Cómo ser adicto al trabajo de manera funcional

Este artículo pertenece a nuestra serie especial dedica al estrés, Stress Week.

Normalmente, antes de salir de la cama por las mañanas, escribo en mi blog.

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Como editora de cocina de tiempo completo y profesional independiente de medio tiempo, estoy en línea todo el día. Todos los días a las 6:30 am, cuando mi iPhone comienza a gritarme para que despierte (te amo, Marimba), me doy la vuelta, reviso mis correos electrónicos, y entro a nuestro CMS, hago una publicación (o dos) antes de que el café esté listo. Al mismo tiempo reviso Twitter para ver qué noticias de la industria hubo mientras dormía o, Dios no lo quiera, qué noticias del día anterior eludieron mi radar. Durante todo el día; mientras voy y vuelvo de la oficina en bicicleta, asisto a conocer restaurantes y visito algún bar con mis compañeros de trabajo; realizo comunicados de prensa y respondo a los comentarios de los lectores.

¿Eres millennial? Entonces lo más probable es que seas como yo. La nuestra es una generación literalmente de adictos al trabajo; somos mucho más propensos que otros grupos demográficos a vernos a nosotros mismos como “mártires del trabajo” y mucho más propensos a dejar que se pierdan nuestros días de vacaciones no utilizados. Ganamos aproximadamente 20 por ciento menos de lo que ganaban los boomers a nuestra edad, lo que probablemente es la razón de que muchos de nosotros, cerca del 30 por ciento, también trabajemos para Uber, paseemos perros, hagamos trabajos de forma independiente, o realicemos algún trabajo alterno. Y luego, dado que somos un grupo emprendedor, también tenemos el muy común desafío de equilibrar nuestro trabajo oficial con nuestros esfuerzos creativos: nuestros shows de improvisación o las Grandes Novelas Americanas o los podcasts veganos.

Para ser clara: Me encanta(n) mi(s) trabajo(s). No voy a dejar de hacer lo que hago, y hacerlo a mi ritmo significa hacerlo a mi ritmo, estando al día con mi bandeja de entrada y las notificaciones de Slack/Gchat/Twitter. ¿Qué hay de todos esos artículos sobre que nadie debería revisar su correo electrónico del trabajo después de las seis de la tarde? Son poco realistas y rayan en el absurdo total. Sin embargo, la adicción al trabajo está relacionada con ansiedad, depresión, aumento de peso, y todo tipo de cosas divertidas como esas. Causa estragos al interior de los matrimonios (no es que vayamos a caminar rumbo al altar en cualquier momento, ¿cierto, veinteañeros?). Algunos expertos incluso piensan que es una enfermedad mental en sí misma.


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Entonces, ¿qué podemos hacer, siendo realistas, para no caer enfermos debido a esta gloriosa adoración al trabajo? Porque no podemos detenernos / no nos detendremos.

Lo primero es lo primero: olvidemos el aspecto multitareas. “Dado que los trabajos más estresantes por lo regular demandan que desempeñemos varias tareas a la vez, la personas desarrollamos el hábito de pensar demasiado, o de repasar mentalmente una y otra vez los planes, obligaciones o deberes que tenemos en lista para llevar a cabo en el futuro cercano o lejano”, dice la psiquiatra asociada Ashwini Nadkarni, directora de atención integrada digital en el departamento de psiquiatría del Hospital Brigham & Women.

Nadkarni dice que esto nos vuelve menos productivos, ya que contradictoriamente impide que la mayoría de los adictos al trabajo se concentren en el trabajo que tienen ante ellos o que puedan relajarse en sus escasos tiempos libres. Si estás escribiendo una propuesta de beca pero al mismo tiempo estás atendiendo las notificaciones de Google Hangouts, eso terminará perjudicando la calidad de tu trabajo, por lo que estratégicamente deberás desactivar las notificaciones automáticas que te distraen de dedicarte de lleno al trabajo que estás realizando.

