Música

The Blaze explora la humanidad con los videos más increíbles que jamás hayas visto

Cuando escuchas y miras lo que hace The Blaze, te entra un verdadero escalofrío. Justo en ambas mejillas. Estoy sentado en el sótano de la oficina parisina de su sello y me muestran el video de “Queens”, la última pieza visual de su álbum debut Dancehall. A pesar de que solo estoy frente a una computadora portátil colocada frente a mí y al dúo electrónico francés, la proyección privada se siente como un gran evento. The Blaze son impresionantemente famosos por sus videos, tal vez más que nadie trabajando actualmente en la música.

Desde el primer día, su trabajo ha sido emocional y matizado, a menudo en formas vulnerables e íntimas que muestran a personas que de otra manera no habrían estado frente a una cámara. “Lo que estamos haciendo con The Blaze es humanista”, dice Guillaume Alric, hablando a través de una nube de vapores mentolados.

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Ahora tiene 32 años, estudió fotografía cuando tenía poco más de veinte años y viajó a Nepal y la India para realizar proyectos fotográficos callejeros (todavía conserva los rollos de película en un armario de su casa). Durante unos años produjo un celestial dub bajo el nombre de Mayd Hubb. Luego, Jonathan, su primo estudiante de cine, tuvo que enviar un video musical para un examen final, y ahí surgió The Blaze. El dub de Guillaume era demasiado largo, demasiado complejo para ponerle imágenes. Tal vez sería mejor si creara algo más electrónico, dijo Jonathan, quien desde entonces se graduó y es unos años más joven, 29.

Eso fue hace siete años. Los primos sabían que tenían algo especial, una especie de simetría creativa complementaria, y lanzaron su primer video oficial como The Blaze en 2016. Filmado con un presupuesto de casi nada, “Virile” es un retrato encantador y casi romántico, manteniendo una interacción entre dos hombres mientras se van de fiesta en el piso alto de un edificio. Mientras los hombres se divierten en la danza, se produce una comunicación física a través de las historias que cuentan sus cuerpos. Es un escenario tan íntimo como real.

A “Virile” le siguió el video de la joya del año pasado, “Territory”: una poderosa ilustración del regreso de un hombre argelino a casa. El mismo captó la atención del director de Moonlight, Barry Jenkins, a quien le encantó tanto el clip que colocó una captura de pantalla como fondo de su teléfono celular. También ganó un Gran Premio en Cannes, otorgado por “su historia que celebra la condición humana”. Más recientemente, el dúo lanzó “Heaven”, una alegoría visual para la utopía, “para mostrar que el paraíso tiene todos los colores de la piel juntos, en la naturaleza, teniendo contemplación”, explica Jonathan. Entonces, ¿podemos ver el nuevo video? “Sí, es por eso que tienes palomitas de maíz”, dice, riendo y señalando los bocadillos que han puesto sobre la mesa para nosotros.

“Queens”, que puedes ver aquí arriba, es el lanzamiento más vívido de The Blaze. Viniendo de la misma paleta tonal de Andre Arnold, Sean Baker o Larry Clark –directores que presentan la marginalidad de la sociedad con un realismo crudo pero aún cálido–, celebra la vida de una mujer gitana a través de flashbacks evocadoramente ricos a su yo más joven y a otra adolescente. Tal vez son amigas, tal vez son hermanas, “no sabemos, y no nos importa”, dice Jonathan. Pero lo que sí vemos es sentimental, aunque de la manera más visceral. Las mujeres jóvenes nadan al atardecer. Prenden un porro en el asiento trasero de un automóvil a gran velocidad y disparan rifles. Ambas se apoyan la una a la otra, como si fuera un dúo de vida o muerte, empujando a otra mujer al pavimento antes de escupir sangre roja y caliente.

Estos momentos inspiran esos escalofríos en mis mejillas, porque se cuentan en el contexto de un funeral. Tanto la pista como la visual están enraizadas en la pérdida, comenzando con una vigilia a la luz de las velas y enfatizada por la letra repetida de “so long, so long, so long / you were my everything / for you I sing”. Es un reloj inquietante y desgarrador, lleno de anhelo. “Estamos tratando de hacer música emocional”, dice Guillaume. “No queremos simplemente hacer música feliz, queremos explorar todo”. Pero incluso dentro de los matices más oscuros de “Queens” hay una sensación de paz, una idea de que la vida se puede celebrar a través de la muerte, un luto triste pero eufórico.

Según ellos, es importante para The Blaze sumergirse en las locaciones de los rodajes. “Estamos hablando de cultura, así que para ser reales y honestos en nuestros videos necesitamos saber cómo es todo allí”, explica Guillaume, exhalando otra gran nube de e-juice. Antes de rodar “Queens”, se prepararon: vieron documentales y películas, leyendo artículos y libros, “estando en cualquier lugar donde pudiéramos encontrar información”, así como pasar tiempo en el lugar no revelado del video. Me cuentan cómo los gitanos queman la caravana del difunto, y por qué nunca pronuncian el nombre de la persona que ha fallecido. Hablamos un poco sobre tradiciones y espíritus.

Foto por Benjamin Loyseau.

