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Quién es la Reina del Brillo y por qué estamos enganchados a sus directos

La Reina del Brillo

Laura, 22 años. Infantil, violenta, brutalmente honesta y, a veces, demasiado efusiva. Cuando bebe, es capaz de hacer cualquier cosa, sin importarle lo más mínimo las consecuencias, desde saltarse de incógnito el arresto domiciliario hasta robar un patinete eléctrico. Si volvéis a leer esta breve descripción con la voz de Pedro García Aguado, podría colar perfectamente como una de las entradillas al ya obsoleto programa Hermano Mayor.

Sin duda, Pedro García Aguado está ocupado ahora en otros menesteres, como participar en política desde la derecha rancia —valga la redundancia, pues qué derecha no es rancia— del PP, pero si el mencionado formato —joya de Mediaset y deleite de muchos jóvenes que se entretenían viendo a otros ejercer su violencia contra el mobiliario doméstico y discutir con sus padres— siguiera en activo, el exdeportista de élite, ahora político, tendría bastante trabajo con Laura, la Reina del Brillo.

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Decía Karl Marx que “la historia ocurre dos veces: la primera como una gran tragedia, y la segunda como una miserable farsa”, refiriéndose al concepto de materialismo histórico que acuñó para explicar la historia de los órdenes sociales hasta su momento. Sin embargo, para hablar de los medios y la representación mediática, yo diría que existen ciertos modelos arquetípicos que se repiten no solo dos, sino incontables veces, configurando una enorme farsa que nadie parece cuestionarse más allá de la reacción efímera, bien de rechazo o bien de risa, que les produce.

Pero, ¿por qué reducimos a la Reina del Brillo al meme y a la carcajada sin más? ¿Por qué obviamos la gravedad del componente del alcoholismo y el resto de problemas que acompañan a su situación, como son sus conflictos con la justicia o sus relaciones familiares?


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En primer lugar, la Reina del Brillo nos hace gracia por lo mismo que hace 20 años triunfaron programas como Crónicas Marcianas o Esta noche cruzamos el Missisipi. La Reina del Brillo sigue, en la (aún más) pequeña pantalla de los móviles la estela de personajes que antes triunfaban en la pequeña pantalla tradicional por representar la miseria humana, la mala vida del lumpen, la cruda situación del proletario, también representada por Belén Esteban y otros tantos personajes similares que se han ido incorporando al imaginario de la farándula cañí.

Y es que, a los humanos, en general, nos gusta recrearnos en el sufrimiento de otros humanos que lo tienen más jodido que nosotros para evitar mirarnos el ombligo y revisar lo infelices que somos todos. Como cuando veías en Mi vida con 300 kilos a una persona con un problema de salud sufrir por el ejercicio o por la tentación de la comida basura tirado en el sofá y comiéndote una bolsa de Doritos.

Pero lo jodidamente desgraciados que somos como especie no es el único motivo por el que Laura nos entretiene y nos hace reír. También su —muchas veces excesiva— transparencia y honestidad a la hora de proyectarse en las redes contribuyen a su éxito. En un marco en el que todo el mundo intenta hacer visible su “mejor versión”, basada la mayoría de las veces en la pretensión, la pose y el intento de ser algo que no se es del todo, Laura se muestra tal y como es, con sus muchos problemas, haciendo unboxings de multas, diciendo que no pasa por Sol porque le dan miedo las palomas, o firmando un documento policial en medio de un directo de Instagram, en pijama y con su perro Pitu en brazos.

Esta excesiva sinceridad genera reacciones alternas de ternura, risa o rabia. Es imposible que no te genere siquiera una ligera mueca una persona que dice llevar la dieta “mazo bn” y a las horas sube un plato lleno de rebozados o un sándwich de mostaza, salsa barbacoa y queso fundido, pero que, cuando le sacan el tema de su físico, dice que no está gorda sino “acumulando mierda para cagarse en sus muertos”.

https://twitter.com/ReinaBrillo/status/1105461714680713218

A veces, no obstante, se pasa de transparente, algo que el público recibe incluso mejor. No tiene problema alguno en mostrar los juegos de rol sexuales que practica con su novio, Ramón, un joven con problemas de crecimiento —que la misma Reina del Brillo ridiculizó diciéndole que tenía «el cuerpo de un niño de seis años— con el que hacía TikToks mientras este estaba ingresado en el hospital.


Y, si bien es cierto que Ramón a veces se corta un poco más, la pareja no tiene ningún pudor en mostrar escenas tan variopintas como la de él haciéndole un dictado en el rol de profesor, o ella metiéndose en el papel de la Comandante Jefa Laura “la Poderosa” y renombrando a su perro como Rex —“él es el poli malo, yo soy la poli peor”—, o incurriendo en escenas tan problemáticas como la que propondría ella queriendo hacer de sacerdote pederasta —“yo soy un obispo y tú eres un niño que viene a misa”—.

https://twitter.com/ReinaBrillo/status/1104797162993606656

Aunque, sin duda alguna, probablemente uno de los vídeos, si no el más conocido de la Reina del Brillo, sea aquel en el que, según sus propias palabras, se merendaba el «chorizaco de fresa» de Ramón, en el que se ve de manera explícita cómo Laura le practica a su novio una felación con nata montada. Evidentemente, no es el único personaje público de nuestra era cuya fama se haya visto incrementada por la difusión de un vídeo sexual suyo, mirad a Kim Kardashian. Pero la diferencia sustancial es que en la mayoría de los casos suelen ser filtraciones, mientras que Laura tiene la audacia y la osadía de publicarlo ella misma sin ningún tapujo.

