Cada año llega la ola de calor, pero cuando te decides a comprar un ventilador en el super más cercano para no derretirte, ha terminado.
Sin embargo, el tiempo es un fastidio porque pronto vuelve a ser julio y estás a punto de encontrarte de nuevo con la molesta situación de tener que lidiar con que: a) estás sudando por todos los poros, y b) hueles mal. Si eres una persona con pechos, quizá decidas que la mejor manera de gestionar esos dos cachos de carne pegados a tu torso en una época tan calurosa sea llevar algo cómodo que permita la ventilación. Como quieres seguir conservando tu forma humana y no convertirte en un charco, te pones una camiseta, un par de pantalones cortos o quizá un vestido. Tal vez pasas del sujetador por la simple razón de que llevar una jaula de tela en las tetas no es la mejor decisión durante una ola de calor.
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Entonces, sales por la puerta y algún cretino te lanza una mirada a los pechos y se queda fijado en ese punto durante unos segundos. Lo observas mientras te mira y continúa haciéndolo al pasar por tu lado. Al avanzar unos pasos más por la calle, otro hombre hace lo mismo. A pesar de que solo eres una persona intentando sobrevivir al clima, ahora tu cuerpo no es más que un objeto sexual para el consumo público.
Es un fenómeno triste y que hace que te sientas más avergonzada, inútil y cabreada que el tío que estampó una excavadora contra un establecimiento de Travelodge. Puede que se trate de un sentimiento asociado a Lena Dunham en 2012, pero teniendo en cuenta que los hombres se quitan la camiseta dejando al descubierto su moreno de camiseta a la mínima que estamos a 18 grados, yo también debería poder ir al supermercado y meter la cabeza en el congelador sin recibir miradas lascivas.
MIRA:
El problema es que tengo la sospecha de que la mayoría de esas miradas terminarían si supiesen lo asqueroso que es tener tetas en verano, en especial en una ciudad, donde la humedad y la desesperación están más presentes de lo habitual. Tener pechos en verano es como tener que lidiar con un cliente complicado.
Las tetas sudan a su ritmo (que suele ser un litro por minuto, lo cual significa que cualquier prenda de ropa de color está descartada, a menos que quieras que te salgan manchas de sudor), y también tienen sus propias necesidades (quizá tengas que llevar una camiseta ligera porque el aire acondicionado del trabajo hace que se te marquen los pezones) que no tienes más remedio que atender. Es muy probable que sean las partes menos atractivas del cuerpo, ya que lo que hay dentro es equiparable a una atracción de rápidos de agua (véase también: el sudor del culo). En el momento en que la cara se me pone lila por una posible insolación y todo el cuerpo es tan resbaladizo como el de un delfín a causa de mi propia generación de humedad, tendríais que ser conscientes de que las tetas pierden cualquier resquicio de sensualidad que pudieran tener.
Obviamente, cuanto más grandes sean tus pechos, más empeora la situación. Las chicas con tetas grandes lo pasan peor cuando intentan encontrar ropa cómoda que aquellas que tienen tetas pequeñas. Si dan con algo que les gusta, no tienen más opción que llevar un sujetador que sirva de soporte (léase cárcel de sudor) incluso en los días más calurosos y, además de eso, tener que aguantar que las vean como objetos. No te sorprenderá saber que todo esto ¡da asco! ¡Sobre todo cuando también te sudan los genitales y el sol te provoca migraña!
En el caso de que te sumerjas visualmente en los pezones marcados de alguien que lleva una camiseta sin mangas, te doy un consejo: lo mejor que puedes hacer en esa situación es recordar que son personas —no solo un cuerpo— con sentimientos y que saben que están sudadísimas así que, por favor, dejadlas en paz.
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