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Viajes

Las nuevas y perturbadoras fotos de Roger Ballen

El famoso fotógrafo publica su primera serie de imágenes en color, tan aterradoras como siempre, creando pesadillas instantáneas.

Roger Ballen se hizo popular por sus inquietantes imágenes de paisajes urbanos abandonados y las personas marginadas que los habitan. A lo largo de 60 años, dedicados a tomar fotografías en los tiempo muertos que encontraba entre las clases y su trabajo como geólogo, Ballen ha creado un territorio visual inconfundible. Su peculiar estilo, difícil de definir y que él denomina “ballenesco”, fue la base estética del videoclip I Fink You Freeky, de la banda de zef pop Die Atwoord.

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La última mutación de la inquietante obra psicológica de este artista es una serie de 150 Polaroids expuestas en la Reflex Gallery de Ámsterdam. La colección se desmarca del resto de su consagrada obra, generalmente de gran formato, muy estudiada y en blanco y negro, por su espontaneidad, su diminuto formato y, sobre todo, por la presencia del color.

Estas Polaroids, las primeras que hace Ballen desde la década de 1970, difieren de su obra más reciente pero, al mismo tiempo, contrastan marcadamente con las legendarias Polaroids de aquella época realizadas por iconos como Andy Warhol y Keith Haring. Mientras estos se servían de ellas para ofrecer un retrato íntimo de sus amigos, a lo largo del tiempo Ballen ha ido restando presencia a las personas en sus imágenes hasta hacerlas desaparecer por completo. Ahora centra su objetivo principalmente en escenas decadentes dispuestas de forma meticulosa, pinturas y alimañas. Y en las raras ocasiones en las que aparecen cuerpos humanos, lo hacen con la cara o la cabeza tapada con grotescas máscaras. Ballen lleva décadas explorando naves industriales, almacenes y hogares de Johannesburgo, en busca del lugar perfecto para materializar sus visiones de pesadilla.

El artista asegura que sus oscuras fotografías no “contienen un mensaje ni proyectan ningún estado emocional”, sino que son un vínculo directo con su subconsciente. “Todas mis fotos tienen un componente profundamente psicológico, pero intento no empezar con una palabra y definirlo visualmente”, me explica al teléfono. “Las fotos deberían tener un significado psicológico y visual complejo que no fuera fácil de explicar. Si una foto es fácil de explicar con palabras, seguramente es una mala foto”.

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Esa complejidad por lo general es el resultado de una cuidada planificación, aunque Ballen señala que las instantáneas que ha estado creando con la cámara Instax de Fujifilm y la ya difunta cámara de Impossible Project

son distintas. “Son más espontáneas”, añade, “menos meditadas, más inmediatas. No es capa sobre capa. Es casi como hacer fotos con un teléfono móvil: fácil, pero no puedes prever cuál va a ser el resultado”.

Un ejemplo: la foto de abajo, en la que aparece un maniquí con una máscara de gallo, sentado frente a la pintura de un gallo, mientras una rata observa la escena. Un amigo le dio la máscara y no sabía qué hacer con ella hasta que descubrió el cuadro en un viaje a Ciudad del Cabo. Llevó ambos objetos a una de sus peculiares localizaciones y los dispuso tal como se ve en la imagen. La composición no era perfecta hasta que un ayudante colocó una rata en el amasijo de alambres. Tratándose de una Polaroid, Ballen tenía un control limitado a la hora de retratar la escena. Pese al enorme trabajo de planificación, la imagen parece haber sido fruto de una coincidencia extremadamente improbable.

Durante el último año y medio, Ballen ha incorporado de forma obsesiva la fotografía instantánea a su obra. “A través de mi obra, si es que tengo una, he estado explorando el concepto de lo que es real y lo que no lo es”, explica. “Esa frontera entre realidad y fantasía, subconsciente y consciente, concreción e ilusión, impregna todas estas Polaroids”.

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