Música

Raprimal Boyz es la banda sonora perfecta de la cuadra mexicana

Fue apenas hace un par de años que los Raprimal Boyz se clavaron en nuestro radar gracias a un depurado trapicheo de barrio que poco a poco fue creciendo hasta llegar a una cima creativa, donde el sonido de Atlanta ha conseguido cohabitar con la estela de boom bap que habían dejado en su pasado, pero también con la curiosidad de experimentar con el dembow y el perreo.

El proyecto de Richi Boy y Khetzzy Boy es el resultado de quitarse prejuicios y meter en la licuadora influencias del urbano en todas sus épocas, obteniendo un espeso licuado de rap, reggaetón y trap que es la reconciliación perfecta de tres subgéneros que comparten la esencia callejera.

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Hace unos días, la dupla dorada de Tláhuac tuvo a bien lanzar su nuevo elepé, Huayra Álbum, que funciona como la banda sonora ideal de la cuadra mexicana. Puedo imaginarme el disco sonando de fondo mientras Jason Statham persigue en motoneta al malvado de la movie que huye entre las lonas multicolor de un tianguis.

Escucha abajo Huayra Álbum, y revisa la plática que tuvimos, donde nos hablan del proceso creativo del disco, además de otras cosas, como su similitud con un paketaxo, el Uber de un famoso como apoyo en su creación, y los soundtracks de Rápido y furioso como inspiración.

NOISEY: Han pasado unos 6 o 7 años desde que comenzaron el proyecto de manera formal, ¿cómo sienten haber cambiado del inicio a la fecha?
Khetzal: En el 2012 comenzamos, tenemos ya seis años trabajando en el proyecto, y ha sido una evolución constante. Empezamos a darle al rap experimentando con ritmos como el crunk, con el boom bap más clásico, con un poquito de trap, también algo de EDM en un proyecto que se quedó estancado que nunca salió.

La verdad es que suenan bien distinto a lo que hacían hace tres o cuatro años.
Khetzal: Siempre nos ha dado curiosidad estar metidos en más cosas, no quedarnos clavados en el rap y ya. Buscar meterle rap a otras cosas, no cambiar la esencia de lo que hacemos sino montarnos en algo nuevo y experimentar. Todo ha sido experimento. Agarrar ritmos dominicanos, de bongos africanos, de repente un boom bap bien ochentero, cosas así. Eso es lo que buscamos para meternos al estudio y ver qué sale.

Richi: Igual ha sido mucho cuestión de referencias, porque como nunca nos hemos cerrado a ningún género nos nutrimos de todo el pedo del high energy, del trap, del reggaetón que escuchábamos de chicos. Todo eso nos ha llevado a buscar cosas nuevas.

En ese sentido, ¿de quién se sienten influenciados? ¿de dónde han nutrido su sonido?
Khetzal: Pues lo principal siempre ha sido boom bap. Lo clásico: Mobb Deep, Sean Price, KRS-One, Eminem, Busta Rhymes, todo eso como base. Ya después metiéndonos más en el crunk fue Lil Wayne, Chamillionaire, todo lo que nos llegaba de producciones gabachas lo escuchábamos y decíamos ‘se escucha chido, ¿y si le metemos acá algo de slang mexicano cómo quedará?’, siempre con la intención de exportar ese pedo. No hacerlo como gringos, pero montarnos en el rollo de los gringos para sacar algo mexa. De reggaetón pues lo que escuchábamos era lo viejito, Wisin y Yandel, Daddy Yankee, cosas así, que ya parecían juntar el reggae con el rap y nos llamaba un chingo la atención. En lugar de estar escuchando cosas nuevas buscar en lo viejo.

Richi: Sacar de lo viejo algo nuevo.

Khetzal: Ajá, de ahí vino nuestro disco, el Huayra Álbum, de mezclar todas esas cosas. Es como un paketaxo el Huayra, trae de todo ¿no? [risas]. Llegar y agarrar algo de reggaetón, algo de perreo, algo de boom bap, algo variado pero que combine todo, que sea homogéneo, que sea una sola mezcla.

