El album This Is Hardcore, muchas veces es catalogado como la sentencia de muerte del Britpop, un movimiento cultural británico marcado por el coraje de la clase obrera y la candidez del pop. Bandas como Oasis, Blur y Suede llegaron para sacudirse el shoegaze y el movimiento grunge de Estados Unidos, ceñidos por una especie de orgullo cultural sarcástico que se alineaba muy bien con el ascenso de Tony Blair y New Labor.
Pulp se unió a esas bandas para formar parte de los “cuatro grandes” del Britpop, pero siempre se mantuvieron al margen, a su manera. La banda ya llevaba 15 años cuando el Britpop se afianzó en 1993, y no tuvieron éxito hasta el disco de His ‘n’ Hers del año siguiente. Incluso entonces, el líder Jarvis Cocker no encajaba con la genialidad de Damon Albarn y los hermanos Gallagher. Creció como un inadaptado introspectivo, pálido y flaco y con unos lentes demasiado grandes. Cuando era adolescente, fue secuestrado por unos pedófilos en una camioneta después de que su madre le dijo que fuera más sociable y terminó burlándose de ellos. En consecuencia, las canciones de Pulp, como “Pink Glove”, “Mis-Shapes” y, por supuesto, “Common People”, siempre mantuvieron un cierto grado de escepticismo de observación, y mostraron menos entusiasmo al celebrar el ser británicos. Ese espíritu de desventaja fue lo que llevó a Pulp hasta los headlines del cartel en Glastonbury en 1995.
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En 1998, “Cool Britannia” fue elegida por el recién electo Tony Blair, ya que las voces alguna vez optimistas de las ciudades de clase trabajadora de Gran Bretaña fueron ahogadas por los cierres de minas y el socialismo champagne de New Labour. (Supuestamente, el equipo de Blair siguió a Cocker mientras estaba de vacaciones en Nueva York para pedirle que apoyara la campaña electoral, a lo que Cocker les dijo que amablemente “se fueran al carajo”; después les respondió formalmente con el subestimado lado B del Hardcore “Cocaine Socialism”.)
A esas alturas el Britpop ya se había convertido en material para la prensa amarillista, una auténtica locura distorsionada en un mundo prefabricado de las Spice Girls, cediéndole la batuta disidente a Radiohead. Blur abandonó el movimiento un año antes para irse de lleno con su álbum homónimo, y Oasis ya se había convertido en una caricatura de sí mismo. Cocker, por su parte, se estaba ligando a Chloe Sevigny y comenzaba su adicción por la cocaína, sus pósters ya adornaban las portadas de las revistas y las paredes de los cuartos. Por fin un símbolo sexual de rock ‘n’ roll, justo a tiempo para neutralizar los lloriqueos de Coldplay y Travis. El ímpetu optimista del éxito de Pulp con sencillos como “Disco 2000” —y ese impulso que llevó a Cocker a donde estaba— había llegado a la cima.
Fue entonces que Pulp sacó This Is Hardcore, una despedida y una cruda implacables para el día después de la revolución, ¿o acaso todo era una fiesta de moda? El sexto álbum del grupo se encontró de inmediato con la controversia. La portada, hecha por Peter Saville y John Currin, muestra un retrato raro de una rubia de Hollywood, su torso desnudo inclinado sobre sábanas de satén rojo. Su cuello alargado se arquea hacia su boca abierta y ojos separados, el título de color rosa chillante del álbum se estampa obscenamente sobre su piel.
“Es sexista”, se leía en algunos graffitis de los pósters promocionando el Hardcore en el metro de Londres, junto con “es denigrante” y “es una ofensa para las mujeres”.
Es difícil saber si los vándalos del metro no entendieron el punto de Pulp, o si ellos contribuyeron a formarlo. This is Hardcore vio a los héroes de la clase obrera del Britpop contando con la fama, el hedonismo, el éxito, el dinero y la grotesca distorsión de la realidad que los acompaña. No es su mejor álbum, ni el más popular, pero eso también es lo que lo convierte en un logro artístico que aún resuena, quizás más que nunca, más allá de la decadente “Cool Britannia” de la cual nació.
Tal vez la música era más inquietante que el arte de la portada. Dejaron atrás a los himnos disco para inadaptados, la nostalgia suburbana, el mayor impulso de sintetizadores y las críticas sexuadas de clase que impulsaron al quinteto de Sheffield al estrellato en sus dos álbumes anteriores, His ‘n’ Hers y el hito de 1995 Different Class. En cambio tenía algo más oscuro, algo apagado, plagado de bronce poroso y baladas huecas, sexo desolado y una mortalidad claustrofóbica. La primera nota de “The Fear” sugiere, por un momento, el impulso creciente de los éxitos anteriores como “Lip Gloss” y “Do You Remember the First Time”, pero de inmediato se revela como todo lo contrario. Todo se siente podrido, como una versión mala de su misma portada.
“Este es el sonido de alguien que pierde el camino / se da cuenta de que está bien cuando no lo está”, se lee en las letras. Si el título de la canción no lo dejó claro, la canción es una oda a la paranoia que funciona como la puesta en escena para el vértigo existencial de las canciones que le siguen. El coro llega con un chirrido casi intolerable de escuchar, un dispositivo musical asociado con lo etéreo y lo estimulante, convertido en algo inquietante y sobre exaltado.
Estos cambios en el característico disco pop de Pulp son saltos sutiles de sintetizadores que son un poco demasiado enfáticos, trompetas que están un poco demasiado procesadas, pero, junto con las letras de Cocker, enfatizan que lo que ya conocemos se puede volver asqueroso sin que nos demos cuenta. Nada se siente intencional, o como si la banda tratara de hacer una declaración. Son Cocker y Pulp, improvisando, siendo de la única forma que saben ser.
