Al mirar la historia musical de los sellos discográficos independientes hay algunas que se destacan por dejar una huella especial y generar seguidores incondicionales. Para el jazz y la música contemporánea, el sello ECM, que cumplirá 50 años en el 2019, es una muestra de entereza. En los ochenta, a Inglaterra le dejaron grandes legados los esfuerzos de sellos como 4AD, Creation, Mute y Factory, entre otros. En el ámbito latino, la Fania y Fuentes son improntas de sabor en los que varias generaciones tropicales se han dado gusto.
Rock, ska, metal, hip hop, electrónica, jazz, noise, reggae y otros sonidos han tenido en los sellos independientes plataformas y oportunidades que en otros lugares no hubieran tenido. Gestionar un sello es un aventura que contiene deseos de difundir una obra, pero también una necesidad monetaria. Se hacen gastos en diseño, producción y otros detalles de la cadena musical que necesitan recursos sí o sí. Las gestiones altruistas de sellos digitales también, de un modo u otro, necesitan recursos, aún si la música se entrega sin un pago.
Videos by VICE
Y si revisamos las historias que América Latina tiene alrededor de sellos independientes, algunas de ellas son tan ricas como efímeras, pues son apuestas que se hacen para llegarle a un mercado que constantemente está siendo seducido por las ofertas de las multinacionales o en el cual los espacios de difusión de otras tendencias son limitados.
Si además tenemos en cuenta que vivimos en países con tendencias centralistas, encontrar sellos independientes fuera de las ciudades capitales es todo un acontecimiento. Pero afortunadamente, entre la testarudez y el romanticismo, hay tres sellos latinoamericanos que se gestaron fuera de las capitales y este año celebran su 15 aniversario.
Lo mejor de todo: siguen activos. Revisar su historia es encontrar un deseo clave que se convierte en motor o refugio creativo. Aquí los desmenuzamos.
Static Discos, Tijuana
Static nace tras la idea de Enrique Jiménez Valdés (Ejival). El nombre de este personaje ha estado ligado a la música de Tijuana por más de dos décadas, pues es quien ha estado atento al talento y los caminos creativos de este lugar del mundo.
Static nació después de un sello previo llamado Nimboestatic, el cual ofrecía espacios para bandas de Baja California a finales de los noventa. Pero este sello se enfocó en el talento mexicano y mostró un quiebre artístico frente a propuestas como Nortec. Entonces había artistas como Rubén Tamayo (Fax) o Fernando Corona (Murcof) que provenían de la región, pero no encajaban con esta estética. Así que estos fueron esos inicios en los que Static surgió para mostrar una elegancia y transgresión que ha perdurado.
En estos quince años, el sello ha tenido la oportunidad de ser un radar y un emisor de tendencias musicales electrónicas cuya repercusión ha sido ya global. En él aparecieron artistas como Childs o Cubenx, que se aprecian en Francia, China y otros países.
Para Ejival el criterio de selección está en este camino: “Siempre buscamos artistas que tuvieran un cuidado especial en la producción musical, que hubiera diseño sonoro, sea en cualquiera de sus géneros. Y en verdad, tal vez lo más importante, que fueran compatibles en persona y sentido de humor con nosotros. Es muy difícil la vía independiente, y ante las injusticias es el buen humor lo que salva.”
En los últimos años, el sello se ha reinventado orientando sus esfuerzos hacia las plataformas digitales, debido a las variantes condiciones del mercado de copias físicas. Su futuro sigue ligado a esa electrónica que escapa de modas y que latinoamérica merece escuchar más, Para su creador, lo que espera de estos esfuerzos de sellos y como consejo está en esta sentencia: “Ser más diversos en su oferta, no todo tiene que ser techno o cumbia, o techno cumbia.”
Abolipop Records, Guadalajara
En tierras tapatías, dos hermanos de apellido Martínez (Israel y Diego) lanzan un sello llamado Mundonuevo en 1999, con el cual publicaban sonidos darkwave con tendencias electrónicas. En el 2002, conocen a Laura Becerra (Carrie) y a Eric Gamboa (Destreza) que tenían una plataforma web para obsequiar archivos MP3. Los espíritus creativos se unen y la experiencia de la disquera y de la plataforma, hace que Abolipop se transforme en un espacio para esa creación electrónica que se venía gestando en la ciudad. Israel es quien sugiere que permanezca el nombre Abolipop.
Ahí nace el interés de publicar artistas mexicanos que estuvieran explorando tendencias como el IDM, indietronica y más. En estos quince años, artistas del sello han tenido la oportunidad de hacer presentaciones en escenarios de América y Europa y además ser fichados por otras improntas.
