Música

Tensión, dislocación y fragilidad: Una entrevista con Prurient


foto María José Govea

Dominick Fernow es uno de los artistas más prolíficos de noise en Estados Unidos.​ Activo desde 1998, a lo largo de las ultimas casi dos décadas, se ha dedicado a impulsar algunas de las corrientes más arriesgadas así como perturbadores imaginarios que tienen que ver con el lado más obscuro del arte. Residente tanto en Nueva York como en Los Ángeles, Fernow creció en un ambiente de contradicción, pues mientras sus padres eran artistas, estuvo en escuelas católicas y represivas que lo llevaron a desarrollar un profundo gusto por el death metal y el intercambio de cintas.

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Tiempo después, se inició como interprete que empleaba voces distorsionadas a través de un amplificador y a veces otros elementos analógicos, para empezar gradualmente a trabajar con la música electronica y sintetizadores. En su momento colaboró con infinidad de bandas, entre ellas notoriamente Cold Cave. Su desempeño lo llevó a ser partícipe de los sellos más angulares de la música ruidista: RRRecords, Troubleman Unlimited, Kitty Play y American Tapes, así como también fundar su propia disquera, Hospital Productions.

Con interesantes proyectos alternos como el alias de ” target=”_blank”>Vatican Shadow, del cual tiene como ética estricta no hablar pública ni personalmente; y una discografía bajo su proyecto principal que se extiende a más de 50 lanzamientos; platicamos con el hombre detrás de esta vorágine de ruido respecto a sus inicios, contexto, visión, el proceso frágil detrás de su último disco de larga duración e incluso una muy emocionante colaboración.

Esta es la entrevista con el mítico Prurient:

¿Puedes contarme un poco de ti antes de que hicieras música o de involucrarte en las artes?
Bueno, tuve una infancia que fue predominante basada en hacer arte, ¿sabes? Mi madre es poeta y mi papá también es artista hasta cierto punto. Entonces es algo que siempre ha estado en nuestra familia y que se vio como algo importante para hacer con nuestro tiempo. Pienso que llegué a la música desde esa perspectiva; lo cual considero que fue un error en cierta forma, porque desafortunadamente en la música hay algo que tiene que ver con lo literal, pues en el pasado se ha asociado con estilos de vida. Comparado con otras formas de arte como escribir o el cine, la gente parece tomar la música muy literalmente. Y yo, como un artista que juega con la yuxtaposición, que pone dos cosas en contraposición que no están relacionadas o que no tienen nada que ver… Eso puede ser una experiencia frustrante para la audiencia y también para mí. Por lo tanto, en cierta forma la cagué al involucrarme en la música.
Pero lo que me atrajo originalmente fue que yo lo vi como una plataforma de artes multimedia. Paquetes, imágenes, performance e interpretaciones, letras, el sonido en sí mismo. Desafortunadamente, no creo que mucha gente lo vea así, a diferencia del cine que es mucho más evidentemente multimediático. Ese es mi contexto, yo crecí siempre pensando en arte y llegué a la música después.

Pienso que siempre has abrazado los sonidos más obscuros y que a veces eso lleva a procesos luminosos, como una alquimia, ¿sientes que eso ha tenido un efecto sobre ti?
Sí. Siempre he cuestionado qué es lo obscuro, qué significa eso o qué extremos determinan eso y para quién. Por ejemplo, algo para mí puede parecer no necesariamente obscuro y ser denso para los demás. O viceversa, algo que a los demás les hace muy felices, puede no ser de mi agrado, apagarme, hacerme sentir estresado. Así que en ese sentido, lo que yo entiendo por alquimia tiene más que ver con la transformación y con cambiar algo. Para mí, usar elementos obscuros con propósitos creativos es ultimadamente algo muy positivo.

¿Te acercaste al ruido por razones catárticas?
Pues, no me gusta la catársis porque por definición significa dejar algo ir o deshacerte de algo. Y realmente no me siento así ni como lo he dejado: si hubiera dejado algo de lado, no hubiese podido continuar. Es por eso que en cierta forma, es más como una necesidad de preservar ese tipo de energía o una emoción que es negativa. Porque puede ser utilizada y como te decía, al final se puede convertir en algo positivo y creativo.