The Blaze crean música porque quieren que las personas sientan cosas, y producen videos porque quieren unir un poco más a la humanidad, mostrando cómo emociones como el dolor y la nostalgia o el amor y el miedo trascienden las culturas y son la definición de lo que significa sentirse vivo. O algo así. Ya nos acompaña un traductor, para ayudar en caso de que haya alguna falla de comunicación, especialmente cuando se trata de un tema tan vasto y abstracto como, ya sabes, la condición humana. Entonces, de nuevo, su trabajo habla por sí mismo. Cuando se ejecuta bien, la combinación de música y video puede provocar una reacción incomparable en cualquiera de nosotros. Y The Blaze combina ambos medios con el instinto de los maestros.

Claramente, el dúo francés no se avergüenza de las emociones. Guillaume me dice que lloró la semana pasada mientras veía la brillante película Lion, protagonizada por Dev Patel. Naturalmente, ambos primos son grandes admiradores del cine, y de directores como Ken Loach, Alfonso Cuarón y Terence Malik, pero como todos nosotros, también les gusta ver películas desde sus respectivas camas. Sus intereses musicales son flojos. Jonathan recuerda la primera vez que escuchó la “Novena Sinfonía” de Beethoven y adora la composición clásica, mientras que Guillaume comenzó a tocar la batería cuando era adolescente porque era un fanático de Nirvana. Como The Blaze, se inspiran de una paleta donde yace salsa, dub, rap e influencias electrónicas, combinándolos para crear algo que podría calificarse como un nuevo EDM: música de baile emocional.

Aunque podrían ser vistos como los próximos en un linaje de dúos electrónicos oriundos de París (Daft Punk, Justice), ninguno de los miembros de The Blaze es parisino. Jonathan nació en Costa de Marfil, creció en Normandía, se mudó a Perú con sus padres en la mitad de la adolescencia y luego estudió cine en Bruselas antes de mudarse a la capital francesa. Guillaume, que viajó por Sudáfrica, Canadá y Europa como Mayd Hubb, se crió en la región francesa de Borgoña, en una pequeña aldea, y siente una compulsión semi-permanente por regresar al campo. “Es como las personas cuando se crían cerca del océano, necesitan ver el océano y si no ven el océano en tres meses se vuelven locos. Es lo mismo con la naturaleza”, dice en voz baja, sonriendo.

Con eso dicho, Dancehall, que está conformado por diez tracks, fue escrito y grabado en París y el sur de Francia, en la casa de su abuelo de 98 años de edad. “Queríamos contrastar el lugar donde trabajamos, las calles [de París] con el campo”, confiesa Jonathan. Los primos visitaban la casa cuando eran niños e iban de vacaciones con su gran y extensa familia, así que el regresar y recordar pequeños piecitos que corren de habitación en habitación, es bastante nostálgico. También ayudó que su abuelo fuera prácticamente sordo, por lo que no importaba cuándo The Blaze grabara. ¿Él sabe que son músicos? “Lo sabía, pero no creo que le importara”, asegura Jonathan mientras ambos sonríen, recordando cómo la mayoría de las noches los tres se sentaban a cenar, comiendo tazones de sopa.

Inspirado no por el género musical, sino por el lugar literal, Dancehall intenta cultivar una unión. Todas las personas moviéndose como una sola. “No bailando de una manera graciosa, superficial. Bailando juntos, intercambiando algo”, explica Jonathan.

A diferencia, digamos, del álbum Knock Knock de DJ Koze, Dancehall adolece de una falta de variación. Parte del encanto inicial de los primeros lanzamientos de The Blaze también se pierde, ya no se filtra en el detrito de las tres de la mañana de la zona de fumadores, sino que se dispara desde el escenario principal. Aún así, hay momentos estimulantes: la construcción en “Rise”, la sensualidad fluida en “Places”. Hay algunos momentos en los que la música se siente tan viva como los mismo videos de The Blaze. A veces, los primos también conjuran magia: creando paisajes sonoros que se sienten como llegar a casa, donde sea que sea; sus canciones crean espacio para las epifanías, el rompimiento de un corazón en mil pedazos, el juego una y otra vez de un recuerdo para saborear.

“No sé ustedes, pero si les gusta el arte, es porque les da emoción”, dice Jonathan. “Si voy al cine, es porque quiero llorar o sentir algo”. Cuando se trata de música, Jonathan continúa, “es porque quieres viajar, quieres estar en otro lugar. Y esa es la simple razón por la que nos gusta crear con emoción”. Guillaume agrega a su punto. “Cuando decimos emoción, nos referimos a toda la emoción: tristeza, felicidad, todo”.

Esto, según The Blaze, es “la poesía”. Con otro grupo, esa frase podría no tener ningún sentido: crear algo poético podría significar ser demasiado sincero. Pero viniendo de The Blaze, funciona. Es menos un proyecto de música y más una exploración poética, un intento de documentar o dar vida a esta cosa intangible en toda la humanidad que también es más grande que todos nosotros. Algunas veces funciona. A veces no. Sin embargo, cuando Guillaume y Jonathan llegaron a ese punto óptimo, cuando todos los mundos colisionan en su trabajo, explican algo que va más allá de la música, el video o la actuación en vivo. Eso es esos escalofríos. Y The Blaze tiene una habilidad real para crearlos.

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Este artículo fue publicado originalmente en Noisey UK.