Después de una carrera dedicada a desenmascarar las vidas y los mundos a su alrededor, Cocker se va al interior. Hardcore no es una narración de cuentos, sino una introspección. Pone todo lo que odia de sí mismo como una armadura orgullosa en los álbumes anteriores, junto con su piel de celebridad. No hay ego o introspección por eso; en realidad, muchas veces resulta divertido (“No soy Jesús, aunque tengo las mismas iniciales”), una herramienta que no debe subestimarse dados los temas difíciles de digerir del álbum. Sin embargo, con frecuencia, es un ajuste de cuentas sincero con una complejidad moral. Cocker puede ser famoso, pero al voltear su lente hacia él mismo, refleja eso con su audiencia.
En las canciones subsiguientes se le ve lidiando con el abandono de su padre (“A Little Soul”), con el envejecimiento y la marginación (“Help the Aged”), con la expectativa social (“I’m a Man”) y ¿qué más tendría un álbum de Pulp? —el sexo, y sus innumerables implicaciones, en la canción del título. Cocker intercambia el apetito desviado y salaz de canciones pasadas como “Pencil Skirt” y “I Spy” por algo más desapegado, comparando el éxito con la vida de una estrella porno. El sexo es como un perro persiguiendo un coche (“Eso va ahí / Y ahí va, oooh / Y luego se acaba”), el sexo como poder (“Este soy yo encima de ti / Y no puedo creer que me haya tomado tanto tiempo”), el sexo como una concesión inevitable de la vida moderna (“No puedes ser un espectador, oh no / Debes tomar los sueños y realizarlos”). Se aferra a lo místico y a la seducción de lo que está fuera de su alcance, hasta que no nos queda más que nosotros mismos, desnudos y solos.
De esa manera, todo el Hardcore, juega con un anticlimax inquebrantable con Different Class; la fantasía amorosa de “Something Changed” se convierte en el fracaso predecible de la relación de “TV Movie”; la juventud psicodélica de “Sorted for Es and Wizz” se convierte en los hedonistas desesperados y envejecidos de “Party Hard”; el potencial de “Disco 2000” se convierte en la mundanidad y la impotencia de “Dishes”.
“Me gustaría hacer vino esta agua, pero es imposible / Tengo que secar estos platos”, canta Cocker. Bueno, así es la vida, ¿no? “¿Y no estás feliz sólo por estar vivo? / Todo es posible “, dice en el siguiente verso, con la voz quebrada y ligeramente fuera de tono, como si cantarla más alto de alguna manera lo hiciera más cierto. O tal vez es un poco demasiado cierto. Si estamos vivos, ninguno de nosotros, y especialmente Cocker, nos podemos quejar, pero eso no nos hace sentir menos vacíos. Es un cálculo magistral de una paradoja conocida que la mayoría de nosotros preferiría no analizar, y lo convierte en uno de los momentos más desgarradores del álbum.
El Hardcore lo hizo bien, alcanzando el número uno en el Reino Unido, pero Pulp y su base de fans en su buena época nunca volvieron a ser lo mismo. Es un disco difícil, y hasta cierto punto, no se puede culpar a la gente por no querer escuchar a sus defensores de la gente común lamentándose por las fiestas y el envejecimiento. Pero eso no se debe a que, como todos, desde Elvis hasta Taylor Swift, su tema se muestre como auto complaciente y poco creíble, sino más bien porque es muy fácil identificarse con el. Hardcore nos ofrece una mirada brutalmente honesta sobre el lado oscuro de la humanidad, el mito de la meritocracia, y las falacias y concesiones que hacemos para mantenernos al día con la competencia en la vida moderna. Hoy en día, idolatramos a Radiohead por capturar esa desilusión de todos contra todos en OK Computer, pero Hardcore nos ofrece la verdad más dura e inquebrantable: todos nos convertimos en todos.
La realidad de la gente común, que Cocker pasa por alto en la versión de la canción, es con lo que nos quedamos todos, de una forma u otra. Hardcore es el Ok Computer para los que elegimos complacernos y participar. Y, si somos honestos, todo el mundo es eso. Todos elegimos el placer si podemos. Todos seríamos ricos si pudiéramos. Thom Yorke es Dj en las fiestas de la semana de la moda, pero no lo escucharás hablar de eso. Probablemente argumentaría, con razón, que hay peces más grandes y más corruptos para freír.
Pero por eso es más importante tener una banda como Pulp y un álbum como This Is Hardcore, para conectar los puntos incómodos entre los hombres comunes y los hombres reales. Cocker miró a su alrededor y vio el individualismo, elogió la acción colectiva y la conciencia social a la que supuestamente dio origen. No es difícil ver los paralelismos de hoy en día: el momentum pop fugaz de “Common People” en la autosatisfacción momentánea del activismo hashtag; la satisfacción de que estos problemas no sean tu culpa. La conclusión de Hardcore, y su historia, es que el cambio —el cambio real— requiere tomar posesión de un cierto sentido de complejidad moral y complicidad. Es una pastilla difícil de tragar. Expresar el choque cultural perpetuo de la vida después de 2016 es la verdad más difícil y personal de que nuestras buenas intenciones no significan una mierda. This is Hardcore está aquí para recordarnos eso, no una crisis de fe, sino la resignación de, “supongo que ya lo veíamos venir”.
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Este texto apareció originalmente en Noisey US.