Ayer El Hormiguero empezó la ronda de entrevistas a los líderes políticos de los principales partidos españoles de cara a las próximas elecciones. Sí, de nuevo los candidatos a convertirse en el próximo presidente de nuestro país irán pasando por el programa de entretenimiento diario más visto de la televisión para fingir que son unos tíos súper simpáticos y enrrollaos.
El primero en pasar por allí fue nada más y nada menos que Santiago Abascal. Un par de horas antes de que empezase la entrevista vi un stories en Instagram que animaba a la gente a cambiar de canal para que el programa registrase un mínimo histórico de audiencia. La indignación por parte de la gente era tan grande que estos mensajes circularon por las redes sociales a lo largo de toda la semana con motivo de la visita del líder político de VOX al programa de Pablo Motos.
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Pues bien, El Hormiguero fue ayer lo más visto de la televisión con más de cuatro millones de espectadores y un 23,5 por ciento de share. Con estos datos, el programa logra su tercer programa más visto de la historia y el segundo con mejor cuota. Una vez más se ha demostrado que mostrar tu indignación -por grande que sea- a través de una pantalla sirve entre poco y nada.
Tampoco le sirvió de nada a Pablo Motos su discurso inicial defendiendo el por qué concedían una entrevista a Abascal. Lo justificó de varias maneras. Primero dijo que no invitarle sería antidemocrático, como si el hecho de que una cadena privada decida quién acude a su programa y quién no tuviese un impacto trascendental en la democracia de un país. Luego repasó la lista de cargos electos de VOX para probar que se trata de un partido ya establecido en nuestra vida política (como si no la hubiésemos notado ya): desde sus concejales hasta sus eurodiputados. Pero es que ni siquiera esos datos los pudo decir correctamente, vaticinando de alguna forma lo que iba a acabar siendo una entrevista torpe y previsible por parte del presentador.
Seguramente se equivocó porque los datos le importaban una mierda. Porque sabía que por muy mal que lo hiciese en programa iba a ser un éxito rotundo. Y lo sabía desde el momento que anunciaron la entrevista, porque darle una voz a VOX en horario prime time es servir polémica. Y la polémica, especialmente en televisión, vende.
Más allá de la polémica generada, el encuentro entre ellos dos fue bastante incómodo. Una conversación entrecortada y con saltos de tema tan rápidos que dieron como resultado una entrevista insulsa. Se notaba que Pablo no tenía muchas ganas de estar allí, por mucha audiencia que estuviese consiguiendo. Y no le culpo, porque estar 45 minutos sentado enfrente de Abascal escuchando su discurso político tiene que ser, como mínimo, inquietante.
Y eso que el tío habla bien. Tiene un tono calmado y se explica de forma sosegada. Hasta le da tiempo para soltar alguna bromita y ponerse la medallita de señor campechano y graciosete. Se podría decir que la fuerza del discurso de Abascal no está en lo que dice, sino en cómo lo dice. Porque si analizas lo que dice es cuando encuentras todas sus incoherencias.
Por ejemplo, para Abascal son los del PSOE los que dictan la memoria histórica. Exhuman los restos de Franco y eso condiciona la manera de pensar de la gente. Eso sí, cuando le preguntan por el comentario de Ortega-Smith sobre las 13 rosas, escurre el bulto y prefiere no contestar. Porque afirmar que, palabras textuales, “las 13 rosas torturaban y violaban en las checas de Madrid” no condiciona para nada lo que la gente pueda pensar.
También tiene muy clara su postura sobre la eutanasia: el Estado nunca debería intervenir en la vida de una persona. Pero cuando hablamos del aborto opina que el cigoto que se está gestando dentro del cuerpo de una mujer si es asunto del gobierno, porque “lo que lleva dentro no es su cuerpo”. Resulta que el cigoto es ahora Patrimonio del Estado y no nos habíamos enterado.
Aunque de todo esto me quedo con la que, en mi opinión, fue la única frase destacable de Pablo Motos: “a vosotros os preocupa mucho cómo viene la gente y cómo se va. A mi me parece que la vida es lo que hay en el centro, lo que hay en medio”.
Pero mi parte favorita fue, sin duda, la que habla sobre el cambio climático. Abascal empieza con un argumento de peso y reconoce que “el clima ahora está cambiando”. Ya se nota que sabe de lo que habla. Pero es que después que hay un pacto entre la extrema izquierda y las multinacionales, porque “con la excusa del cambio climático lo que están haciendo es restarnos libertad, decirnos qué tenemos que comer y que tenemos que tener menos hijos’. Vamos, que el cambio climático también beneficia la manipulación de la izquierda. Menos mal que aclaró que él es político y no científico.
Para rematar todo este asunto, cuando Pablo le pregunta lo mismo que los niños de Telemadrid a Almeida, el líder de VOX va con la lección aprendida y contesta que donaría antes dinero al Amazonas porque es “la obra de dios”. El ecologismo de derechas también existe y Abascal lo demostró anoche.
Sinceramente, creo que la televisión de entretenimiento es la plataforma perfecta para este hombre. No existe ningún otro medio de comunicación dónde puedas decir más gilipolleces por minuto y conseguir salir completamente airoso de una entrevista.
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