Tijuanicidio.
¿De qué manera puede estar presente la célebre urbe fronteriza en un libro con ese nombre? Cuando me hice esta pregunta pensaba tanto en lo evidente en los relatos incluidos en él –espacios, personajes, situaciones “reales” que su autora pudiera haber retomado para narrarlos— como en lo apenas perceptible o que solo quien los escribió podría distinguir –algún estado de ánimo, ritmos, cadencia, espíritu de la ciudad o de una parte de ella…—.
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No me quedé con las ganas de preguntárselo a Karla Villapudua, la filósofa que construyó esos seis relatos que huyen de lo causal y que están más cerca de ser los apuntes de un psiconauta recorriendo paisajes y circunstancias de los que puede salirse horrorizado o iluminado. “Tijuana está presente y no presente al mismo tiempo en Tijuanicidio”, me respondió. “Es evidente y oculta, aparece y desaparece, hay un tránsito continuo entre lo real, lo imaginario y lo simbólico. Es el lugar geográfico en el que habito, con sus geometrías inarticuladas, multitemporales, vituperadas y luminosas a la vez. Tijuana puede ser un lugar horrible, pero también es un lugar mágico donde tenemos acceso a experiencias trascendentales. Eso es parte del espíritu de la ciudad, que trataba de contemplar en la medida que iba diseñando los relatos. En cuanto a la percepción que necesitaba para escribir, siempre aspiraba a tener lucidez y agudeza al momento de arrojar las letras. A veces lo lograba, a veces no. Quería narrar caminos oníricos y caminos urbanos, tratando de comunicar que ambos están hilvanados y que uno no existe sin el otro. Buscaba, sobre todo, prestar atención a la zona indecible de la frontera, y además, evocar que todo está vivo, que todo tiene un lenguaje teñido por la atmósfera y el espíritu de la ciudad”.
Tijuanicidio es uno de los tres primeros títulos de la vertiente narrativa de Static, la plataforma tijuanense que ha puesto banda sonora a los sueños de modernidad y las pesadillas distópicas de varios de nosotros desde principios de este siglo. Su autora, Karla Villapudua, es filósofa, y escribió el libro con la certeza de que para poder revelar los lugares no dichos de una ciudad, primero debía aspirar a borrarlos. “Tratar de dejar a un lado toda experiencia anterior sobre lo ya visto, sobre lo ya dicho, y aspirar a ver –al menos por breves momentos— los signos de la ciudad sin la mirada codificada. Entrar a la ciudad con el cuerpo vivo, con el cuerpo destapado, con el cuerpo sin memoria. Es preciso buscar el extrañamiento, buscar esa lengua extranjera a la que tanto aspiraba Deleuze, por ejemplo”.
Ahí, en Tijuana y durante su paso por la licenciatura en Filosofía, nació la relación de Karla con la escritura. Corría el 2003 cuando decidió abrir un blog en el que registraría sus reflexiones del momento. Y aunque el blog fue algo lúdico e informal, Karla lo ve como un importante estímulo para desarrollar cierta disciplina e ir hilvanando párrafos e historias de manera cada vez más completa. Hoy, Karla se ha convertido en catedrática de las facultades de Artes y Humanidades en la Universidad Autónoma de Baja California, editora de la revista virtual eSpiral –que nació en 2005 y está llegando al número 51— y autora tanto de ensayos filosóficos y algunos cuentos publicados en revistas como Psikeba, Replicante, Homines o Tierra Adentro, entre otras, como de Tijuanicidio, el libro de relatos aparecido en el catálogo de Static Libros y descrito por su autora misma como “atrevido, audaz, irracional, no comprensible en ocasiones, pero con la certeza de que así es porque no se pudo escribir ni decir de otra manera”.
NOISEY: ¿Qué tanto ha influido tu formación como filósofa en la estética de tus relatos, en su estructura, en tu manera de narrar…?
Karla Villapudua: Mi formación como filósofa está presente a lo largo de la arquitectura del libro, es algo de lo que ya no puedo escapar. Son los consensos a los que he llegado a través de todos estos años de reflexión y búsqueda, respuestas que no puedo expresar de manera tan fluida o libre en ese lenguaje riguroso o serio que algunos le adjudican a la filosofía. Yo pienso que también puedo hacer filosofía desde la literatura y viceversa, no tengo ningún problema con ello. El libro es un entramado de lugares o escenas distintas en una misma escena o lugar. Ocurren distintos ritmos, tiempos y espacios al mismo tiempo. A veces logro encajarlos, como si fueran una misma pieza, a veces no, y eso causa mucho ruido o vértigo. Es una estructura que trata de huir de lo causal, o del formato establecido de lo que es un cuento, y ello puede provocar que la lectura pueda ser complicada o laberíntica, y tal vez, eso obliga a releer, a repensar o a detenerse.
¿Por qué resultaba Static el entorno ideal para publicar esta colección de relatos?
Al terminar los relatos, intuí que Static Libros era el lugar más adecuado para hacer llegar al mundo Tijuanicidio, porque la estructura del libro –similar a los tiempos y arquitectura de algunas canciones electrónicas que maneja Static– se gestó a la par de la escucha de la música que me acompañaba en ese momento, música que llegaba a mis oídos vía Static, vía Ejival. Durante ese proceso, escuchaba bastante a The Field y Pantha Du Prince, entre otros. Aunque claro, primero lo tuvieron que leer ellos y aprobar si la propuesta era adecuada a la estética de Static Libros o no, y afortunadamente, les agradó bastante, y así es como logró materializarse el libro.
El hecho de que la editorial se trate de una ramificación del sello discográfico hace pensar en libros que tienen múltiples vínculos con la música. En el caso de Tijuanicidio, ¿de qué manera se relaciona (si es que lo hace) con la música?
