Alan viajó desde su hogar en Siria hasta Grecia recorriendo parte del trayecto atado al lomo de un caballo con su hermana Gyan y la otra parte en barca. Alan y su hermana sufren distrofia muscular y tienen que moverse en silla de ruedas, lo que hizo que este viaje fuera incluso más duro, si cabe. “Primero llegamos a la isla de Quíos el 12 de marzo, y luego nos dijeron que teníamos que vaciar el campamento y que nos llevarían a Atenas. Luego nos trajeron directamente hasta aquí desde el puerto”, me explica Alan. Estamos en el campo de refugiados de Ritsona, sentados fuera de su “habitación”: un bloque de cemento medio derruido y cubierto con una sábana que se encuentra en un viejo edificio del ejército, situado al lado de la ciudad formada por tiendas de campaña donde viven cientos de otros refugiados sirios. Alan lleva seis meses viviendo aquí con su madre, hermano y dos de sus hermanas. Su padre y su tercera hermana están en Alemania.
“Estoy aprendiendo alemán porque mi padre está en Alemania”, dice el joven de 30 con entusiasmo. “Puede que yo también esté pronto en Alemania, así que tengo que aprender el idioma porque quiero trabajar de traductor. Hablo cuatro idiomas: curdo, inglés, árabe… ¡y voy a aprender alemán!”. Alan se ríe de la broma, y yo me río también, olvidando por un momento que nadie sabe lo que tardarán en reubicarlo junto con el resto de refugiados registrados en Grecia.
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Alan era profesor en Siria, y pasa parte del tiempo en el campamento enseñando inglés. Le conocí mientras trabajaba de voluntario para Lighthouse Relief en Ritsona. Me lo presentó un voluntario independiente, Gavin Timlin, que trabaja principalmente en la construcción del campamento. Gavin dirige una empresa dedicada a la enseñanza de producción musical en Irlanda llamada CreateSound.ie, que funciona como un servicio móvil que visita centros de educación con todo el equipo y software necesario para crear música electrónica. Cuando Gavin me dijo que había estado enseñando a Alan a hacer música (y a otros refugiados del campo que mostraron interés), quise que me explicara más sobre el asunto.
Para ser sinceros, es imposible convertir un campo de refugiaos en un lugar atractivo. Por mucha música y momentos de esperanza que haya, no se podrá cambiar el hecho de que esta gente vive en tiendas de campaña bajo condiciones que deberían provocar la vergüenza e indignación de la comunidad mundial, aunque pocas veces lo hacen. Sin embargo, la música de Alan —con sus momentos de esperanza y una belleza desgarradora, una mezcla de sus raíces curdas y electrónica hipnótica— es crucial. Quizás sirva para recordar al mundo que los habitantes de estos campos son en primer lugar personas. Y también sirve para que ellos se acuerden de ellos mismos cuando ese mismo mundo se empeña en arrebatarles la humanidad. Hablé con Alan y Gavin sobre la increíble música que están creando juntos y sobre cómo es la vida y la música para la gente que vive olvidada en los campos de refugiados.
Noisey: Alan, ¿qué significa para ti poder crear música con Gavin aquí en el campamento?
Alan: Quiero hacer música con Gavin porque con mi música puedo hacer llegar mis emociones a otra gente y expresar lo que siento y lo que quiero, únicamente con la música.
¿Qué es lo que quieres?
Alan: Quiero ser feliz. Quiero vivir como toda la gente que vive en el mundo. Mantenerme alejado de los problemas y vivir una vida normal, como todo el mundo. Ese es mi objetivo.
¿Crees que la música aquí en el campamento influencia a otra gente?
Alan: Hay algunos músicos en nuestro campamento. A veces cuando están tocando voy con ellos y escucho lo que tocan. Por ejemplo, tenemos a Adnan que toca un instrumento tradicional curdo, a veces me siento con él y le escucho tocar, simplemente para pasar el rato y ganar más experiencia.
¿Qué crees que tu música y otras cosas que se crean en el campamento pueden enseñar a la gente que nunca ha vivido en un campo de refugiados o que puede que no sepa mucho sobre la crisis?
Gavin: Para mí, básicamente lo que hace es humanizar un poco las cosas. Hay una distancia entre el campamento y lo que la gente piensa sobre sus residentes y escuchar música creada por ellos lo hace más personal. La música no tiene por qué tener un mensaje específico. La gente puede disfrutar de la música hecha por alguien del campamento y eso ya tiene un valor, sin querer sonar demasiado cliché, a la hora de construir puentes. Acabamos de empezar, pero puede que si Alan aprende más pueda colaborar con otros músicos y establecer relaciones. Podría crear una pista de acompañamiento e interactuar con otros músicos, si él quiere claro.
Alan: Me gustaría hacerlo.
Gavin: Además va a ir a Alemania, ¡que es la cuna de la música electrónica! Allí hay una comunidad de gente que crea música, así que sería una buena oportunidad para conocer a gente en Alemania, si te interesa.
Alan: Sí pero, ¡me prometiste que vendrías a visitarme cuando esté en Alemania!
Gavin: Mantendré mi promesa, no te preocupes. Sobre todo si me cocinas algo rico.
Alan: Sí, puedes pedírselo a mi madre: “Mamá, ¡necesito comida!”
