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El gran compositor brasileño Vinicius de Moraes lo describió como “la gran ilusión del carnaval. La anual dosis de escapismo multicolor que recorre las calles de todo Brasil durante cinco días de febrero “es aquello en lo que trabajamos durante todo el año para soñar durante un momento”, proclama el maestro.
Este año, sin embargo, los cinco días de ensueño están amenazadas por la peor recesión económica registrada en el país en el último medio siglo y por la inquietante sombra del Zika, la viral pandemia transmitida por el mosquito Aedes aegypti.
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“Estamos padeciendo las consecuencias”, asegura Rita Fernandes, presidenta de Sebastiana, una asociación que reúne a 12 de los más de 500 comparsas que desfilarán las calles de Brasil a partir del próximo viernes y hasta el martes siguiente. “El dinero ha desaparecido: los gastos han sido recortados de manera drástica”.
La semana pasada 23 comparsas de Río de Janeiro decidieron renunciar al desfile de este año. Algunas de las mayores escuelas de samba del país también han anunciado que lo están pasando realmente mal para costear los enormes desfiles que tendrán lugar en el Sambódromo carioca.
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“No se trata solo de nuestra escuela. Son todas ellas. De las 12 escuelas que integran nuestro grupo, tan solo una ha conseguido financiación”, confiesa a VICE News Jean Santana, secretaria de prensa de la escuela Vila Isabel. “Los herreros y los escultores especializados en diseñar las carrozas son extraordinariamente caros, por no hablar de los materiales, igualmente prohibitivos”.
Santana también cuenta que la lista de espera para ocupar los palcos VIP durante el desfile se ha evaporado de manera paulatina. Los grandes clientes corporativos parecen haber sido desintegrados por los vaticinios del Fondo Monetario Internacional (FMI) que ya ha anunciado que la economía brasileña perderá un 3.6 por ciento de su valor este año, una pérdida considerable, que todavía es más preocupante si se la refiere a la caída del 3.8 por ciento registrada el año pasado.
El valor de la moneda brasileña, el real, ha caído dramáticamente en los últimos meses. Además, se estima que solo el año pasado se perdieron 1 millón y medio de puestos de trabajo. Algunos economistas empiezan a convencerse de que la recesión que se avecina no será la peor en medio siglo, sino en uno entero.
No es de extrañar pues, que la aplastante presión que se cierne sobre los organizadores del carnaval vaya mucho más allá de Río de Janeiro. Los medios de información brasileños han anunciado que las celebraciones han sido recortadas o, directamente, canceladas, en otras 53 ciudades de todo el país.
En la pintoresca localidad de Sao Joao de Rei, al sudeste del gran estado de Minas Gerais, el ayuntamiento local intentó dividir la financiación que normalmente destina a las escuelas de samba del pueblo, en tres plazos. Una vez las escuelas rechazaron el sistema de cobro, el ayuntamiento les informó que investiría el dinero en pavimentar las calles y en abastecerse de suministros médicos.
“Nuestro ayuntamiento apenas genera ingresos desde septiembre”, cuenta a VICE News Thiago Morandi, representante del departamento de turismo y cultura en el ayuntamiento de Sao Joao de REI. “El pueblo está pasando por un momento muy duro”.
Gilson Fernandes, secretario de turismo en la aldea de Ouro Preto, también perteneciente al estado de Minas Gerais, ha contado a los medios de comunicación que el año pasado su ayuntamiento se gastó nada menos que 300.000 euros en las celebraciones del carnaval. Este año el presupuesto apenas alcanza los 20.000 euros.
“Sabemos lo importante que es el carnaval, pero ahora mismo nos tenemos que apretar el cinturón”, explica Luizao do Trente, el alcalde de Rolim de Moura, un aldea del oeste, en las páginas del periódico nacional Folha de Sao Paulo. El periódico asegura que la aldea planea construir nuevas aulas escolares con los recortes aplicados sobre el presupuesto del carnaval.
Por si fuera poco, el carnaval de este año también se enfrenta a otro enorme desafío, la epidemia sembrada por el virus del Zika. Hay quienes ya han proclamado que las celebraciones del carnaval y la proximidad del virus podrían formar un “cocktail explosivo”. El virus, que se transmite a través de la picadura del Aedes aegypti, parece estar detrás de las deformaciones de un gran número de bebés brasileños, quienes han sido alumbrados con cerebros inusualmente pequeños.
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Lo cierto es que existen fundados temores a que las masivas concentraciones de gente escasamente vestida, la inevitable acumulación de basura en las calles y el pronóstico de lluvias puedan confluir hastaa generar un enorme caldo de cultivo para el virus.
Las autoridades en las ciudades en las que se celebrarán desfiles de carnaval han diseñado estrategias de fumigación con un espray anti mosquito para combatir la plaga. El Sambódrmo de Río (en la foto de arriba) ya ha sido fumigado y se está desplegando una campaña de concienciación.
Otros están convencidos de que las limitaciones de este año permitirán que el carnaval alcance nuevas dimensiones creativas.
Muchas de las composiciones más populares de las nuevas sambas están inspiradas en la recesión y en el radioactivo escenario político del país, en el que la presidenta, Dilma Rousseff, está implicado en un enorme caso de corrupción.
Una de las canciones que se perfila como uno de los hits de las celebraciones está inspirada en la investigación sobre el caso de corrupción en que está implicada la presidenta, la monumental malversación padecida por la petrolífera estatal Petrobras.
Así, es de esperar que este año incremente el número de vestidos y de máscaras satíricos. Muchas informaciones aparecidas en los últimos meses han constatado que tanto los diseñadores de trajes como los de carrozas están combatiendo la escasez de presupuestos con ingenio y materiales reciclados, como plumas, latas hojalata y tapones de botella.
Mientras tanto algunos organizadores insisten en proclamar que ni la amenaza del virus del Zika ni la crisis económica tienen la envergadura suficiente como para eclipsar la grandeza del espíritu del carnaval. Algunos, de hecho, creen que la adversidad alimentará el imperecedero fuego de la celebración pagana.
“El carnaval se celebrará por mucha recesión que haya. Así es Río de Janeiro y así es Brasil”, subraya la directora de la asociación de comparsas Rita Fernandes. “Parece que los estragos económicos alimentan todavía más el deseo de la gente de salir a la calle y celebrar la fiesta nacional”.
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