En Barcelona está a punto de abrir sus puertas una de las residencias de estudiantes más caras de España. La residencia Aleu, que abrirá en septiembre cerca de Zona Universitaria, uno de los principales campus universitarios de la capital catalana, cobrará por alojamiento entre 1100 y 2000 euros, en un “servicio” que incluirá también pensión completa.
En la habitación más barata (recordemos, 1100 €) tendrás que compartir el baño y la cocina con la habitación contigua, algo que parecen obviar en el título que precede a la descripción. “Podéis dejaros notitas en el espejo”, escriben. Con estas características, la primera opción se parece más a un piso de alquiler que a los servicios que una residencia debería dar a un estudiante, que además de pagar una matrícula, tiene que abonar más de mil euros por un espacio ridículo.
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Eso sí, todavía no puedes ir a verlo y tienes que conformarte con visitar uno de sus pisos piloto (que por cierto, no abrirá hasta un mes antes de empezar el curso). Las instalaciones se están construyendo en un terreno de 19 000 m2 que compró la empresa Nexo en 2014 y la verdad es que lo que ofrecen es, si no fuese porque parece que va a convertirse en el pan de cada día de miles de estudiantes españoles (se está dando una burbuja de residencias y solo en los próximos tres años se abrirán casi 50, lo que quiere decir que más de siete mil personas acabarán viviendo en estos centros), para echarse a reír.
A pesar del pastón que pagarás, no puedes llevar “demasiadas cosas”, ni “cosas que hagan ruido”, sea lo que sea a lo que se refieran.
También piden una fianza de 800 euros y es obligatorio estar matriculado en el próximo curso de un listado concreto de universidades. Haciendo cálculos, para reservar una estancia en el edificio tendrás que abonar de entrada la cantidad de 3500 euros si optas por la versión más económica de su vanguardista construcción, ascendiendo hasta 4500 si alquilas la habitación de 2000 euros.
La guinda del pastel es que si tienes algún problema, tendrás que pedir cita para que te lo solucionen, lo que a una ya la hace desconfiar respecto al servicio de atención al cliente, que al final es lo que son.
La vicerrectora de estudiantes de la Universitat de Barcelona (UB), Mercè Puig, ha asegurado que vivir en Barcelona es caro (menuda sorpresa), por lo que los precios que ofrece esta residencia está en equilibrio con lo que puede gastar alguien que vive en un piso compartido. Según Puig, el precio de los pisos que alquilan los estudiantes puede variar de 400 a 600 euros, “pero hay que añadir los gastos como luz, agua, comida, wifi, mantenimiento y transporte hasta el campus”.
Es decir, según la vicerrectora de la UB, los estudiantes nos gastamos en comida y ocio entre 500 y 1500 euros al mes aproximadamente, la misma universidad en la que he estudiado y la que afirma que “Barcelona es muy cara para todos” mientras en algunas de sus aulas, por ejemplo, no tienen enchufes y cobran a cada estudiante de media 1300 euros por curso y que, aunque no haya puesto el precio a las habitaciones de la residencia, ha dado el visto bueno desde el Gobierno de la UB.
¿De dónde sacamos los estudiantes todo este dinero? Suponiendo que como estudiante puedas trabajar a media jornada, no ganarás más de quinientos o con suerte seiscientos pavos al mes. Si trabajas a tiempo completo, como casi la mitad de los estudiantes de rentas familiares bajas, quizás tengas la suerte de poder gastar todo tu sueldo en ello. Por lo tanto, están afirmando que alguien nos debe mantener y, sin duda, esos son los padres, una carga tremendamente difícil de soportar a años luz de ser la realidad de la mayoría de los hogares españoles.
Yo he perdido la cuenta de los pisos en los que he vivido y mucho menos recuerdo las mudanzas, solo sé que ese trámite es demasiado traumático para un estudiante. Me he enfrentado a muchas situaciones en los —creo— siete pisos que he vivido durante mis cuatro años de carrera. He conocido a un casero por cada piso y de propina una gestora de la inmobiliaria, que fue con quien firmé uno de los contratos. Todas ellas personas de las que preferiría haber prescindido en m vida. Lo único que me llevo de haberlas conocido es el ver de primera mano que la avaricia que mueve a las personas por alquilar un piso y sacarse un dinero extra no tiene límites, y es terrible ver que esos límites desaparecen también en la universidad, una institución que debería ser crucial en nuestra sociedad y que supuestamente debería proteger a sus alumnos de los abusos, no cometerlos ni tolerarlos.
Sigue a Cristina en @cristinaprz.
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