FYI.

This story is over 5 years old.

Sexo

Pasé cuatro horas tratando de alcanzar un orgasmo de cuerpo entero

Mi búsqueda del clímax trascendental del que hablan las mujeres y algún que otro hombre.
Juan Moyano / Stocksy

Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.

Últimamente, cuando mis amigas y parejas describen sus orgasmos, me resulta bastante difícil sentirme identificado. Por lo regular, hablan de experiencias de cuerpo entero, con una sensación de hormigueo en las extremidades que puede perdurar hasta por 30 minutos. No sólo mis orgasmos son mucho más localizados y fugaces, sino que también parecen estar disminuyendo en intensidad con el paso de la semana. No me malinterpretes, siguen siendo mejores que un golpe en el ojo con una vara afilada. Simplemente cada vez tienen menos en común con el clímax extraordinario del que hablan mis amigas y mi amante ocasional. (Invariablemente, mi amante ocasional es un asistente serial al festival Burning Man).

Publicidad

Los orgasmos de baja intensidad alguna vez me hicieron pensar que podría ser un candidato idóneo para la terapia de testosterona: es uno de una larga lista de síntomas asociados con niveles bajos del andrógeno. Sin embargo, cuando midieron mi nivel de "T", resultó que en realidad era tan alto como puede serlo en un chico de mi edad.

Este hallazgo significaba que tendría que buscar algo más que una prescripción médica para darle un impulso a mis orgasmos. En mi búsqueda, me encontré con una practicante de tantra en Manhattan que ofrece algo llamado "orgasmo de cuerpo entero". En el sitio web de Michiko descubrí que ella emplea varios métodos, como la respiración, los estiramientos, los sondeos, las visualizaciones y el masaje, para ayudar a los clientes en distintas maneras a lograr "orgasmos más fuertes y completos". Una de estas sesiones, informa el sitio web, fue de tres horas de duración.

Veinticinco años de experiencia y 1000 clientes orgásmicos eran referencias atractivas, pero al ser algo así como un materialista escéptico acerca de todo lo relacionado con el placer y la espiritualidad, ya estaba predispuesto para llevar mi línea de investigación en otra dirección. Sin embargo, vi el video musical de "Ma*Star*bation". Protagonizado por una beatífica Michiko con un keytar, la canción y el video eran tan deliciosamente tontos, tan maravillosamente disparatados, tan opuestos al ambiente que esperaba de una maestra de tantra que inmediatamente concerté una cita a pesar de mí mismo. Puedes ver el video aquí. De nada.

Publicidad

Llegué a una cuadra particularmente sórdida en el centro de Manhattan y toqué el timbre marcado con el nombre de "Michiko". Minutos después, apareció en la puerta con una gran sonrisa, me dio un brusco abrazo y me guió por una escalera algo mugrienta y deprimente. Por sugerencia suya, utilicé el baño común en el pasillo que "Kiki" me advirtió que "no estaba muy limpio". Salí del baño adecuadamente descrito y la seguí a una habitación de sólo 1.5 por 2 metros, en la que había una mesa de masaje y mucho humo que emanaba de una vara de incienso.

Kiki me invitó a sentarme frente a ella, y sentada con las piernas cruzadas en el pequeño espacio que quedaba desocupado, me preguntó sobre los problema que estaba experimentando. Le dije que estaba buscando recuperar la intensidad orgásmica y me contestó que ella podía ayudarme. Me dijo que trabaja con personas uno-a-uno y con parejas. Antes de que pudiera preguntarle cómo caben más de dos pequeñas personas en esa diminuta caja, me pidió que me desvistiera y sólo conservara mi ropa interior, entonces empezó la relajación guiada.

La propia Kiki se desvistió quedándose en un bikini que, al igual que su pelo y vestido, era de un azul vibrante que hacía que nuestro entorno pareciera aún más insulso. Hablaba tan suavemente que me costaba trabajo escuchar sus instrucciones de "relajar los hombros" y "hacer un espacio entre las costillas" por encima del sonido de la música ambiental, su tazón tibetano y los dos borrachos escandalosos que estaban abajo en la calle.

Publicidad

Me guió a través de una serie de estiramientos de piernas y técnicas de respiración cada vez más desafiantes y luego a través de un procedimiento en el que me pidió apretar una serie de cuatro bloqueos de energía en todo mi cuerpo para completar un tipo de circuito de energía. Estaba, por ejemplo, mi "bloqueo raíz", compuesto por el ano, los órganos sexuales y el ombligo, también estaba mi bloqueo de diafragma, cuello y lengua. Después de varias rondas para acabar con esos bloqueos, pasamos al siguiente ejercicio de calentamiento.

Kundalini es descrita por el estadounidense estudioso de las religiones comparadas Joseph Campbell como una energía femenina latente que yace enrollada en la base de la columna vertebral (ve: Kundalini yoga ). Kiki me guió hacia una posición que dijo que haría que la mía se "elevara". Ya antes había oído hablar del kundalini yoga. Con los brazos a los lados y mi cabeza y piernas levantadas a quince centímetros del suelo, me describió algunas visualizaciones que dijo que me ayudarían más adelante. Otro ejercicio implicó mirarnos mutuamente a los ojos, una experiencia intensa con cualquiera, y más aún con una extraña bruja en bikini. El ejercicio culminó con cada uno de nosotros colocando nuestras palmas sobre el corazón del otro y turnándonos para "lanzarnos energía" el uno al otro.

