Cosas que la gente roba en los festivales españoles

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Hace unos años, en el festival Sonorama, me robaron una nevera portátil que estaba totalmente vacía pero que utilizábamos como silla, mesa y que encima era lo suficientemente buena como para enfriar y mantener en buen estado todo lo que se metía dentro. Cumplía todas las funciones que se le podían pedir a una buena nevera de camping. En el momento de descubrir que ya no estaba, mis amigos dijeron que la pagaban entre todos, ya que también la habían usado ellos (demasiado, de hecho). Nunca la pagaron, así que nunca llegué a superarlo. Al llegar a casa, mi madre, que era la dueña de la nevera en cuestión, se pilló un buen disgusto que me hizo retorcerme de remordimiento por algo que ni siquiera era mi culpa.

Las técnicas para robar y las probabilidades de serlo son infinitas en un festival. No quiero alarmaros, pero creer que poner un candado en una tienda de campaña de plástico la hace más segura, me hace pensar que todavía no conocéis cómo funciona un cuchillo.

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Hablé con varios ladrones festivaleros para saber qué, cómo y por qué habían robado y, siendo sincera, no todo me pareció mal:


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Fernando, 27

VICE: ¿Qué tal Fernando? ¿Has robado alguna vez durante un festival? Fernando: Han pasado muchos años, pero sí. Robé unas chanclas.

¿Cómo las encontraste? Estaba durmiendo la siesta en el AntiViña y al despertarme una amiga me dijo que me habían robado las zapatillas, que había dejado fuera de la tienda. Me dio igual y me volví a dormir, pero al despertarme, medio dormido, me puse las zapatillas de mi amigo Antonio y fui a ver qué podía robar, a intentar que el círculo siguiera y no fuera yo el que se quedara jodido. Era absolutamente necesario, ya que si no, tendría que haber ido descalzo todo el festival.

¿Fue fácil?
Ir con toda la cara de despistado, sin liarse, directo, me ayudó, pero parecía imposible. Por suerte, mis amigos me ayudaban a robar, hubo colaboración. Aún así, era por la tarde y todo el mundo tenía las zapatillas puestas, así que todo lo que pude robar fueron unas chanclas un poco cerradas, que me las puse el resto de días con calcetines. Nadie se dio cuenta, así que todo bien. La gente era demasiado punki.

Por la noche, un colega me pudo robar unas zapatillas para que no siguiera usando las chanclas. Aunque esas zapatillas me quedaban enormes, volví en el tren con ellas y al llegar a casa mi madre me dijo básicamente que si era gilipollas. Las enganchó y me las tiró. He de decir que olían fuerte.

Úrsula, 24

VICE: Hola Úrsula, ¿qué robaste y por qué?
Úrusla: En el BBK me llevé una silla, de estas tipo de playa que normalmente se lleva la gente a los campings. Robar sillas es cultura general, otra cosa es si te las acabas llevando a tu casa o no. La silla que robé llegó a mi casa, pero rota, así que mi padre me dijo que la tirara o se empezaría a preocupar por mi Diógenes. En el campamento de una rave, a las siete de la mañana, dentro del Pintorrock, robé un muñeco de Peque, de la serie Dinosaurios. Las dos cosas las metí en el autobús de vuelta, como quien no quiere la cosa, cabían perfectamente. Un amigo se acabó llevando el muñeco para dárselo a su perra, aunque ahora dice que le da miedo.

Creo que me he llevado otras cosas de otros festivales. Una vez me llevé un bote de tabaco lleno hasta arriba. ¿Por qué? Quien sabe. La cosa es que es gratis y depende del momento y de tu estado, pero ahí te parece la mejor idea de tu vida. De hecho, ya no las tengo porque me deshago de las cosas una vez llegan a casa.

¿Cómo lo encontraste?
La silla creo (y espero) que era de algunos vecinos de al lado… estaba por ahí, en el campo. El muñeco estaba encima de una mesa solo, en un campamento lleno de bafles en plan sound system. Pensé en llevarme ambas cosas en cuanto las vi. YOLO. Las personas que las dejaban por ahí eran gente maja, aunque iban un poco pasados. Creo que recordar que los de la silla, eran andaluces. Siempre hacemos amigos andaluces, son los mejores y la mayoría raveros.

¿Pero tus amigos no decían nada? ¿Crees que mucha gente lo hace?
De la silla no recuerdo. Del muñeco… que era feo. Antes de llevarlo al coche lo paseé por las tiendas de amigos, que aún dormían. Les metía el muñeco en la tienda y cuando despertaban se asustaban. Eran casi las 9 de la mañana, y sin dormir, me daba risa. Y claro que la gente lo hacen, y si no lo hacen, les animo a hacerlo.

