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Un total de 71 personas fueron asesinadas la semana pasada, en al menos 25 ataques sorpresa coordinados contra puestos militares y policiales al oeste de Birmania organizados por militantes alineados a la minoría étnica rohinyá.
Los rohinyá constituyen un grupo étnico musulmán establecido en la parte occidental de Birmania, pero la creciente intolerancia religiosa sólo ha desatado una ola de ataques e indiferencia por parte del gobierno, el cual ha llegado a incluso a restringir el acceso a grupos de ayuda humanitaria a la región.
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Tras estos hechos, surgió en 2012 un movimiento formado por miembros de la comunidad rohinyá exiliados llamado Ejército de Salvación Rohinyá de Arakan (ARSA, por sus siglas en inglés), el cual asegura luchar por la liberación de su comunidad, aún en contra del gobierno birmano.
Los asaltos comenzaron sólo horas después de Kofi Annan, anterior secretario de Naciones Unidas, quien dirigía una comisión diseñada para solucionar las tensiones entre el estado y el pueblo étnico, advirtiera que la radicalización en la región de Rakáin podría salirse de control.
El grupo ARSA asumió la responsabilidad de los ataques a través de Twitter, refiriéndose a ellos como una respuesta a las “atrocidades respaldadas por el gobierno birmano” en la región. Por su parte, el gobierno dijo que del total de muertos, 59 eran rebeldes, mientras que 12 eran oficiales de seguridad.
Estos hechos marcan un aumento significativo en la lucha que comenzó el pasado mes de octubre.
Los rohinyá han sido considerados como “el pueblo más perseguido en la Tierra” por la revista The Economist, mientras que Naciones Unidas asegura que se han cometido asesinatos extrajudiciales, quema de hogares y ataques con arma de fuego a menores por parte de las fuerzas de seguridad.
Decenas de cadáveres alcanzan las orillas de Birmania. Leer más aquí.
Una carta abierta firmada por varios premios Nobel advierte sobre “la limpieza étnica” que se está llevando a cabo, además de criticar al gobierno birmano por las cientos de muertes ocurridas en una ofensiva en diciembre.
“Una cosa es atrapar a los sospechosos, interrogarlos y enjuiciarlos”, se puede leer en la carta. “Pero otra cosa muy distinta es lanzar un helicóptero armado sobre cientos de civiles, violar a las mujeres y quemar vivos a sus bebés”.
En los últimos meses, cientos de Rohinyá han escapado de Birmania hacia Bangladesh.
“Las tensiones siguen en niveles altos y los riesgos son cada vez mayores”, dijo Annan la semana pasada. “No hay tiempo qué perder”. La situación en Rikáin se está volviendo de urgencia.
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