Breve historia de la chilena —y del vasco que la parió

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Hay pocas jugadas más espectaculares y más complicadas de realizar en el fútbol que una chilena. Embocar un tiro saltando acrobáticamente de espaldas a la portería, impactando con fuerza y dándole dirección a la pelota, es algo complejo. Una de dos: o te sale bien por exceso de suerte o bien porque has dedicado mucho tiempo a perfeccionar este tipo de disparo.

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La chilena se puede usar para todo tipo de cosas en el fútbol: hemos visto desde salvadas en la línea de meta hasta increíbles asistencias… aunque por supuesto las mejores chilenas son aquellas que acaban convirtiéndose en gol.

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Como su nombre indica, la chilena apareció por primera vez a nivel internacional en un partido de la selección de Chile: fue durante la celebración de la primera Copa América de la historia en Argentina en 1916. Lo curioso es que, pese a portar la camiseta de la Roja —sí, originalmente la Roja es el mote de la selección chilena, no de la española—, no fue un jugador chileno quién realizó la primera chilena.

El primero en realizar ese remate fue un vasco.

Nacido en Deusto (Bilbao) en 1894, Ramón Unzaga viajó junto a sus padres a Chile cuando tenía doce años. El destino quiso que el pequeño con sueños de futbolista se quedara a vivir en Sudamérica y acabara defendiendo la camiseta de la selección de su país de acogida.

Estatua conmemorativa de Ramón Unzaga en Chile. Imagen vía CONMEBOL

Con 18 años, en 1912, Ramón Unzaga firmó los documentos que le acreditaban como ciudadano chileno. Poco después, en 1914, el futbolista realizó por primera vez el acrobático remate en el estadio El Morro del puerto de Talcahuano, una ciudad ubicada unos 300 kilómetros al sur de Santiago de Chile.

Los espectadores bautizaron la jugada bajo el nombre de chorera en referencia a la Escuela Chorera, la selección de fútbol de esa localidad portuaria, según reseñó el excelente periodista y escritor uruguayo Eduardo Galeano en su libro El fútbol a sol y sombra (1995). Más tarde, el escenario de aquella jugada se convirtió en el Estadio Ramón Unzaga.

Cuenta la historia que los árbitros, al encontrarse con el remate que había ideado Unzaga, le pitaban falta, pues consideraban que la chilena era una violación de las normas de juego. El jugador hizo caso omiso a la intolerancia de los colegiados y siguió intentando su remate hasta perfeccionarlo.

Hoy en día la acción se asocia exclusivamente con su uso ofensivo, pero el futbolista vasco la creó con una finalidad defensiva: despejar las jugadas aéreas del rival que alcanzaban el área de su equipo.

En 1916, la selección chilena se fijó en Unzaga y le convocó para disputar el Campeonato Sudamericano de Selecciones —la actual Copa América— que disputaría la Roja junto a Uruguay, Brasil y Argentina. La selección uruguaya acabó llevándose el campeonato con dos victorias y un empate en formato de mini-liguilla.

El día de la inauguración, Uruguay se enfrentó a Chile en el viejo estadio del Racing Club de Avellaneda. Los charrúas se impusieron por 4-0 a los andinos con tantos de José Piendibene e Isabelino Gradín, ambos con doblete.

Unzaga llegó a Chile a los doce años, a los veinte hizo por vez primera la chilena y a los 22 se la mostró al mundo durante la primera Copa América. Y al parecer se ganó muchas medallas. Imagen vía TVN

Lo más llamativo de la paliza llegó cuando los futbolistas uruguayos y la prensa argentina observaron cómo Unzaga se levantaba por todo lo alto para contactar la pelotade espaldas a la portería; asombrados, los reporteros argentinos que presenciaban el encuentro decidieron bautizar aquella acción como la chilena. Los uruguayos la llamaron trizaga, pero su idea no prosperó.

Unzaga, igual que la mayoría de jugadores de aquella época, combinaba su profesión con otras actividades deportivas. En el caso del futbolista vasco, practicaba waterpolo y carreras de atletismo en 100 y 110 metros lisos, así como dos actividades que le ayudaron a ser más ágil y realizar mejor las chilenas: el salto de longitud y el salto con pértiga.

Cien años después, existen múltiples derivaciones de la chilena, como la tijera o la media tijera, así como el escorpión. Distintos jugadores han ido perfeccionando esas jugadas que requieren una agilidad y pericia únicas, y que pueden resultar en algo extremadamente hermoso… o tremendamente ridículo.

Uno de los mejores tantos de chilena de la historia es el tanto que el delantero mexicano Hugo Sánchez le marcó al CD Logroñés, un tanto que fue bautizado como el Señor Gol —Logroñés al revés. Otro de los mejores goles de chilena de la historia también se vio en España: el golazo del brasileño Rivaldo al Valencia CF.

Ramón Unzaga falleció prematuramente en 1923, cuando apenas tenía 29 años, debido a un infarto. Su legado se recordará siempre, tanto en Chile con su club amateur como en la Copa América. Al fin y al cabo… ¿cómo podría olvidar el fútbol a alguien que le dio una de sus acciones más maravillosas?

El autor no salta tan alto como Hugo Sánchez o Rivaldo, pero en Twitter remata buenos tuits: @andrescorona