Este artículo fue publicado originalmente en Thump, nuestra plataforma de música electrónica.
Para contrarrestar la narrativa ligera sobre las drogas en la que a veces cae nuestra generación, hace unos meses emprendí una búsqueda de historias tejidas alrededor de esos momentos oscuros en los que muchos consumidores nos hemos preguntado si ya fue suficiente. Decidí meterme con lo más sombrío: con la sobredosis y la muerte. Esta es una serie necesaria,un llamado al orden cuando se nos va la mano. Porque muchos de mis personajes aprendieron la lección, unos no tanto y otros ni siquiera alcanzaron a contar el cuento.
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Esto es Testimonios de la Sobredosis: historias que lidian con la letra menuda del consumo y el otro extremo de la noche.
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Álvaro, 24, Profesor
“El Clonazepam y el Rivotril son lo mismo, no hay diferencia. El primero es el nombre genérico del medicamento y el segundo es el nombre que le dio laboratorios Roche. A mí me lo recetaron hace más de cuatro años porque estaba muy triste, muy deprimido. Era para la ansiedad, pero es que yo me desesperaba con mi propia tristeza. Me imagino que lo que querían era sedarme para que no me desesperara tanto.
Con el tiempo lo empecé a hacer en todos lados. Me acuerdo que cogía un estuche para lentes de contacto que tenía y lo llenaba de eso para que pareciera como el líquido transparente de los lentes y nadie sospechara. Eso me lo llevaba a la universidad y me lo tomaba.
¿Uno qué siente con el Rivotril? Que todos tus problemas desaparecen. Físicamente es parecido a estar ebrio, a estar sedado. Se te quita completamente la ansiedad: tú puedes tener todos los problemas del mundo y ¡hakuna matata!: no te importa nada más. Es bien bonito, bien bacano, porque uno se monta en una nubesita apartada de la realidad.
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Fue en enero de 2012 cuando pasó. Yo ya llevaba dos meses con Rivotril. Me habían recetado dos goticas antes de dormirme, pero me estaba tomando ocho gotas normalmente y cuando quería pasarla bueno eran como quince. Ese día me eché como 40… más de 40, yo creo.
En algún lado leí que el Rivotril era como un iPod. Uno lo tomaba para desenchufarse, para no ponerle atención a la gente. Ese día era el cumpleaños de mi abuela, mis papás ya se habían ido para allá, y yo tenía mucha pereza de ir, entonces dije como ‘Mejor me pongo chévere’ y me preparé un coctel.
¿Tú sabes que la absenta tiene un ritual, no? Pues me puse a hacerlo completico: quemé el azúcar, lo eché en el agua con la absenta, luego lo endulcé con un poquito de Clonazepam y supo re rico. Eso es dulce, y el sabor combinaba muy bien con la absenta… de pronto fue por eso que me excedí tanto.
Yo no sé bien cuánto eché, solo sé que se me fue la mano. Me tomé el coctel como a las cinco de la tarde y nunca llegué a lo de mi abuela, parce, ¡Y menos mal no llegué! Primero me quedé esperando a que hiciera efecto. Estuve un rato en el computador y empecé a sentir que ya ni podía quedarme sentado en la silla, que me escurría, como cuando uno se está quedando dormido… Que cabecea y eso. Luego empezó a ponerse muy difícil mantenerse despierto y ¡pun!: lo siguiente que recuerdo es despertarme a medio día del día siguiente.
Estaba arropado en mi cama, sin pantalones, y me acuerdo que todos en mi casa se veían re tristes, re decepcionados conmigo. Yo no pregunté mucho porque me daba mucha pena lo que había pasado, pero lo que pude establecer luego de esa noche era que me habían encontrado re mal y de una llamaron a Emermédica. Me imagino que me chequearon, estuvieron un rato y finalmente decidieron dejarme en la casa, yo no supe mucho más allá de eso. Tampoco tengo idea de cuándo llegaron mis papás a la casa, ni idea si yo estaba desmayado o despierto pero re inconsciente… y ya me quedé sin saber todo eso.
Ni en la casa ni donde el psiquiatra se habló del tema. Mis papás simplemente me escondieron el Rivotril, y cuando fui al psiquiatra él solo me dijo que me olvidara de eso, que no me iban a dar más, pero no mencionamos el episodio… o sea, qué pena, yo no iba a tocar el tema ni a decir nada, porque cogí de yonqui algo que supuestamente me hacía bien.
Pero es que, de lejos, el Rivotril es lo más adictivo que he conocido…uuuh sí. Te genera adicción física y adicción psicológica, porque como te quita toda la ansiedad, cuando pasa el efecto la ansiedad vuelve, y vuelve el doble. Entonces te sientes súper ansioso, estresado, y lo primero que piensas es en tomar más… Es bastante fuerte. Cuando me lo quitaron, lo extrañé resto, sobre todo el primer mes, pero no podía hacer nada sino dejar que pasara el tiempo y esperar a limpiarme”.
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Si alguna vez ha sufrido una sobredosis y quisiera compartir su testimonio, contacte a Nathalia a través de Twitter o en su correo: nathalia.guerrero@vice.com