Rasgados, rotos, dibujados: fotos de propaganda política intervenida

Que la gente está mamada de los políticos no es un secreto para nadie. Mucho menos en una época en que su propaganda —el barroco e inacabable tapiz de caras excesivamente sonrientes, números tachados y enormes logos de partidos desvirtuados— inunda de manera ilegal el paisaje cotidiano: las redes, las vallas de las autopistas, los muros de nuestros edificios, los paraderos donde esperamos nuestro bus y hasta nuestro Whatsapp.

Según la Alcaldía de Bogotá, las cinco localidades con más zonas contaminadas por publicidad política ilegal son Suba, Kennedy, Usme, Santafé y Usaquén. Asimismo, un artículo de El Tiempo publicado la semana pasada afirma que durante estas elecciones parlamentarias las campañas más reportadas por contaminación ambiental fueron las de Jorge Hernán Roncancio de la Alianza Verde, Steven Rojas Álvarez del Partido Liberal, Wilson Arias del Polo Democrático Alternativo, Lilia Solano y Gloria Flórez. El que lidera la lista es Roncancio. El Decreto 814 de 2017 es que regula la publicidad política exterior visual durante estas elecciones. Este prohibe fijar publicidad en el espacio público, algo que los políticos nunca cumplen.

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En fin. La gente está mamada de los congresistas y no le da miedo ocultarlo. Y esa rabia contra la clase política tradicional, que se acumula con los años, las prácticas de corrupción y la pésima percepción de las instituciones, se manifiesta de muchas formas. Una de ellas: la acción, la intervención activa del espacio público. Esos mosaicos de afiches, volantes, stickers son la excusa perfecta para la creatividad de los ciudadanos que ya están hartos de que la política les usurpe sus espacios cotidianos.

Vean. Y, sobre todo, voten.