Burial, a su manera turbia, escribe cartas de amor. Y esta es una carta de amor para Burial, una oda a los sentimientos que este extraño y singular productor, este poeta impersonal de lo profundamente poético, evoca y engendra. Él es un cartógrafo, un geógrafo, un antropólogo y hace discos muy, pero muy buenos.
Mi experiencia personal con él es opuesta a la de muchos de sus fans. Fue sólo después de ver la selfie que publicó, tras años de gente indagando sobre su identidad, que escuché su disco debut homónimo. Eso lo cambió todo para mí. La dispersa sensación sublimemente urbana del trabajo de Burial no puede ser exagerada. Para mí, es el sonido de tomar el autobús N68 de vuelta a Croydon, pero para ti, podría ser el sonido de tomar el N3 de vuelta a Bromley North. En su trabajo, en su música, encontré no sólo el sonido del propio Londres, sino el sonido de crecer y de ser arrojado a lo desconocido.
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Burial, de ahí en adelante, fue esencial en mi dieta musical pero, como un toxiperro de puesto callejero, es mejor disfrutarlo al final de la noche. Hay cosas que sólo cobran vida cuando nos envuelve la oscuridad: cosas como Burial. Después de que la noche ha caído, las voces encantadas que se deslizan por temas como “U Hurt Me” o “Endorphin” parecen que han sido desenterradas de lo más profundo de la tierra, al fondo, antes del subsuelo, del underground. Son producciones que sienten dolor y añoran perpetuamente algo que ya desapareció, que se perdió, se esfumó.
Terminé asociando ese tipo de oscuridad con la oscuridad y vacío que sentía en ese tiempo. Al caer más y más en un túnel de depresión y soledad nocturna, terminé pasando interminables noches y madrugadas escuchando a Burial. Había algo especial en su uso de ritmos y percusiones específicamente –esos patrones recontextualizados de 2-step, esos ecos de los ya perdidos raves de Londres, esa ansiedad– que hacía que su música se sintiera casi trascendental para mí. En una época en la que quería desaparecer, encontré música que era disociadora y exquisitamente anestésica.
Tal vez su anonimato también me pareció seductor, al menos fascinante. El periódico Sun, como un Grinch periodístico, le pidió a sus lectores “desenterrar al verdadero Burial” en 2008, destruyendo así algo de la magia. Pero aparte de declaraciones o entrevistas ocasionales, una o dos fotos y su supuesto nombre –William Bevan–, no hay mucho que lo delate. Contrario a los rumores que circularon en el Unsound Festival 2015, nunca se ha presentado en vivo. En algún lugar, justo ahora, un estudiante está soñando despierto con las comparaciones entre él y Banksy, pero la anonimidad de Burial de alguna manera aporta a la potencia de sus producciones.
Por más sencillo que sea creerse un investigador privado al escribir sobre Burial, las pretensiones pueden ser desechadas pues hay una honestidad genuina en su música. A pesar de las selfies pensativas, de la mezcolanza de puntos de referencia y de las publicaciones hiperbólicas en foros, Burial en su mejor momento es un artista capaz de escurrirle emociones a la vida diaria. Piensen en “In McDonalds” por un segundo. Ese track, que aparece en Untrue, es una pieza increíblemente hermosa, bautizada con el nombre más (intencionalmente) desechable que pudiéramos imaginar. Lo sublime y lo mundano se encuentran en la noche de Norwood y nos lleva de la mano, nuevamente, hacia la oscuridad. Hacia lo desconocido.
La música de Burial es el sonido de estar embrujado. Mi canción favorita es el villancico alternativo “Come Down With Us”, con sus vocales escalofriantes que te llevan a un cementerio de voces. Es el resumen perfecto de la esencia de Burial. Pero, aunque antes me fijaba en la oscuridad de las voces, ahora me atraen más los momentos de euforia –”No le tengas miedo a adentrarte en lo desconocido… No estás solo… Conviértete en uno”. Eso debe contar para algo.
15 años después de que Burial comenzara a hacer temas, su música todavía suena igual de futurista y, en un año que ha estado lleno de desastres y tragedias, nunca ha sido más sanadora. En estos tiempos de mierda, no hay mejor forma de cerrar esta pequeña carta de amor que con el final de la nota más reciente de Burial: “Un saludo al Reino Unido y a todos los demás. Saludos y respeto a todos… Cuídense”.
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