El vídeo que me robó el corazón empieza sencillamente con dos hombres enfrentados a ambos lados de una mesa blanca.
A un lado tenemos a un hombre corpulento con un suéter azul y al otro, un tipo diminuto con una chaqueta verde y una bufanda. Los dos se apoyan en la mesa mientras una gran multitud les observa. Se miran a los ojos, un hombre (¿un árbitro?) les da una palmadita en la espalda a ambos y da comienzo el combate. Entonces empiezan a darse bofetadas como si no hubiese un mañana, aunque con educación, esperando pacientemente a que el otro acabe para empezar su turno.
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Llega un momento en el que el hombre de verde se coloca con los brazos detrás de la espalda y espera a que lo abofeteen. Nuestro hombre fornido prepara sus brazos, que parecen troncos, y recompensa la chulería del chico de la chaqueta verde con una de las bofetadas más fuertes de la historia de la humanidad.
Este… precioso arte es el resultado del campeonato masculino de bofetadas que, según la prensa rusa, tuvo lugar hace un par de semanas en Krasnoyarsk, una ciudad de Siberia. Formaba parte del Siberian Power Show, en el que también había culturismo, levantamiento de peso, competiciones de baile y una de comer dumplings. El evento de bofetadas al parecer gusta mucho por allí, ya que el año pasado también hubo uno en la Sarychev Power Expo.
Las reglas son sencillas: te acercas a la mesa blanca, te colocas frente a tu contrincante y le das una bofetada. Luego, si decide contraatacar, la bofetada te la llevas tú. Vais repitiendo esta secuencia hasta que uno se retira de ese festival de bofetadas por voluntad propia o porque lo dejan KO. Además, por lo visto se ponen tiza en las manos, para demostrar la potencia de la bofetada, imagino.
El ganador se lleva más que la satisfacción de abofetear a unos cuantos tontos. Este año, el mejor abofeteador de Siberia se llevó a casa 30 000 rublos rusos (unos 400 euros). ¿Y quién fue ese afortunado que se hizo con esos billetes? Pues Vasily Pelmen, una belleza de unos 170 kilos de pura potencia de mano abierta. Según un reportero, Pelmen usa un apodo genial: Dumpling.
(Todos los GIF se han sacado de este vídeo y me gustaría agradecer con toda mi alma a la persona que lo filmó)
Aunque es verdad que la competición es bastante simple, los resultados, al igual que un filete en su punto justo o un gato ronroneando, van más allá de esa simplicidad y entran en una esfera de belleza a nivel casi existencial. Puede que desde la época de los gladiadores no hayamos tenido una competición deportiva tan perfecta como esta, con dos rusos abofeteándose el uno al otro hasta la extenuación.
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Según el vídeo, mi chico, Dumpling, consiguió llegar a lo más alto de la competición como el homólogo ruso de la Montaña. Noche tras noche, hombres siberianos iban cayendo ante la potencia y majestuosidad de la mano abierta de Dumpling Aquí se incluye el derribo del hombre de la chaqueta verde y el momento en el que se quitó el suéter para enfrentarse a otro abofeteador sin camisa. Esta competición llegó al punto en el que Dumpling dejó tambaleándose a su oponente en varias ocasiones hasta que consiguió ganar.
Al final de la sesión de bofetadas, Dumpling ya sabe que ha ganado y abofetea suave a su contrincante para no causarle más daño, porque Dumpling, como todo buen guerrero, sabe que en la misericordia está la virtud.
También hay un par de bofetadas que no son de Dumpling en el vídeo, pero, ¿quién quiere ver una bofetada de una categoría inferior? Quiero decir, echad un vistazo al siguiente gif. Es una buena bofetada, pero no tiene ese je ne sais quoi que tiene Dumpling (al que considero en Muhammad Ali de las bofetadas).
Tras barrer al tipo sin camiseta, Damplig entra en la ronda de campeonato (creo) y se enfrenta a un hombre algo mayor que lleva un polo blanco. En el vídeo se palpa la tensión cuando se enfrentan los dos atletas de alto rendimiento. La multitud los observa conteniendo la respiración; lo que están a punto de ver es historia. Sobre la mesa blanca, los atletas se fulminan con la mirada. Este es el momento para el que llevan entrenando toda su carrera abofeteadora. Era cuestión de vida o muerte. Por favor, creedme cuando os digo que Dumpling fue a abofetear sin piedad.
Aunque el hombre mayor sabe cómo moverse y sí, es capaz de sacar algo de potencia de sus brazos sin coger mucho impulso, no puede competir con nuestro chico.
Cuando el contrincante consiguió sobreponerse de alguna manera a las caricias de Dumpling (léase: sus amigos lo sujetaron mientras caía), volvió a la mesa para intentarlo de nuevo. Sin embargo, esto es el mundo real, no una película, nuestro hombre del polo blanco no tiene un final feliz.
Dumpling se aseguró de ello.
El hombre, que en este momento ya se ha recuperado increíblemente bien, le da una bofetada tremenda, pero no está preparado para la bofetada que está a punto de recibir del atleta generacional. No hace falta decir que una vez que Dumpling abofetea al hombre del polo, este dice adiós. El árbitro entra en escena y hace una X o algún tipo de señal que supongo que indica que se ha acabado la competición y que los médicos ya pueden entrar para salvar al hombre del polo. Está bien, porque es posible que la tercera bofetada de Dumpling haya separado el alma del cuerpo del hombre del polo.
Después, Dumpling es declarado ganador. Eso o los jueces han decidido que no quieren ser cómplices de hacer que más atletas sean abofeteados hasta la muerte por nuestro adorable hombre. Nuestro adorable, adorable Dumpling.
Mike Trout, Tom Brandy y LeBron James pueden irse a paseo. Dumpling es el mejor atleta de 2019.
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