Es difícil saber qué hacer con una instrucción como "dispara tu energía con tu mano hacia mi pecho", pero debí haberlo hecho bien porque cada vez que lo hacía, Kiki se convulsionaba, sus ojos se iban hacia atrás y su sonrisa se ensanchaba. Es el mismo tipo de reacción que recuerdo experimentar cuando mis orgasmos tenían toda su potencia. Quiero esa sensación de regreso.

Publicidad

"Ahora tu recibe mi energía", dijo.

Después de más de una hora de ejercicios preparatorios bastante intensos, tenía la esperanza e incluso la expectativa de sentir una ráfaga de energía en mi pecho cuando ella lanzara su energía. Lamentablemente no fue así, y no pensé que ganara nada fingiendo lo contrario. Después de aproximadamente cinco rondas de posible e inconscientemente lanzar y recibir energía, pude ver que, al igual que con mi aventura del lavado de colon, de alguna manera estaba haciendo todo mal.

"Intenta imitar lo que hago", dijo Kiki, y se estremeció cuando le arroje algo de magia a su esternón a quemarropa. Sabía que "fingir hasta que sea real" era una estrategia efectiva para el éxito en numerosas áreas, pero no había imaginado que el sexo tántrico también fuera una de ellas. Hice mi mejor esfuerzo para imitar sus temblores extáticos con lo mejor de mis escasas habilidades. Poco después, Kiki me pidió que me subiera a la mesa de masaje.

Lo que siguió fue un largo y pesado masaje con ligeros y pequeños movimientos acompañados por ruidos notables que Kiki hizo con la boca. Una energía sexual se manifestó brevemente durante la hora que estuve boca abajo, pero cuando me puse boca arriba, ya había desaparecido.

Una vez que me encontré mirando al techo, Kiki masajeó y luego besó mis pies, tobillos, piel y muslos por algún tiempo. Mientras me besaba, colocó los dedos de su mano derecha sobre mi chakra raíz, un área que corresponde aproximadamente al perineo, y los dedos de su mano izquierda sobre mi chakra sacro, que estaba alineado con la pretina de mi ropa interior.

Publicidad

Con una obstinada determinación, Kiki hizo vibrar sus dedos en estos dos puntos durante un tiempo considerable. Me dio la sensación de que esperaba que tuviera una reacción que aparentemente era difícil de provocar. Mientras sus serias atenciones continuaban, ella volvió a poner mi mano sobre su pecho, y era cada vez más evidente que lo que sea que se suponía que debía pasar, no estaba sucediendo.

"¿La mayoría de tus clientes ya han tenido alguna reacción para este punto?", pregunté después de darme cuenta de que nuestra sesión ya estaba en su cuarta hora.

Me dijo que sí y, de la manera más amable posible, me confirmó que, de hecho, soy un cliente difícil. Kiki hizo su tarea y leyó sobre mis hazañas lascivas en nombre del periodismo. "Creo que tal vez se debe a que has tenido mucho sexo", dijo, a modo de explicación. "La mayoría de los otros clientes pueden sentir mejor lo que estoy haciendo".

Esos clientes, hay que decirlo, invirtieron una cantidad considerable de dinero. Yo no. La sesión que recibí de forma gratuita normalmente cuesta $340 dólares. Dado que invierten un dinero ganado con mucho esfuerzo, me pregunto si sus clientes estaran más abiertos mentalmente que yo y, por lo tanto, mejor sintonizados con la energía que posiblemente o no Kiki les ofrece. Pero luego, de repente, sentí un hormigueo, una especie de corriente frenética en mi brazo derecho y luego en el izquierdo. Me sorprendió tanto esto que le conté emocionado a Kiki, quien redobló sus esfuerzos. ¿Estaba a punto de convertirme en un creyente de la energía sutil? ¿Estaba a punto de tener un alucinante orgasmo de cuerpo entero? ¿Le debería a mi madre y a mi mejor amiga, quienes son practicantes de reiki, una disculpa por haberme burlado gentilmente de su práctica?

Sin embargo, después de otros diez minutos, la sensación de baja potencia de aferrarme a una cerca eléctrica se fue tan lejos como fue posible. Comencé a hacer las paces con el hecho de que soy básicamente un Muggle y que esto fue un largo proceso sólo para conseguir un breve estimulo.

"Quiero probar sólo una cosa más", dijo Kiki, al darse cuenta de lo tarde que era.

Me invitó a sentarme en flor de loto en el piso. Me pidió mi consentimiento, el cual le di de todo corazón, antes de sentarse en mi regazo frente a mí. Los fanáticos del Kamasutra conocen esto como la posición de La unión del loto. El plan era empujar mi pecho contra el de ella. Entonces lanzaría energía directamente desde mi corazón hacia el de ella. Luego, ella absorbería esa energía por su chakra sacro, el que está en la ingle, y luego lo dispararía directamente a mi chakra sacro. En ese punto, debía succionarlo hasta el chakra de mi corazón y devolverlo al de ella, creando así un circuito.

Kiki fue tan increíblemente amable y encantadora conmigo que quizás me haya convencido a mí mismo de sentir algo, pero la verdad, creo que estaba exaltado por estar tan cerca de otra persona casi desnuda.