Si eres exageradamente organizado y dinámico, algo que ayuda es programar descansos divertidos en tu itinerario, aun cuando sean cortos. Sí, planificar tu diversión suena tonto; pero: “Tener algo programado que esperes con ansias mejorará tu estado de ánimo y tu productividad”, dice Amy Morin, psicoterapeuta y autora del bestseller 13 Things Mentally Strong People Don’t Do [13 cosas que las personas mentalmente fuertes no hacen]. “Programa un momento para chatear con tus amigos o para leer tu libro favorito. Una liberación rápida del estrés puede ayudarte a regresar a tu trabajo más fresco y revitalizado”. No estamos diciendo que hagas una enorme pausa para irte a almorzar, Dios no lo permita. Hablamos de un rápido intercambio de mensajes de texto o unas cuantas páginas de tu libro favorito.

Morin también recomienda pasar algo de tiempo en la naturaleza —salir a caminar por unos minutos—, citando algunos estudios que demuestran que los espacios verdes aumentan la fortaleza mental. Y si bien, puede que el desconectarse durante varias horas del mundo sea algo poco realista, dice que debes tratar de hacerlo al menos de vez en cuando, incluso si ese pequeño respiro es tan breve como dejar tu teléfono en el automóvil mientras compras en el supermercado o guardar el teléfono mientras cenas. Con una pantalla es suficiente y Netflix tiene algunas producciones increíbles este mes.


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¿No puedes olvidarte por completo de tu teléfono? Silencia las notificaciones de Slack por un momento o cierra la ventana de Gmail. “Un corto descanso de la tecnología puede ser bueno para tu cerebro”, dice Morin. Y Nadkarni agrega que una de las maneras más sencillas de mantenerte sano mientras trabajas en exceso es aprovechar al máximo esos momentos libres que reservas para ti mismo.

“Aunque la mayoría de los adictos al trabajo dirán que no tienen tiempo libre en su agitado día, eso se debe a que tienen una definición distinta de lo que constituye el tiempo libre”, señala. “La reducción del estrés no implica forzosamente tomarse una hora completa del día para hacer ejercicio en el gimnasio o ir a una clase de yoga. Y no significa tomarse toda la mañana para ir a que te den un masaje. La reducción del estrés puede ocurrir mientras te trasladas al trabajo, almuerzas o, incluso, al ir al baño”.

¿Cómo? Nadkarni dice que aquí es donde entra en juego la conciencia plena de sí. En pocas palabras, significa que debemos estar concentrados y conscientes de todo lo que estamos haciendo, lo que puede ayudarnos a apagar el “piloto automático” de nuestra mente y a estar así más concentrados en el momento presente. Así que disfruta de ir al baño, extrañamente, ahí puedes encontrar una serena quietud al tener 30 segundos libres para no pensar realmente en nada importante.


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No hay nada malo en que lo primero que hagas al despertar sea escribir en tu blog; pero deberías (tratar de) evitar que los pensamientos de buenos encabezados y líneas ingeniosas gobiernen todo tu día. En lugar de eso, tómate cinco minutos para enfocarte únicamente en la experiencia que tienes frente a ti —tu taza matutina de café, en muchos casos—, en el olor y el sabor del café en tu boca. ¿Y en el trayecto rumbo al trabajo? Guarda tu teléfono por un momento y pon atención a los olores y los sonidos del metro (por desagradables que puedan ser —oye, es el consejo de Nadkarni—), y absorbe la totalidad del viaje subterráneo. “A través del uso de la conciencia plena, puedes aprender a cultivar una mayor conciencia de la experiencia de aquello en lo que estás trabajando”, nos dice.

Y oye, haciendo a un lado el aspecto laboral, no olvides cuidar de ti mismo: tratar a tu cuerpo inadecuadamente hará que a la larga el trabajo te resulte más difícil y pesado.

“Dormir poco, posponer el ejercicio y olvidar tener una dieta saludable causará estragos en tu salud y disminuirá tu productividad, y entonces podrías sentirte tentado a trabajar más horas para terminar el trabajo”, agrega Morin. “Puede ser un [círculo] vicioso. Así que no importa cuán ocupado estés o cuánto tengas que hacer, cuida tu cuerpo”.