Daniel, 26

VICE: Bueno Daniel a ver, ¿qué robaste, por qué y cómo?
Daniel: En el BBK Live robé una sandía, que me encontré no de tan casualidad, ya que teníamos de vecinos a unos irlandeses, que dejaron fuera de la tienda, en el puto césped, una sandía. Mis amigos y yo, que estábamos super ciegos en el camping mientras tocaba Tame Impala, nos moríamos de hambre y estábamos pelaos de pasta. Además, no nos daba tiempo a bajar a Bilbao a comprar, así que nos la empezamos a comer.

El mejor método para robar es autoconvencerte de que lo que has cogido es tuyo y actuar con toda la normalidad posible. Jamás lo había hecho antes. Ni siquiera hubo premeditación, simplemente teníamos hambre, calor y estábamos un poco alegres. Por supuesto, era algo totalmente innecesario.

Creo que en este momento se perdió un poco la concepción de la propiedad privada y ni nosotros éramos conscientes de robar ni los afectados eran conscientes de estar siendo robados. Los pobres guiris la estaban buscando mientras nosotros nos hacíamos los locos.

¿Cuánto tiempo tuviste contigo la sandía? ¿Pensaste en llevártela a casa en algún momento?
Tan solo una hora, y la verdad es que llevárnosla a casa no entraba en nuestros planes. De hecho, acabamos hartos y la usamos como balón de fútbol. Obviamente, acabó reventada en Kobetamendi.

¿Y a ti te han robado alguna vez en un festival?
En el mismo festival, me robaron unas gafas de sol mientras tocaban The Lumineers. Las llevaba colgadas del cuello de la camisa y estaba buscando a mi amiga desde lejos. Cuatro chavalas me las arrebataron y vi cómo se las metían en el bolso. Me dio rabia porque, aunque eran unas gafas baratas, me encantaban. Después de discutir con ellas durante varios minutos para que me las devolvieran, temí por mi integridad física y me fui. Yo creo que me robaron por circa, absurda y despistada. Sinceramente, me vieron cara de tonto y estaba mirando a otro sitio. Preferiría creer que no lo hace mucha gente, pero no conozco a nadie a quien nunca le hayan robado nada, así que estoy convencido de que lo hace muchísima gente.

Julio, 22

VICE: Bueno Julio, cuéntame, ¿qué has robado en festivales?
Julio: Del ViñaRock me llevé un taburete y en el Cabo de Plata gafas, dos sillas con posavasos, una gorra de Adidas y porros. Todo me llegó de alguna manera no intencionada: después de una noche de jauría y al amanecer, nadie venía a reclamarlos, así que ¡pa’ la saca!

Aunque un par de cosas que sí que robé intencionadamente. La primera fue el taburete: tras sortear los ríos que corrían aquel año por el Viña, crucé desde mi campamento hasta el de unos amigos de Madrid, y al llegar y encontrarme sin sitio en el que descansar mis posaderas, muy amablemente me ofrecieron un taburete, y bueno, el resto ya te lo puedes imaginar. También robé la gorra porque necesitaba algo cómodo con lo que enfrentarme al calor abrasador en un festival de Barbate. Desde ese día compartimos días soleados.

¿Viste esas cosas y pensaste en llevártela?

A un festival vas con la conciencia de que si pierdes algo, lo has perdido para siempre a no ser que llegue San Cucufato y haga el milagro. Así que cuando me encontré aquellos objetos di por sentado que a no ser que su dueño estuviese justo al lado y alzase la mirada, se iban a venir conmigo hasta el final de sus días o de los míos. Bueno, me encontré con una nevera llena de guisantes, cerveza, un bote de prueba de orina sin usar y comida de hámster y estuve a punto de llevármelo, pero me di cuenta de que no era nuestro y decidí no hacerlo.

¿Crees que mucha gente lo hace? ¿Tienes algún remordimiento?
¿Caga el rey en un palacio? Por supuesto que todo el mundo lo hace, habrá gente mas cívica que intente que el objeto vuelva con su dueño original, pero lo normal en esos ambientes, a no ser que sea un objeto súper personal e intransferible, te da igual que te devuelvan una gorra o un taburete.

Y no, no tengo ningún remordimiento. Cero patatero. El cansancio sobrehumano combinado con la resaca de muerte y destrucción con la que abandonas un festival es motivo suficiente de que no quepa en tu cuerpo sentimiento alguno a parte de el instinto de supervivencia por no caer muerto en el viaje de vuelta. Las gafas las sigo teniendo tres años después y han viajado por toda Europa, casi mueren en las fiestas de mi pueblo, pero sobrevivieron a base de Super Glue. Los robos son rentables.

Sigue a Cristina en @cristinaprz.

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