agrupó hace un par de años para tomar medidas. La coordinación comenzó en un chat de WhatsApp que cobró mayor acción tras el sismo del 19 de septiembre de 2017 (19/S), donde la Roma fue una de las zonas más afectadas de la ciudad. Actualmente, el grupo tiene más de 150 personas y alrededor de 40 afiliados en una asociación civil que han decidido llamar Barrio Unido.

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“Inició aquí (en la Roma) porque hubo un momento donde todo estaba fuera de control. Ya no puedes abrir un negocio y ser un emprendedor de bajo impacto porque te asaltan, te piden cuota o derecho de piso. Por eso creemos como asociación que nuestra labor hará que podamos trabajar en alianza con el gobierno y también poner una barrera para decir ‘aquí no van a pasar’ (los grupos delictivos)”, dice Coral De la Vega, sentada frente a su compañero Elias Cattan, ambos pertenecientes a Barrio Unido.

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Coral es una actriz que se integró a la organización después del 19/S, cuando vivir este sismo la hizo reflexionar sobre la importancia de la participación colectiva. Mientras que Elias formalizó su entrada en agosto del 2018, sin embargo, lleva años en acción. Cuando le pregunto en qué momento notó la gravedad de las problemáticas de movilidad responde: “estudié urbanismo, desgraciadamente desde hace mucho”.

De acuerdo con información de Barrio Unido, en México 32 personas mueren diariamente por accidentes vehiculares. Por lo tanto, señalan como uno de sus principales objetivos diseñar una capital que conjunte la naturaleza y el urbanismo. En resumen, aprender a convivir en una ciudad donde habitan más de 20 millones de personas.

“La idea no es que solamente se quede en los restauranteros, sino que, toda la sociedad civil e iniciativa privada se involucren para hacer mejoras de barrio que puedan replicarse en otras zonas de la ciudad. Buscamos ser punta de lanza en cuestiones sustentables, de iluminación, seguridad y regeneración del tejido social”, comenta Coral.

Sus proyectos tácticos son en movilidad como la creación de 52 kilómetros de ciclorutas óptimas y seguras; en consumo, mediante la creación de comedores gratuitos para quien lo necesite, prácticas de comercio justo, promoción de la compra local; en espacio público, como instalación de infraestructura verde; y en agua a través de captación pluvial y potabilización.

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Las actividades más recientes que Elias y Coral señalan como un éxito de Barrio Unido son las cenas y eventos conmemorativos del 19/S. Que a pesar de algunos percances como la lluvia que cayó durante la última reunión, atraen personas y generan sentido de colectividad, lo que ha permitido el crecimiento de la organización. Por otro lado, enfrentan obstáculos relacionados con el sustento económico que obtienen a través de aliados.

Sobre el apoyo de gobierno, hace semanas que la asociación tuvo una junta con Néstor Núñez, alcalde de la delegación Cuauhtémoc, pero les informaron que el presupuesto no tiene como prioridad la zona de la Roma. Elías y Coral aclaran no tener problema con esto. La postura de Barrio Unido es realizar todo el trabajo posible desde sus espacios sin ningún tipo de dependencia institucional.

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“Es un camino cuesta arriba. Estamos aprendiendo a compartir una capital entre tantas personas y yo creo que vale accionar rápido. Mira cómo hemos llegado al punto de pelear el derecho a transitar seguramente por nuestra ciudad”, dice Elias.

En otras alcaldías aledañas los problemas de desarrollo social se registran con índices altos como Milpa Alta, Xochimilco y Tláhuac, de acuerdo con el gobierno capitalino en “La política social en la ciudad de México: avances y retos”.

Ante este panorama de desigualdad entre las delegaciones, Barrio Unido es planeado como un modelo que pueda ser llevado a otros espacios en un futuro.

“Aquí somos altamente privilegiados. Sabemos que en otras colonias está peor. No hay ciclorutas, ecobicis y la seguridad es diferente”, comenta Elias, “por eso mucho de lo que estamos articulando es un esquema que sea uno por uno. El dinero que recaudemos queremos convertirlo en el doble y llevarlo a otras zonas. Cambiemos regulación por diseño. Invitemos a la gente a dibujar la ciudad, entendamos profundamente que tenemos la capacidad de aprender a usar y disfrutar la ciudad de manera colectiva”.

La Ciudad de México se ha convertido en una guerra entre peatones, automóviles y ciclistas peleando por ocupar los espacios del otro. Este es el escenario de la realidad en el que Barrio Unido se enfoca y desea mejorar. No mediante un sistema de cobro de multas por cada infracción como ocurre en Estados Unidos, sino mediante una nueva cultura de ser y ocupar la ciudad. “No se vale echarle la culpa al patín o al coche, es culpa del humano, generemos capacidades como seres humanos”, concluye Elias.