El Ayuntamiento de Estepona ha inaugurado el tobogán urbano más largo de Europa, una tubería partida por la mitad que tiene 38 metros de longitud, y supuestamente 2,30 metros de ancho (aunque no lo parece) y con una inclinación entre 32 y 34 grados. Todo esto, según datos del propio ayuntamiento. Además, ha costado 28 000 euros. Casi nada.
Este tobogán construido con acero inoxidable cumple el único objetivo de afrontar el desnivel de 50 metros que había entre las dos calles que une y que la gente estaba cansada de bajar a través de un barranco. Ellos intentaban que la gente evitara “dar rodeos”, pero la cosa no ha salido muy bien.
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Esta nueva construcción en la localidad malagueña formaba parte de las “100 actuaciones” para consolidar la modernidad en Estepona de las que se presumía que se implantarían en la ciudad en el próximo quinquenio. Ahora García Urbano debería rezar para que le dejen gobernar cinco años más. El alcalde, increíblemente activo en Twitter, compartía con ilusión la que sería la creación del futuro.
Un tobogán a pleno sol, de acero, donde tirarse de un descampado a otro, inaugurado en mayo, que es prácticamente verano en Andalucía, lo que implica, aparte de que eso se vaya a convertir en una sartén al aire libre, un alto número de posibilidades de salir magullado, ya que la gente comienza a vestir con ropa de verano, con la piel al descubierto y, a diferencia de lo que se había prometido, sin zona verde ni accesibilidad, ni nada, solo arena al final del viaje, para suavizar la caída…
En teoría, construir un tobogán es muy buena idea para ir a trabajar. Con traje y maletín la gente debe pasárselo genial bajando por esa monstruosidad, con las bolsas de la compra seguro que también. ¿Qué pretendían realmente haciendo este tobogán? No querían que se pensase que esta utilidad sería una atracción, ni mucho menos un juego para niños. Pero analizando la estructura del tobogán, sinceramente, un cuerpo pequeño es lo que único que puede salir de ahí sin morirse. Por qué hacer un tobogán en línea recta cuando se le pueden añadir curvas y desniveles más peligrosos que el propio barranco.
Si querían hacer el tobogán urbano más largo de Europa, podrían haberse planteado construir unos metros más hasta la playa, que no queda a más de diez minutos a pie. Mucho más fructífero y necesario. Y otra cosa: ¿por qué esa curva tan desmesurada? De hecho, es más factible salir despedido de aquí que de cualquier tobogán de parque acuático.
Cuánto peso aguanta este tobogán es y seguirá siendo un misterio, pero esta mujer, que hemos sabido que pertenece al Ayuntamiento de Estepona (aunque no hemos sabido identificarla entre la marabunta de concejalas y miembras del Ayuntamiento con idéntico look), no estaba preparada para hacer uso de la nueva infraestructura del Parque de los Niños (que parece no ser para niños). La mujer, que pilla desprevenidos a todos los vecinos que se aglutinaban alrededor de esta obra digna de ver, se lanza de forma heroica para demostrar lo bien que lo hacen todo los obreros (seguramente) mal pagados del Ayuntamiento.
Su bajada dura unos escasos tres segundos, pero ella dignamente aterriza en la arena, que tampoco tiene pinta de ser muy cómoda para aterrizar. En el primer tramo podemos ver cómo se coloca completamente de lado mientras baja a toda velocidad. Viste una blusa azul y una chaquetita blanca, bastante acorde con el puesto que tiene en el PP de Estepona.
Avanza por el recorrido y se escuchan a unas voces que se ahogan de la risa decir “¡Las bragas!” justo después de un fuerte golpe. Parecía que algo hubiese estallado, como si un globo reventara de la fricción. Podéis atar cabos. Sí, la ropa de esta mujer había desaparecido y ya solo unas bragas naranjas la salvaban de la cámara de un señor preparado para captar este momento.
En ningún momento, a pesar de los golpes, la pérdida de ropa y de dignidad, y en fin, todo el show que monta la señora del Ayuntamiento en escasos tres segundos, no suelta ni el móvil ni el bolsito de playa. Una auténtica demostración de la ética estoica, ya fuese por demostrar que ese infernal tobogán era la forma más rápida y fácil de moverse desde la ciudad hasta la playa o porque es un poco insensata.
El tobogán, que fue probado durante todo el jueves por distintas personas, ha resultado ser el fail más grande de la ciudad. Quemaduras, roces y golpes que no dejan ver la utilidad del febril deseo de los ayuntamientos españoles por ser los primeros en algo. Desde luego, García Urbano será el primero en “rayar” la propuesta 101: no volver a estar cerca de humanos durante mucho tiempo.
Sigue a Cristina en @Cristinaprz.
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