He visto el pene de Justin Bieber. No pedí ver su pene, ni siquiera tenía necesidad de ver su pene, sin embargo lo he visto. Es como si su pene se sintiera atraído hacia mí, o yo hacia él tan hipnotizado que no sabía lo que hacía después de escuchar que las fotografías del pito de Justin Bieber se habían materializado en internet. Me ganó mi deseo por ver algo vergonzoso sobre un extraño al que nunca he conocido y nunca conoceré, y terminé frente a una fotografía de una salchicha no circuncidada de 15 centímetros tomada por un cabrón de la computadora de Justin Bieber. O podría ser culpa del rapero Lil Twist; es el mejor amigo de Justin Bieber y una indiscutible mala influencia sobre el pequeño muppet.
Hay quienes dirán que el pene que vi no estaba pegado a Justin Bieber, sino a un pobre bastardo que aceptó hacerse los tatuajes de Justin Bieber con henna con la esperanza de hacer quedar mal al pobre, talentoso y apuesto hermanito de América. Y quizá tengan razón, y quizá lo que vi fue el pito de un güey cualquiera. Supongo que realmente no importa de quién era el pene. La percepción es todo lo que importa, porque la percepción hace la realidad, y la realidad es que básicamente el 98.765 por ciento de nosotros queremos ver a Justin Bieber caer. Queremos saber que es vulnerable. Queremos ver dentro de Bieber; y hasta que inventemos alguna especie de máquina de rayos X para invadir la privacidad, ver su pito es lo mejor que podemos hacer.
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La idea de ver dentro de Bieber, no sólo mirar su paquete, es el subtexto implícito en The Love Song of Jonny Valentine, la nueva novela de Teddy Wayne sobre un personaje bieberesco que podría servir como la historia de partida para todos esos terribles e increíbles ángeles del pop de la sociedad. ¿The Love Song of Jonny Valentine explica por qué vi el pene de Justin Bieber? Esa fue la pregunta que me hice mientras leía la novela, y decidí que la naturaleza de mi reseña dependería de la respuesta. Resulta que la respuesta es sí.
El autor nos coloca en la cabeza de Jonny Valentine, una sensación musical de once años que hace música pop mediocre para niños. No tiene control de su vida, la cual es controlada en todos los sentidos por su madre. Su llegada a la fama es muy similar a la de Bieber: una madre desamparada sube un par de videos de su talentoso hijo a YouTube, y un contrato discográfico y varios cientos de miles de fans después, el niño es una estrella. Su madre compensa su falta de conocimientos sobre la industria con una tenaz determinación de nunca volver a ser pobre, aunque eso implique explotar a su único hijo. En su intento por exprimir a su pobre criatura, no se da cuenta que Jonny está quedando dañado, en exceso. Sufre de bulimia, toma pastillas para dormir, es adicto a los videojuegos, y se masturba demasiado (esto es importante. Pon atención a las escenas de masturbación). Su madre lo aísla del mundo real; no está expuesto a los medios porque es un tema constante de discusión, y saber que la gente lo odia podría afectar su autoestima, su único amigo es mucho mayor (su guardaespaldas Walter), y no sabe interactuar con nadie de su edad, y en buena medida, con nadie en general.
Jonny está desesperado por vivir una infancia que se le escapa entre los dedos y rechazar cualquier cosa que no tenga que ver con el negocio del entretenimiento adulto. Su única escapatoria es un juego estilo World of Warcraft en el que el jugador es completamente autónomo. Su percepción trastornada de lo que significa ser normal nos lleva al fondo de la psique: es como si Valentine (y Bieber) hubieran ido a la secundaria y la escuela de negocios al mismo tiempo. ¿Es esa combinación de poder e inmadurez lo que lleva a alguien a tomar una foto de su famosísimo pene y guardarla en su computadora? Lo normal para Justin Bieber es extraño para nosotros, y es importante no olvidarlo.
Conocemos a Jonny a través de su voz, algo impresionante por varias razones. Es una extraña historia para adultos con una narrativa en la primera persona de un niño. Jonny casi logra entender el mundo que navega: sabe su lugar en la vida, sin necesariamente entender por qué está ahí ni cómo eso afecta a otros. Igual que cualquier niño de 11 años, escucha palabras y frases que no entiende por completo, pero que sin embargo intenta usar. Sólo que en el mundo de Jonny, él escupe palabras como “mercados secundarios” y “conocimientos mediáticos” como si fueran cosas con las que tiene que lidiar todos los días mientras reparte el periódico.
La fama es algo terrible, jodido, estúpido y malo, y cualquier persona cuerda debería odiarla y evitarla como si fuera gonorrea, pero nos obsesiona. Justin Bieber es un demonio, pero nosotros lo hicimos así. La espiral de decadencia de Jonny Valentine/Justin Bieber es nuestra culpa, pero no es nuestra culpa que Justy Valenbieb fuera introducido a un sistema con el permiso para comérselo vivo. Supongo que The Love Song of Jonny Valentine es en realidad una crítica a Estados Unidos (a los medios [Vice se lleva una mención], nuestra cultura, el capitalismo hasta cierto grado), contada a través del ojo del pito al que chupa y coge.
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