El carolina reaper es el chile más picante en la faz de la Tierra. Fue creado artificialmente en Carolina del Sur al cruzar un ghost —el segundo más picante del mundo— con el habanero. Alcanza las 1.6 millones de unidades Scoville (esta es la métrica usada para medir el picor ). A modo de comparación, un jalapeño tiene 5,000 unidades Scoville, el habanero tiene 200,000 y el ghost tiene 1 millón.
Hay demasiados videos en YouTube de gente comiendo carolina reapers con resultados perturbadores: sus rostros se enrojecen y deforman en agonía, comienzan a sudar, toser y llorar; y casi siempre terminan corriendo o arrastrándose a vomitar o acostarse. En un video particularmente intenso, dos chicas gritan, escupen y saltan de un lado a otro por el dolor. Una chica apenas puede decir, “No siento mi lengua”. La otra comienza a llorar, el rimmel se corre por sus mejillas. La primera chica vomita fuera de toma; a la segunda le tienen que poner una máscara de oxígeno, porque tiene un ataque de asma.
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Si bien estas reacciones pueden ser aterradoras, tampoco ponen en riesgo tu vida. Sin embargo, algunos casos extraños han tenido consecuencias más serias. En Turquía, dos hombres tuvieron ataques al corazón luego de tomar pastillas de pimienta cayena para perder peso. Hace poco, un hombre de 34 años en Nueva York desarrolló “dolores de cabeza atronadores” después de comer el carolina reaper en una competencia. Los doctores descubrieron que estos dolores de cabeza repentinos, que a menudo predicen hemorragia o derrame, fueron causados por la opresión de varias arterias en su cerebro, atribuida al chile.
¿Qué demonios le pasa a estas personas? Y, ¿hay un peligro real al comer alimentos muy picantes? “Cuando pruebas un chile, no ocurre una respuesta al sabor, sino al dolor”, dice David Julius, profesor de psicología en la UC San Francisco. El químico activo en los chiles que provoca el picor es la capsaicina. La capsaicina se enlaza con los receptores de picante ubicados en las fibras nerviosas del dolor a lo largo de tu cuerpo, engañando a tu cerebro para hacerlo creer que partes de tu cuerpo literalmente arden.
Cuando metes un chile a tu boca y comienzas a masticar, los receptores de dolor y picor en tus labios, boca y lengua se activan. Las fibras nerviosas liberan químicos que aumentan el flujo sanguíneo y provocan inflamación, es por eso que tus labios se hinchan. Tus membranas mucosas se aceleran en un intento por expulsar la sustancia ofensiva, provocando que tu boca y ojos expulsen líquido, mientras que tu nariz escurre; aunque también podrías empezar a llorar de dolor. Después de tragar, tu garganta comienza a quemar y podrías empezar a toser o atragantarte.
Estos reflejos son una respuesta defensiva, dice el psicólogo experimental John Prescott, autor de Taste Matters: Why We Like the Foods We Do, así como más de 80 artículos periodísticos sobre la ciencia y la percepción del sabor. Prescott dice que, “Es el cuerpo que básicamente está diciendo, sáquenme esto”. En este punto, si te hubieras comido un chile picante, probablemente te sentirías muy enchilado mientras la activación de los receptores hace que tu cerebro piense que la temperatura se eleva. En respuesta al picor, tu cuerpo trata de enfriarse sudando. Los vasos sanguíneos en la superficie de tu piel se dilatan en un intento por expulsar el calor, haciendo que tu cara y pecho se vean enrojecidos.
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“La temperatura corporal descenderá de manera muy evidente”, cuando se activan las fibras nerviosas, dice Julius. “El cerebro recibe una señal de que hace calor afuera, y estos reflejos simpáticos surgen por una orden cerebral para activar las respuestas refrescantes”.
Conforme el chile se mueve a través de tu estómago e intestinos, el dolor y la inflamación aumentan. Es posible que sientas náuseas. La producción de la mucosa en tus intestinos incrementa en un último intento por purgar la sustancia irritante por el otro extremo lo antes posible, provocando al final diarrea. Por desgracia, las fibras de dolor están “presentes en otros sitios que no mencionamos mucho”, dice Prescott, “ya sabes, al día siguiente de que comiste el chile”.
¿Entonces qué hay sobre las reacciones casi mortales? Meredith Barad, neuróloga en Stanford especializada en dolores de cabeza, dice que una reacción como la del neoyorquino no es común. “Se trata de un reporte de caso, un evento aislado. No estoy segura de que pueda generalizarse a los demás”, dice. Barad afirma que el estudio es “un poco interesante”, pero no es algo a lo que los doctores o científicos le presten mucha atención.
De hecho, varios de estos efectos son dañinos en altas dosis, pero son benéficos en bajas dosis. Por ejemplo, comer chile ha sido relacionado con un riesgo menor de mortandad, posiblemente porque mejora la circulación sanguínea. Lo que es más, las investigaciones en ratones sugieren que la capsaicina podría ayudar a prevenir el cáncer o reducir los tumores en los intestinos. Los chiles picantes también son una ayuda potencial para la pérdida de peso, ya que los esfuerzos corporales por refrescarte queman calorías extra. La capsaicina también parece actuar como un supresor del apetito, tal vez por los efectos desagradables que tiene sobre tu estómago.
Los parches de capsaicina, al igual que las cremas también están aprobadas para el alivio del dolor, en particular en el dolor de nervios crónico. Aplicar capsaicina directamente sobre la piel en altas dosis puede sobreestimular los receptores, nublando o dañando los nervios para que no puedan liberar químicos inflamatorios o enviar señales de dolor al cerebro. “Paradójicamente, aunque pueda causar quemazón momentánea”, dice Julius, “podría generar una anestesia más duradera para ciertos tipos de irritación o dolor”.
En general, los expertos están de acuerdo en que si comes picante con moderación, estarás bien. Y para aquellas ocasiones en que te excedas, mantén algún lácteo grasoso y confiable a la mano. La capsaicina es liposuble, así que el yogurt o la leche pueden ayudarte a absorber el químico y proporcionar un poco de alivio.