¿Qué quieres que la gente piense cuando escuche tu música?
Alan: Quiero que la gente se sienta feliz cuando escuche mi música. Y siempre quiero añadir más ritmos a mi música porque quiero que a la gente le den ganas de bailar cuando escuche mi música. Me encanta esa idea. Podría hacer música triste, pero no quiero ese tipo de música, porque ya hay suficiente de eso en nuestra vida.
¿Cómo os conocisteis tú y Gavin?
Alan: Gavin estaba trabajando aquí al lado de mi habitación. Estaba construyendo la valla para el lugar de aseo de las mujeres y yo conocía a su tío, el señor Ian [que también trabajaba en el campo]. Gavin se presentó y dijo: “Soy nuevo aquí”.
¿Cómo empezasteis a hablar sobre música?
Alan: Me habló sobre música y me dijo: “¿Te interesa la música?”, y le dije: “Sí, quiero tocar un instrumento pero no sé”. Entonces me dijo: “Vale, voy a intentar ayudarte”. Nos sentamos en la tienda y me enseñó a hacer música sencilla, a mezclar loops y samples.
¿Te interesaba la música antes de llegar aquí?
Alan: No. Nunca antes había hecho música. Mi primer proyecto fue con Gavin.
Gavin: Supongo que eso es lo que atrajo a Alan, y lo bueno que tiene la música electrónica, porque a veces no tienes por qué ser eficiente con un instrumento para poder crearla. Puedes utilizar programas y samples y hacer loops, es una buena forma de iniciarse. Creo que a Alan le moló la idea de poder crear música sin tener que saber tocar un instrumento.
Alan: Aprecio todo lo que Gavin hizo por mí porque me enseñó mucho y me ayudó mucho para que pudiera compartir mi música, ¡mi primera canción!
Gavin: Fue guay trabajar con Alan, porque la música puede transcender el lenguaje y la cultura. A los dos nos gustaba la música y el sonido, así que fue como un interés común que podíamos compartir y con el que poder trabajar juntos. Y Alan, aunque no tenga ninguna experiencia musical, me comentaba sus ideas, describía la música y muchas veces daba en el clavo. Si intentábamos algo y el tiempo no estaba bien ajustado, lo pillaba en el acto. Creo que Alan tiene un talento musical natural, y lo demostró.
La canción tiene un montón de influencias culturales. Alan, ¿qué aportaste a la música de tu cultura?
Alan: Esto de acuerdo, porque en mi cultura, la cultura curda, tenemos mucha música y hay muchos instrumentos curdos. Ahora estoy trabajando en un nuevo proyecto.
¿De qué se trata?
Alan: ¡Es una sorpresa!
Gavin: Solo quiero añadir que cuando empecé a hacer algunos talleres con Alan se notó su clara preferencia por los sonidos del este. Le gustaba añadir guitarras y percusiones de Oriente Medio, prefería los tambores. Cuando empezamos a trabajar quería hacer una canción con un poquito más de energía, así que acabamos añadiendo un ritmo que encontró que resultó ser más occidental—un ritmo de house de cuatro por cuatro—. Me gustó mucho cómo trabajó Alan con esta canción porque tiene influencias orientales, pero también incluye características de la electrónica occidental, así que es como una fusión.
¿Cómo es hacer música aquí sin Gavin?
Alan: Sin Gavin es muy difícil.
Gavin: Acabamos de empezar, pero me gusta la idea de poder mantener el contacto con Alan en el futuro para que podamos trabajar juntos y compartir ideas y aprender un poco más cuando te quedes pillado, porque te vas a quedar pillado. Pero eso es lo bueno que hay de hacer música, es un interés común más allá de hablar sobre asilo, emigración y cosas así. Ante todo lo hacemos porque nos interesa la música, pero es algo positivo que también podamos construir una relación.
Alan: Te prometo que estoy intentando intercambiar música aquí en Ritsona. Le hablé a uno de mis amigos sobre este programa y se quedó muy interesado, pero ahora mismo no tiene portátil.
Gavin: Esa es una limitación, no todo el mundo en el campo tiene portátil. Puedo conseguir más licencias de Abelton.
¿Así que diríais que habéis entablado una amistad?
Gavin: Yo diría que sí, ¡pero a ver qué dice Alan!
Alan: Sí, por supuesto, amigo
Gavin: Es un tío cojonudo y me encantaría mantener el contacto pase lo que pase.
¿Sois amigos en Facebook?
Gavin: Creo que no lo somos Alan. [Risas.]
Alan: ¡Deberías añadirme! Pero sí que somos amigos en WhatsApp.
¿Tus hermanos también hicieron algo de música?
Alan: ¡Lo intentaron! [Risas.]
¿Les gustó tanto como a ti?
Alan: Puede, pero no estoy seguro. A mí me gustan estos programas de música, sobre todo con Gavin.
¿Cuál es la mejor canción?
Alan: Puede que la de mi hermana.
Gavin: ¡Ah! Ahora vas de modesto Alan. ¡No parabas de decirme que tu canción era la mejor!
Alan: ¡Siempre le decía a Gavin que mi canción era mejor!
Kate George vive actualmente en Grecia. Puedes seguirla en Twitter.
Traducido por Rosa Gregori.