Más allá del contexto, tu álbum Frozen Niagara Falls tiene algunos elementos acústicos y se siente como algo muy frágil, ¿puedes platicarme al respecto?
Estuve tanto tiempo haciendo música en la computadora y tantos sonidos electrónicos, que sentí que el ruido había perdido su aspecto físico. En los viejos tiempos, el noise estaba mucho más vinculado al cuerpo, conectado a las emociones y a los movimientos corporales. Eso es algo que realmente queria volver a hacer, entonces implementar elementos acústicos era para mi la forma más pura y directa en la que podía regresar a hacer algo con el cuerpo otra vez.
Finalmente volvió a la electrónica, pero tuvo mucho que ver con un deseo de reconectar con la forma más básica de generar sonidos y ni siquiera es un sentido tan musical, sino algo de lo más primitivo y percusivo. Como rocas y madera, surgió de una necesidad de intimidad para mi. Que claro pienso que se puede lograr con la computadora, pero creo que quise resetear y regresar a lo básico a manera de una búsqueda de usar la computadora, la electrónica y los sintetizadores de una forma nueva. Más continua, más perpetua: si estás haciendo un experimento necesitas un elemento que vuelva a perturbar y hacer disruptivo el proceso. Porque cuando llevas mucho tiempo haciendo algo, es fácil perderte en un solo proceso. Es un reto de reinvención.

Sé que has colaborado mucho con gente como Wolf Eyes o Cold Cave en el pasado, ¿tienes algunas nuevas colaboraciones en puerta para el futuro?
Durante mucho tiempo, Alessandro Cortini y yo hemos platicado respecto a trabajar juntos. Empezamos a hacer algunas cosas pero no están terminadas, así que creo que ese es el principal proyecto que tengo en la mira para el futuro. Además me gusta mucho su mentalidad como persona, creo que su música es muy sincera y tiene una cualidad muy emocional. Sé que hacemos cosas muy diferentes, pero la raíz es el aspecto que motiva.

¿Colaborar y hacer cosas en solo es algo muy contrastante en tu manera de trabajar?
Pues siempre pensaba que los galeristas son artistas muy individuales y me veía a mí mismo así, hasta cierto punto. Pero con el tiempo me fui dando cuenta de que realmente me gusta colaborar y creo que la música es mucho más colaborativa. No sólo por el lado de estar en una banda o trabajar en algo, sino también por el hecho de que la audiencia es una parte tan fundamental de la música que no puedes quitar. Es como una relación.
Pienso que en las colaboraciones aprendes mucho de ti mismo: aunque sea solo, necesito de otras personas para avanzar. Es como estar demasiado tiempo en un proceso de grabación, al final necesito de los demás para crecer y un descanso de mi mismo para poder aprender cualquier cosa.

Has hecho una muy buena relación con Blackest Ever Black, ¿sientes que eso te ha dado un sentido de comunidad?
Honestamente, no soy muy fan de la palabra “comunidad”, porque siento que implica algo relacionado con el control. Pero al final creo que lo que están haciendo es grandioso y me siento como en un buen hogar ahí. En general, creo que me resisto a cualquier cosa comunitaria o sociedad, pienso que es importante participar pero no asimilar. Al final por eso tengo mi propio sello, cosa que también puede ser cansada.

¿Podrías compartirme una muy buena y una muy mala experiencia presentándote en vivo?
Hay tantas malas experiencias presentándose en vivo que realmente no puedo pensar en una. Ha habido tantas malas, que me resulta complicado. Pero de las buenas, podría mencionar cuando estuve en MUTEK México. Una gran noche, fue mi primera vez en México; había estado antes pero únicamente como turista, no para dar un concierto. Ir a tocar fue un gran honor para mí y es claro que lo que MUTEK está haciendo es muy especial, no sólo para mí o para México sino en la escala global de festivales. Han puesto una buena atmósfera, pues es fácil llamar bandas pero no tanto crear una gran vibra.