Sí, este libro tiene un pacto secreto con la música. Tiene un ritmo que por una parte coincide con mi ritmo personal y con el ritmo de la ciudad, y también con la estructura de las canciones que me acompañaron en esa etapa de mi vida. El libro está impregnado por minimal techno alemán, por minimal mexicano, por Fax, Latinsizer, Murcof…
¿Cómo nace tu relación con Static?
Mi relación con Static surge aproximadamente en el 2005. Conocí a Ejival en casa de mi amiga Leslie García –una artista a la que admiro bastante—, y en ese tiempo experimentaba mi transición hacia la música electrónica. Ejival le pasaba bastante material sonoro a Leslie y ella lo compartía conmigo. Después, en el Don Loope –un bar a donde llegaban muchos artistas y escritores— tuve la oportunidad de convivir de manera más frecuente y cercana con Ejival en plena fiesta y baile. Durante estas fiestas le preguntaba sobre música, le decía que me recomendara discos nuevos, etcétera. Luego, en marzo de 2010, cuando Javier Fernández presentó Señora Krupps en el Don Loope le compré el libro y lo invité a colaborar con algunos textos en revista eSpiral. Desde esos tiempos hasta la fecha mantengo un diálogo cercano con ellos.
Si tu libro fuera un EP (por aquello de seis tracks [relatos]), ¿de qué género sería? ¿O cómo tendría que ser una playlist ideal que acompañara la lectura de esos seis relatos?
¡Uy, pues un género que aspirara a registrar el holomovimiento del orden implicado con tintes electrónicos renacentistas, jajajaja! Los tracks ideales para acompañar la lectura desde mi punto de vista sonoro son:
Tijuanicidio, relato a relato
Ragnoia en el sobrerruedas.
“Este cuento surge de una o varias hipótesis, una de ellas es la que aparece en los primeros párrafos del texto: ‘Los objetos de segunda necesitan cierta purificación antes de someterse a su nuevo hábitat’. Esta idea no surgió de la noche a la mañana. Creo firmemente que todas las emociones y los pensamientos de los hombres están vivos y que nada se destruye en realidad. Una planta, un vestido o un humano no está más vivo que otro. En planos subatómicos, la energía universal –o el ki, como lo nombraban los chinos— lo atraviesa todo. Pensar que un objeto está aislado o completamente aislado de toda la historia de vida de las personas que lo usan es algo ficticio, y esto la física cuántica lo ha explicado muy bien. En un primer momento, se puede pensar que es algo esotérico o metafísico, pero sí y no, es decir, también es algo científico. Tras llegar a la conclusión de que lo anterior era posible, lo trasladé a los sobrerruedas de Tijuana, que están totalmente impregnados de esas historias de sus primeros dueños, es decir, de aquellos sujetos del primer mundo llamados ‘gringos’, que después llegan aquí y se mezclan de manera azarosa con los nuevos compradores”.
Los Arpistas Astrales.
“Este texto surgió con la experiencia de un viaje que realice a Real de Catorce en 2005. En un primer momento, lo narré tal cual; después, al revisar viejos archivos, lo tergiversé todo, y lo mezclé con escenas de distintos momentos: un table dance, un cerro de Ensenada, mis diálogos con un físico teórico adicto a Castaneda, entre otros eventos más. También contiene una hipótesis: ‘La percepción es un asunto de telepatía, es un asunto del tercer ojo’”.
Lavadero de ojos.
“Este relato surge bajo la premisa de pensar que los ojos van perdiendo la inocencia de la infancia ante la experiencia de observar todo lo terrorífico que ocurre en la vida social. Entonces medité: ¿Por qué no inventar un lavadero capaz de regresar los ojos a esa pureza de la mirada niña? En esos días también aparecían y aparecían terribles noticias en los periódicos y por todos lados, eventos que desde mi perspectiva contaminan nuestras formas de mirar. Y sí, es verdad que todo ello existe, pero sobre todo, es preciso no olvidar que también ocurren otras cosas inauditas por mínimas que sean. Además, los personajes los leí en un cuento donde describían de manera muy cruel y cruda la vida de unas presas durante su estancia en prisión; entonces decidí sacarlas de ahí y llevarlas a otro lugar para darles otra oportunidad en esta región escritural”.
Pentagrama Fronterizo.
“El Pentagrama Fronterizo” tiene un instrumento de observación inusual para recorrer el centro de la ciudad. Ese mapa acupuntural, instalado en un pie, deseaba llegar a todos los tiempos que han quedado registrados en el territorio donde actualmente se edifica el centro de Tijuana. También sugiere la idea de que, a través de los métodos institucionalizados de las Ciencias Sociales, en ocasiones no se alcanza a conocer o comprender todas las zonas invisibles que contiene cualquier ciudad”.
*El Diario de un Viaje Astral. “Este cuento surge de un sueño que viví en el invierno de 2011, en el que aparecía toda la carretera que va del Centro de Tijuana a la Playa completamente destruida. En ese mismo sueño, una presencia oculta me iba narrando cómo reconstruir la carretera. Fue un sueño muy lúcido, muy vivo. Al despertar, decidí registrar algunos de los eventos que recordaba, y luego, otra vez, los combiné con algunas escenas de eso que llamamos realidad”.
Esfericidio.
“Este relato surge de la emoción o los instantes de misantropía donde piensas que toda relación humana está –por así llamarlo— ‘cosificada’. Algo similar a lo que plantea Sloterdijk en su Crítica de la razón cínica, es decir, cómo la amistad se torna materialista ante el inminente bombardeo del capital. Además, el texto se mezcla con escenas de mi propia infancia, y llega finalmente a una solución donde evoco la figura de Whitman: ‘El universo debería de parir más Whitmans de vez en cuando’”.
@peach_melba