Identidad

Telenovelas y series latinoamericanas que marcaron nuestra infancia

telenovelas de los 90

Corre la década de los 90 y en la mayoría de las casas de Latinoamérica no existe la conexión a internet. Hay televisores de tubo. Grandes. Negros. Con una panza detrás que advierte un espacio entre la pantalla y la pared. Tampoco existe Netflix, ni HBO. Y menos que menos la ilusión de dormir junto a una Notebook finísima apoyada sobre nuestras sábanas, que nos dará la posibilidad de estar donde sea a tan solo un click de distancia, sin interrupciones publicitarias. 

Corre la década de los 90 y salimos del colegio disparados hacia nuestras casas para ver la serie o más bien, la telenovela, que transmiten todos los días, a la misma hora y por el mismo canal. Una transmisión que no necesita subtítulos o doblajes en un acento neutro para entender sus diálogos. 

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Corre así, una década bisagra en la televisión latina, que trajo canales de aire y personajes que vimos crecer. Pronto nos toparíamos con MTV, Friends, The Nanny, Baywatch, ER, Twin Peaks, Frasier, Sister Sister, Sabrina y Buffy. Y unos años más tarde celebraríamos el regreso de Rugrats, que en su remake estrenada en Estados Unidos el pasado 27 de mayo, cuenta con personajes LGBTQ. Sin embargo, este artículo pretende hacer un recorrido nostálgico por algunas series latinoamericanas que han pasado por nuestras vidas y han dejado frases memorables dentro de la generación Millennial.

Luís Reséndiz, desde México

Nostalgia noventera
Fotografía: cedida por Luis

En la televisión mexicana, durante los 90, sucedían dos cosas claras e inextricables a la vez: por un lado, Televisa comenzaba una larga debacle; por el otro, TV Azteca ganaba más y más terreno (la concesión se les otorgó en 1993). Luego, había una tercera cuestión: la televisión estaba buscando parecerse más al cine (esto, claro, no era endémico de la televisión mexicana, sino que llevaba rato sucediendo en los Estados Unidos, que a finales de esta década estrenaría Los Soprano). Entonces, vamos a hacer un recuento de lo más visto en esa época. 

Si bien Alcanzar una estrella (1990) y Muchachitas (1991) fueron importantes, la trilogía de las Marías María Mercedes (1992), Marimar (1993) María la del barrio, (1994) fueron icónicas. Creo que lo que ganaba acá era el star power de Thalía, una de las personas más fotogénicas que hubo en la pantalla. Su actuación (kitsch sobre kitsch sobre kitsch) se sentía entonces extrañamente honesta.

Más tarde aparecieron Corazón salvaje y Dos mujeres, un camino (1993), sin embargo El vuelo del águila (1994) tenía valores de producción que, por entonces, eran impresionantes. La historia funcionaba como un relato épico con ánimo patriótico de aquella época, aunque a la distancia se podría leer como un acto propagandístico de una televisora casi estatal que veía venir los reclamos de democracia, el rechazo a la historia oficial y la necesidad de cambiar el statu quo.

Mención aparte merece Casos de la vida real, que comenzó en 1986 y duraría hasta 1998. Este programa arrancó como una especie de tributo a las historias verdaderas del terremoto del 85 y terminaría generando leyendas urbanas gracias a una morbosidad malsana, como en aquel episodio del niño que se queda sin ojos o el de la niña a la que una mano de lobo hace desaparecer para siempre. Otro clásico fue Chespirito, encabezado por Roberto Gómez Bolaños, que extendió su estancia en la televisión hasta 1995. 

Con el ascenso de TV Azteca (1993) surgieron dos grandes series: Nada personal (1996) y Mirada de mujer (1997). Estas telenovelas no solo marcaron récords de audiencia sino un cambio cultural. En esa época las telenovelas pasaron a ser algo cool, ya no eran nomás un pasatiempo para vagos con su tarde libre, sino un entretenimiento inteligente que abordaba temas presuntamente espinosos, como la política y la infidelidad.

Ahora si, sobre la tercera cuestión que comenté anteriormente, surgieron nuevos talentos como Alejandro G. Iñárritu, Alfonso y Carlos Cuarón, Guillermo del Toro y Emmanuel Lubezki. Ellos hacían sus primeras incursiones en la televisión, pero con una mirada hacia el cine internacional. Varios de ellos trabajarían en algunos episodios de La hora marcada (1988-1990), uno de los programas de terror más memorables de la televisión mexicana. Esta serie no la vi durante su run original, porque era muy pequeño, pero es una de mis series favoritas, en parte porque amo el horror.

Posteriormente, la gran mayoría de estos actores se mudaron a trabajar al cine nacional y luego al cine hollywoodense, pero antes de eso, Iñárritu estrenaría Detrás del dinero (1995), ¡protagonizada por Miguel Bosé! En esta serie resultaron evidentes las influencias cinematográficas de Iñárritu: desde el estilo de la edición hasta la composición de los créditos, pasando por la trama realista y la cinematografía que parece aspirar a las grandes películas del momento. Estaba claro que buscaba romper el rígido molde de la televisión nacional.