Algo que está chido y que me llama la atención es que empezaron bien clavados en el boom bap, y poco a poco se han abierto al reggaetón, al moombathon, y a todos esos lugares que parecen tabú para quien hace rap. ¿Cómo destrabaron ese candado en su proyecto?
Khetzal: Fíjate que fue divertido. Nosotros ya sabíamos un poco que la gente está peleada con ese género, pero ya en algunos materiales que habíamos escuchado sonaba un poco de eso. Por ejemplo, hay un disco de Tony Touch donde participan algunos exponentes del hip hop como B-Real, Cypress Hill, N.O.R.E y nombres así que se montan en reggaetón. Entonces nunca tuvimos prejuicio alguno cuando empezamos a hacer reggaetón porque ya sabemos como va la onda. Sabemos que en un nivel muy underground el rap y el reggaetón se llevan de la mano.

Pues las dos terminan partiendo de una misma técnica.
Khetzal: Exacto. Lo que nos motivó a meternos en el reggaetón fue ver cómo se movía en la calle. A mí me gustaba el rap porque yo veía que era música de calle, pero realmente cuando sales a la calle poca gente estaba zumbando rap, la mayoría está más en el reggaetón. Yo eso es lo que quería, que dijeran ‘mira esa rola ¿cómo se llamará? la andaban ahí escuchando en una nave’ o cosas así. Eso es lo que hicimos con nuestros fans, enseñarles a no casarse con un género, con el boom bap. Que se casen de tu proyecto y no de tu género, mostrarles que no nos vamos a quedar en un sólo ritmo.

Richi: Igual algo muy importante en este pedo es mantener tu esencia. Si vas a cambiar de un ritmo a otro te tienes que mantener como eres, por muy trillado que suene. Seguir siendo el mismo, en cuanto a técnica y demás. Ya mezclar el rap y reggaetón es algo bien chido, porque en el disco se nota que a veces rapeamos, a veces le metemos algo de Auto-Tune, intentamos mezclar. Yo no sé por qué a veces la gente se clava tanto en ese pedo de que el rap y el reggaetón no se llevan, si cuando los mezclas correctamente puede salir algo bien chingón.

Siempre me ha causado curiosidad que en México se escucha un chingo de reggaetón, pero parece no producirse tanto, al menos no con materiales que alcancen una escala importante. ¿Qué opinan ustedes?
Khetzal: Yo creo que se produce pero no es tan conocido. En televisoras y medios prefieren darle espacio a gente boricua o de otros lados que a cosas más locales que estén haciendo cosas buenas. Siento que hubo una pequeña explosión hace un tiempo con Big Metra y La Dinastía, los que cantaban la de “Vaquero”. Ya andaban en discos sonando junto a Don Omar y nombres así, pero se frenó un poco justo por la banda rapera.

Richi: De hecho.

Khetzal: Criticaban mucho a Big Metra porque hablaba de mujeres, y luego tenía la de “Desnúdate”, y la banda se sacó de pedo con eso. Nosotros quisimos retomar un poco ese pedo para mandar los estereotipos a la verga, hacer lo que queramos. Si tenemos ganas de hacer reggaetón, trap o lo que sea, poder hacerlo, sin prejuicios. Ojalá la gente también se anime a echarle ganas y a montarse en lo que quiera.

Richi: Igual con la expansión y apertura que han generado las redes sociales ya es más fácil ¿no? Un vato que escucha rap también ya te puede poner una rolita de reggaetón en la fiesta y la baila. Estamos buscando aprovechar ese pedo, que ya el reggaetón está en su punto más alto.

Escuchando el Huayra Álbum me encontré con un disco de urbano que tiene una identidad mexa muy marcada. Suena a las cuadras del Distrito Federal, cualidad que pocos materiales logran tener. ¿Qué elementos usaron para hacerlo propio?
Khetzal: Tenemos una referencia muy chistosa. Desde el principio nos imaginamos hacer el disco como el soundtrack de una película de ‘Rápido y furioso’, ese fue nuestro punto de partida. Aunque suene chistoso, pero fue con lo que empezamos. Decir ‘imagínate que vas a hacer un disco completo para una película de Rápido y furioso, para las de antes’. Igual el querer aventurarse ya por completo en el reggae, reggaetón y rap.