Israel reconoce que Abolipop abrió un espacio necesario en el occidente de México; algo distinto al movimiento DJ. Son ya legendarios algunos discos como la recopilación No estamos solos, el primer lanzamiento de larga duración de Lumen lab, Comiendo algodón en la pista de baile. Y también los discos de proyectos como Transistor, Aeropuerto y Signal Deluxe.
El esfuerzo es reconocido por Israel, quien recuerda cómo otros sellos como Discos Konfort, Soundsister Records, Static Discos, Igloo Música y At-At que lograron ofrecer una música electrónica distinta y que ha perdurado. Según él, “creamos y solidificamos una escena que ahora otros disfrutan con una visión de negocio. La nuestra era, como la de todo sello DIY históricamente, difundir, compartir, crear una escena y pasarla bien”.
Emociones, exploraciones, juegos y retos sonoros son los criterios para escoger un artista que esté en Abolipop; pero también la amistad y no pensar en una relación de negocio. La existencia del sello está ligada al apoyo a músicos jóvenes y que necesitan un sello para comenzar. El trabajo de los hermanos Martínez tiene más de diez años siendo publicado en plataformas internacionales y Abolipop es algo que mantienen para convivir y apoyar a músicos más jóvenes.
Este sello hace parte de esos esfuerzos locales que ojalá también entren en una dinámica latinoamericana y que Israel desea se conviertan en una escena global.
Casa del Puente Discos, Mar del Plata
El colapso económico argentino del 2001 no fue impedimento para iniciar un sello. Ante una panorama de incertidumbre, pero de gran furor creativo, la chilena Cecilia Amenábar (quien fuera esposa de Gustavo Cerati) y el baterista de la banda Altocamet, Pedro Moscuzza, fundan Casa del Puente Discos.
Hoy, el sello tiene un equipo de personas entregadas a él. Moscuzza continúa, pero está también Nicolás Agüero, quien desarrolla actividades de prensa y redes. Pedro recuerda como en sus inicios, el sello buscaba aquello aparte. “Empezamos a editar esos discos raros que tanto nos gustan y que los sellos multinacionales ni les prestan atención. En ese momento, la música electrónica estaba en un auge hermoso, el comienzo del deep tech house, minimal house e IDM, pero al tiempo decidimos ampliar el espectro y nos volcamos hacia otros géneros más cercanos al rock que también nos gustan, como el dream pop y el shoegaze. “
Con un catálogo de más de 70 referencias entre discos compactos, vinilos, casetes y ediciones digitales, Casa del Puente es un abanico musical donde hay artistas argentinos, pero también licencias musicales de otros sellos internacionales. Nicolás recoge el legado así: “Está buenísimo recibir comentarios desde diferentes partes del mundo donde escuchan nuestros discos, donde nos siguen desde siempre o descubren algún artista nuevo a través nuestro. Gente que fue a shows o tienen álbumes de principios de los 2000, público nuevo que descubre en la actualidad títulos de las primeras épocas y los valoran tanto como si los hubiésemos editado la semana pasada.”
Algunos hablan de un sonido Casa del Puente Discos; y esto es tal vez un resultado de ofrecer aquello que no todos esperan y en el que se reconoce algo distinto. Todo el tiempo Pedro y Nicolás intercambian música y hay un diálogo para mantener un equilibrio. A través de sus diferentes etapas, los sonidos ofrecidos han tenido electrónica, dreampop, shoegaze y más. En sus inicios, aparecen nombres de proyectos como: Pura, Audioperú, Emisor, Flavius E, Leandro Fresco, Run Run y Gustavo Lamas que no se editaban en las tierras gauchas. Luego vinieron licencias de artistas como Luomo y Wechsel Garland.
Ahora tienen nombres argentinos como Sobrenadar, Asalto Al Parque Zoológico, El Sur, Niños del Parque, Un Planeta y también apuestas nuevas internacionales como Cellars, The Stargazer Lilies, Pale Dian y Them Are Us Too.
Llegar a los quince es también una manera de redefinir lo que son los engranajes y el mercado en sí en el continente. El disco compacto puede desaparecer y aparecen otras plataformas digitales de promoción y distribución. Pero la música no para. Tanto Nicolás como Pedro reconocen que se necesitan más sellos. Ellos no pueden editar todo lo bueno que conocen y todo lo que falta por conocer.
Es obvio que frente a sus inicios, Casa del Puente tiene mejores herramientas. Pero no por eso se baja la guardia.
Cada uno de estos tres sellos ha luchado y se ha adaptado a la realidad. Pensaríamos así en ánimos tan espontáneos como duraderos. Sobrevivir en medio de una industria de constantes cambios como lo es la musical y anteponer el aprecio por la música, antes que la cuestión del mercado es complicado. Pero no imposible. Y estos son ejemplos de una tierra latinoamericana que aún tiene más para dar.