Por otro lado la presencia de programas para “adolescentes” alcanzaría su cúspide con Clase 406 en 2002 y sobre todo, Rebelde en 2004. Pero esos los dejaremos para otra ocasión

Maia Debowicz, desde Argentina

Nostalgia Noventera
Foto cedida por Maia

Si pienso en telenovelas argentinas icónicas de los 90 lo primero que se me aparece es Celeste, con Andrea del Boca y Gustavo Bermúdez, una pareja que se repetiría varias veces a lo largo del tiempo. Esta telenovela se estrenó en 1991 y fue de las primeras en hablar de temas que no se tocaban en ficción, y menos que menos con respeto y responsabilidad informativa. Celeste fue revolucionaria para la época. Escrita por Enrique Torres y dirigida por Nicolás del Boca retrató la homosexualidad, el VIH y el Sida en los personajes de Arturo Maly y Osvaldo Guidi, en una televisión donde, o no se hablaba de estos temas o simplemente se estigmatizaban. El éxito de la telenovela trajo una segunda parte, Celeste, siempre celeste, luego de que Gustavo Bermúdez y Andrea del Boca protagonizaran Antonella en Canal 13.

Por otro lado, en los 90 hubo varias tiras para adolescentes que fueron furor, a tal punto que tuvieron sus propias obras de teatro (a las que fui, por supuesto). Montaña rusa (1994), fue una tira diaria que tuvo dos temporadas, y Amigovios (1995) que comenzó en una colonia de vacaciones de verano llamada “Big-Bang” y continuó en un colegio público. 

Más tarde, en el canal de Telefé, las tardes fueron de Chiquititas (1995) y Cebollitas (1997). Ambas tiras con su propio álbum de figuritas y CDs que atesoraban las canciones hiteras que mi generación cantaba en los recreos de la escuela. 

La nostalgia muchas veces juega una mala pasada: son tiras que no resisten el paso del tiempo. Hoy regresan algunos momentos icónicos en forma de memes, porque los memes también son una manera de analizar el pasado.

En 1998 se estrenó Verano del 98, con el sello Cris Morena, pero ya no para niños sino para adolescentes/adultos. Aquella tira se volvió icónica porque narró una historia de amor homosexual, la de Tadeo y Ricky, y para muchas personas gays de mi generación fue la primera vez que se vieron representados en una tira mainstream. Lo bueno, pero también lo bizarro de esta telenovela: nos dejó postales inolvidables como Mario Pasik disfrazado de Monja con el traje que usó Luisa Kuliok, enajenado y disparando en una iglesia. Un personaje que murió como tres veces. 

Más allá de cuáles son los programas que trascendieron en mi generación, cada uno recuerda ciertas novelas o tiras no porque necesariamente hayan sido buenas sino porque son una máquina del tiempo para trasladarse al pasado. A un yo que ya no soy ni seré.

José “Pepe” Plata, desde Colombia

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Foto cedida por Pepe

En los años 90 Colombia tuvo un sistema de teledifusión que se basaba en tres canales nacionales, el 7, el 9 y el 11. En paralelo tenía canales regionales como Teleantioquia, El Caribe y Telepacífico, que todavía existen. Algunas de las series que recuerdo de esa época son las siguientes:

Padres e Hijos, que nació en 1993 y llegó a durar hasta 2009. Esta es una serie tan de culto que la gente la ama, la odia y se burla a la vez. Trataba la historia de una familia de clase media colombiana en la que cada integrante vivía diferentes situaciones alrededor de su vida cotidiana. En esta serie, por ejemplo, la hija menor llamada Daniela Franco comenzó a tener diferentes novios a lo largo del tiempo. Eso se volvió una especie de dicho popular. Hasta el día de hoy algunos colombianos dicen “esta chica tiene más novios que Daniela Franco”

Luego salió Tentaciones (1994), una comedia que muchos veían a la salida del colegio. Se trataba de una pareja que vivía dilemas existenciales y en sus debates internos aparecían un hombre que hacía de ángel y una mujer que hacía de diabla para darle consejos al protagonista. 

En 1996, se estrenó Cartas a Harrison. Una especie de narración experimental donde un grupo de jóvenes de un barrio de Bogotá tenían un amigo que se había ido a los Estados Unidos y que se llamaba Harrison. Sus amigos le escribían cartas donde le contaban lo que pasaba en el barrio y las aventuras que vivían. 

Ya para finales de los 90, hubo dos series que comenzaron algo precarias y terminaron siendo un éxito. Una fue Francisco el matemático (1999). La cual iba a durar seis capítulos para mostrar historias con temáticas adolescentes, como el bullying, el abuso sexual, situaciones que podrían vivirse en un colegio. La serie fue tan exitosa que se alargó y planteó diferentes escenarios que estaban bien reflejados. La otra es Yo soy Betty, la fea (1999). Bajo esa telenovela estaba un libretista llamado Fernando Gaitán, quien logró alejarse del hombre rico que se enamoraba de una joven bella y rompió los esquemas de la época, donde la protagonista era Betty, una mujer algo torpe, que no era agraciada físicamente. En principio esta telenovela no tenía demasiado dinero, de hecho la mayor cantidad de escenas se hacían en un estudio, luego del éxito internacional, el guión se fue estirando y se empezaron a ver las grabaciones en Cartagena y con figuras extranjeras en algunos capítulos. Betty tuvo adaptaciones en muchos países y en distintos idiomas.

Son muchos y muy grandes los registros que nos regaló la televisión local en aquella época. ¿Ustedes cuáles recuerdan?