Pero detrás de esta transparencia tan bestial se esconde una realidad que, aunque se pase por alto o se tenga en cuenta como brillante comedia, no deja de ser bastante cruda y de esconder realidades que probablemente a sus protagonistas no siempre se les presentes como graciosas o amables.

Su tan sonado arresto domiciliario se debió a una estafa mediante la cual vendía teléfonos por Wallapop que luego nunca llegaba a entregar, trazando una línea paralela con parte de la historia de La Veneno, quien también tuvo problemas con la justicia por estafa y quien también era honestamente brutal.

https://twitter.com/reinabrillo/status/1101163437139419136?lang=es

Pero lo más reseñable, el problema más significativo que pasamos por alto como público de este espectáculo es el alcoholismo de Laura. La autodenominada Reina del Brillo se saltó su arresto domiciliario con la única voluntad de tomarse una copa, poniendo el pretexto de que iba al médico y ataviándose de incógnito al estilo de las divas del cine de los años 50, con unas gafas de sol y un pañuelo cubriéndole la cabeza.

“Lo que más me gusta en el mundo es beber”, llegó también a decir en otra ocasión, además de haberse mostrado en más de una ocasión en estado etílico. Y aun con esas, a los espectadores no parece generarle demasiado conflicto, hasta el punto de que en una ocasión un fan le envió una botella de ginebra por Glovo para que pudiera ahogar sus penas, en una de las muchas ocasiones en las que lo ha dejado con Ramón —en este caso además exacerbada su pena por el recuerdo de otro novio anterior—.

Y este problema, el del alcoholismo, remite en parte a otro referente de esta cultura de reírse de la miseria obrera como es Dakota, ese personaje que, tras años de la emisión de su paso por Hermano Mayor, se viralizó en redes, y se convirtió en un personaje público que a día de hoy sigue manteniendo cierta vigencia (la suficiente al menos para ser una posible candidata al casting de la edición de Supervivientes de este año). En aquel momento todo el mundo pasó por alto el hecho de que su “Di que de la cárcel se sale, pero del cementerio no” era una amenaza de muerte a su madre, banalizando así sus problemas derivados del consumo patológico de alcohol.

Pero no es ese el único vínculo que comparten estas dos personas hechas meme, dado que recientemente tuvieron un beef en el que Laura desacreditaba a la acuñadora del “¿Que no? Madre mía, te digo yo a ti que sí”, acusándola de “no haberse pegado en su vida” y de no ser capaz “ni de reventar a su madre”, palabras a las que tampoco se les ha dado mayor importancia a pesar de lo alarmante de dicho pensamiento —máxime cuando su propia madre le dijo en otro directo que “gracias a ella estaba en la ruina”—. Dakota fue más sutil, un tanto menos violenta en su respuesta, aunque algo más gráfica, mandándole “corazones, pero corazones rellenos de mierda”.

https://twitter.com/ReinaBrillo/status/1105513378464886785

Otro de sus beefs más sonados fue con Oto Vans, del que pidió su teléfono personal y al que amenazó bastante seriamente con apuñalar en Gran Vía o Sol, a pesar de su ya mencionado miedo a las palomas.

La cuestión es que, seguramente, los propios espectadores de este show seamos parte del problema del mismo. Y es que probablemente estemos haciendo que se venga arriba y, al generar una reacción, al seguirle el rollo, al mandarle incluso alcohol por Glovo, ella se vea aún más en la potestad de salir a la calle a robar un patinete eléctrico de los que últimamente proliferan porMadrid. ¿Estamos creando un monstruo? Y ¿es divertido el contenido que vuelca en sus redes, analizando todo lo que hay detrás?

No hace mucho, hablaba con una compañera de la facultad que está estudiando Antropología, sobre cómo el urbanismo y la disposición de las calles en el Ensanche de Vallecas —lugar de procedencia de la Reina del Brillo—, con tramos tan extensos de carretera, dificulta la solidaridad obrera y la ayuda de unos vecinos a otros. Quizás podríamos trasladar esa misma idea a la estructura de las redes sociales, dado que también se establecen enormes distancias entre los individuos y agentes de la comunicación —la persona conocida por un lado y los seguidores en un plano inferior—. Tal vez sea por eso por lo que pasamos por alto todos los mencionados problemas subyacentes, porque nos queda lejos y no tenemos tampoco una manera de plantear una discusión o un debate con la persona a la que atañen esas cuestiones.

Podríamos decir que el triunfo de la Reina del Brillo, y la adicción general en redes sociales al contenido que publica y a sus directos de Instagram, el hecho de que estemos enganchados a la especie de telenovela que se ha generado en torno a su personaje, expectantes para ver cuándo es la próxima vez que lo deja con Ramón o su próximo problema con la justicia, se debe a factores muy diversos. Su espontaneidad y transparencia bárbara, el hecho de que siga la estela de otros formatos y personajes que tenían para el público el mismo valor, y el pasar por alto las cuestiones más alarmantes o menos banales, son los principales atractivos de su figura. Y, para qué mentir, todos estamos deseando que nos salte la notificación de “@reinadelbrillo_official está transmitiendo en directo”. Y, siendo honestos, en cuanto te salga de nuevo esa notificación, sabes que no podrás resistirte a darle y dejarte sorprender.

https://twitter.com/ReinaBrillo/status/1105441660517957633

Sigue a Javier en @javiersimlope.

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