Por fin. Lo más esperado de la Liga Mexicana de Beisbol llegó: La Serie del Rey. Y no es que el resto de los partidos —temporada y postemporada— no hayan sido atractivos, sino que llega un momento en que se necesitan finales.
El dealer nos trajo lo que nadie quiso. Y lo digo porque Los Pericos de Puebla, representantes del sur avanzaron a la postemporada como segundo lugar, mientras que los Toros, de Tijuana, delegados del norte, como tercero. Ambos derrotaron a los primeros lugares de su zona, Leones de Yucatán y Sultanes de Monterrey, respectivamente.
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Las finales de cada una de las zonas (norte y sur) fungieron como drogas puente. Ahora queremos más. Las disfrutamos pero aburrieron, ya no tenían el mismo efecto. Es sencillo: no genera la misma sensación ver jugar en contra a dos equipos del sur, que ver un duelo entre norteños y sureños. Efecto frontera.
—Y ahora a disfrutar un rico mole de loro gay.
—No lo creo van a venir a Puebla a disfrutar del camote y de paso a entregar el título a mis Pericos.
¡Se inauguran las hostilidades! Se vale hacer todo tipo de referencias, menos decir puto, eso sí suena feo. Eso no es de Reyes.
Y por si fuera poco esta Serie del Rey tiene tintes dramáticos. Por un lado será la primera vez que Tijuana accede a estas instancias y por la otra un lío de managers. Y es que el pasado mes de junio la directiva poblana decidió cesar a Matías Carrillo, el “Coyote” que acumulaba apenas 15 derrotas en 53 juegos con los emplumados.
Los números no eran malos, no justificaban la salida de Matías de la institución verde. Había algo detrás de su despido. Aunque no es nuevo, el mánager ya había estado involucrado en situaciones parecidas:
En 2013 al frente de los Tigres de Quintana Roo, equipo en el que fue figura como jugador, fue cesado pese a ocupar la segunda posición en el standing de la Zona Sur. Aún y cuando de su mano los felinos habían conquistado su décimo título.
En 2014, con los Naranjeros de Hermosillo, de La Liga Mexicana del Pacífico (LMP), ocurrió lo mismo. Había conquistado el campeonato 2013 – 2014. Posteriormente, de la mano de Carillo, en 2014, los Naranjeros obtuvieron la Serie del Caribe. Pero eso tampoco fue suficiente para retener a Matías.
Los rumores apuntan al fuerte carácter de Matías. La intensidad no es su mejor acompañante. Y por supuesto los dueños prefieren echar al coyote agresivo y quedarse con el dueño de la manada. Nadie entiende a los dueños del deporte en este país, les entregan títulos y prefieren buena actitud. Cuando no hay títulos, no les importa cómo conseguirlos, el carácter de un mánager no sería el freno.
Ahora, a tres meses de haberse quedado sin novena, el “Coyote” disputará otra final, ahora del lado de los Toros de Tijuana, como coach de bateo. Puesto en el que tiene buenas tablas, incluso hay quien lo califica como el jugador mexicano más completo de la historia, pese a su fugaz paso por las Grandes Ligas con los Cerveceros de Milwaukee, Piratas de Pittsburgh y Marlines de Florida.
Durante su carrera Matías logró tener el tercer mejor bateo de por vida .330 jonrones y dos mil 500 hits lo respaldan.
Por otro lado los Pericos de Puebla, de la mano de Cory Snyder, avanzaron a la Serie del Rey de la misma forma que hace dos años: como segundo lugar en el standig y ganando la serie de campeonato de zona cuatro juegos a dos.
Los poblanos llegan a disputar la Serie del Rey con su arma más letal: César “El natural” Tapia. Con un porcentaje de .383 sobre la caja de bateo Tapia se coronó como campeón de bateo de la LMB. 128 hits, de ellos 30 dobles, 21 cuadrangulares y 94 carreras producidas. Una chulada al natural.
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Los Toros intentarán frenar la ofensiva emplumada con el rey de la novena entrada, Jason Urquídez. En las cinco oportunidades de salvamento en postemporada, ha dejado buenos números. Las cinco ocasiones ha cerrado la cortina a favor de los tijuanenses. Jason es histórico para los Toros, en toda la temporada acumuló 26 rescates de 27 posibles.
Los tijuanenses se reincorporaron a la justa veraniega en 2014 tras adquirir la franquicia de los Petroleros de Minatitlán. O sea que podemos hablar de una novena “joven” para disputar el título definitivo de la Liga Mexicana de Beisbol.
Es una pena que no se hable de esto a nivel nacional —sí, otra vez me estoy quejando— porque el juego de pelota envuelve esas historias que no dejarían de ser portada de los “grandes” medios deportivos de nuestro país, pero no lo son. Una lástima.
Una Serie del Rey inédita, entre Toros y Pericos.
Batazo que hizo explotar la cabeza y resolvió el primer juego
Implacable pitcheo en el primer juego de la serie para obtener la Copa Zaachila. Un cero a cero en la pizarra que rompió hasta la parte baja de la novena entrada con un batazo de jonrón que hizo explotar el Gasmart y detonó la serie a favor de los Toros.
El juego se centró en la lomita, por parte de los tijuanenses Horacio Ramírez controló la situación durante seis entradas, en las que sólo permitió cuatro hits. Por los poblanos Orlando Lara realizó un trabajo excepcional en ocho entradas permitiendo únicamente dos hits.
La debacle emplumada vino en la novena entrada. Carlos Bustamante, cerrador por los verdes, realizó tres lanzamientos y justo en el tercero le conectaron un cuadrangular. Dustin Martin bateador designado por los Toros fue el encargado de finiquitar el juego que hasta ese momento había sido perfecto defensivamente.
Y sí, los aplausos van para Dustin por conectar ese maderazo, pero la realidad es que Bustamante le puso un bomboncito. El lanzamiento fue el claro ejemplo de lo que no tiene que hacer un cerrador frente a un bateador designado en la parte baja de la novena entrada, en un juego por el campeonato de la LMB.
En el primer juego las cosas se pusieron a favor de los Toros que aprovecharon la tibieza del cerrador emplumado para apuntarse la única carrera y tomar ventaja. El segundo juego se disputó ayer en Tijuana, donde los Pericos lograron empatar la serie con una victoria para cada equipo. A continuación se presentarán en Puebla, para disputar el tercero en el estadio Hermanos Serdán, donde ambos equipos buscarán el desempate.