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¿Cómo fue el proceso de grabarlo y crearlo? ¿Cuándo comenzaron a darle forma?
Khetzal: Nos tomó como año y medio. Lo que tardó mucho fue la influencia de los ritmos. Siempre quisimos hacer algo diferente, y cuando ya lo escuchábamos decíamos ‘no, hay que mejorar este pedo, hay que hacerlo otra vez’, porque siempre alimentándonos, escuchando ritmos nuevos. Así de Richi, me llegó este pedo de Panamá, escúchalo’ y cosas así. Y luego Richi llegaba y me decía ‘topa este pedo de Estados Unidos, es de unos güeyes bien under, topa su ritmo’. Esa alimentación fue importante, porque escuchábamos unos bongos africanos y probábamos ponerlos encima de un trap o un dancehall y ya sonaba diferente. Pero eso sí, que siempre tenga tu esencia. Nosotros tenemos nuestras librerías de sonidos, y preferíamos no poner ritmos de alguien más y enfocarnos en los de nosotros para darle esa particularidad nuestra.

Richi: Fue muy cuidadoso ese proceso de escuchar todo tipo de música porque después no queríamos sonar como alguien en particular. Esa fue la principal jugada del Huayra, no sonar como un exponente en particular. Todo lo contrario, si estás escuchando Huayra Álbum es porque estás escuchando a Raprimal Boyz, no a alguien que es la copia de otra cosa.

¿El disco está producido enteramente por ustedes?
Khetzal: Trece pistas son hechas por nosotros. Una nos la mandó un carnalito de Tulancingo que se llama 1Magiik Ramírez, y otra es de un camarada que se llama Komron Beats, que de hecho el junte fue muy cagado. Me topó en Instagram, me mandó un mensaje y me dijo ‘oye, tus rolas están bien chidas, fijate que yo soy Uber de Southside de 808 Mafia‘ pero yo la neta pensé que era pura mamada ¿no? [risas]. Ya después vi y si se seguían y grababan y todo, entonces me dijo ‘voy a hacer un beat en su estudio y se los mando pa’ su disco’. Yo pensaba que no lo iba a hacer y sí lo mandó, es el del primer track de Huayra. Se grabó allá en California y todo, bien chingón.

¿Cuál fue el reto más importante del disco?
Khetzal: Chance el tiempo. Porque primero nos dedicamos un poco a la chamba para poder invertirle a la música, y creo que ese fue el único obstáculo. Teníamos ya la visión del disco, pero el tiempo fue lo que nos complicó un poco.

¿Cómo describirían el estado de ánimo detrás del Huayra Álbum?
Richi: Tiene todos los estados de ánimo ese disco.

Khetzal: Empieza con “Huayra” que es como una meditación del proceso de cambio de tu persona y de tu música, ‘Off-White’ es como estar motivado, en ‘Barrio Bajeo’ estás contando la historia de tu barrio, ‘Está Caliente’ de querer salir del pedo underground y saltar a la “fama”, aunque no estamos en este pedo por la fama, más bien por el amor a la música. Así se van los tracks, todos con su tema, hablando de tu morra que es una ‘Celosa’ y cosas así. Este disco lo puedes escuchar a cualquier hora del día, sin importar cómo te sientas lo vas a poder digerir al 100%.

¿Qué sigue para Raprimal Boyz? ¿Qué hay más allá del Huayra?
Khetzal: Queremos sacarle un par de videitos más al disco porque creemos que lo amerita, y después de eso armar un proyecto de tres partes: uno de reggaetón, uno de trap y uno de boom bap al final, con unas 10 rolas por disco.

Richi: Empezar a trabajar con más gente, con otros beats y otros tipos de música. Queremos empezar ese conecte para que la banda pueda tener un sonido distinto, para escuchar a los Raprimal montados en algo más, que nos permitan poner nuestra esencia en otros trabajos.

Khetzal: Eso es lo que nos interesa más. Ya conocemos muy bien a quienes están en la escena, y nos gustaría participar más en ella, en la nueva generación de músicos que están en el underground pero que tienen un chingo de talento para sacar sus proyectos adelante.

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