Tras el éxito en Canadá, el interés por Latinoamérica crece entre los inversionistas cannábicos

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James Zaza es un inversionista canadiense que en los últimos años ha generado millones de dólares por haber invertido en una serie de empresas de cannabis. Tres de las compañías en las que lo hizo —Canopy, Aurora y Tilray— se encuentran entre las más valiosas del sector y juntas están valoradas en más de 20 mil millones de dólares. Zaza visitó México para ser ponente en un simposio empresarial de cannabis hace unos meses y para expandir sus inversiones en marihuana hacia el mercado latinoamericano.

“El cannabis va a dominar el mundo cuando deje de ser una novedad y se convierta en un producto cotidiano”, me dijo el empresario durante su visita. “Ahora solo invierto en marihuana, yerba, ganja… Será la industria número uno en todo el mundo”.

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En octubre de 2018 Canadá se convirtió en el segundo país, después de Uruguay, en legalizar la marihuana con fines recreativos. Si bien el cannabis medicinal es legal en ese país desde 2001, esta medida convirtió a Canadá en el foco de inversión para capitales interesados en esta industria emergente.

De acuerdo con un estudio realizado por la empresa de análisis IBISWorld, la industria cannábica es una de las que mayor crecimiento espera este 2019. Mientras que otras de las principales industrias en Canadá, como el E-Commerce y los servicios primarios de salud, esperan un crecimiento entre 6.9 y 8.1 por ciento, el crecimiento esperado para el sector cannábico es de 68.4 por ciento, con respecto al año anterior. Apenas unos meses después de la legalización, empresas canadienses como Aurora superan las ganancias esperadas, con 54.2 millones de dólares durante el segundo periodo fiscal después de la legalización (un incremento de 363 por ciento comparado con el año anterior), lo cual superó las expectativas de analistas de Bloomberg por más de 1.5 millones de dólares. Por otro lado , emporios como Constellation Brands —dueño de Modelo y Corona— ya han invertido en empresas canadienses como Canopy —la empresa de cannabis más valiosa del mundo—, y ha generado 1.7 mil millones de dólares en acciones en tan solo unos meses.

Por otro lado, después de la aprobación del uso medicinal del cannabis en 2017 y una jurisprudencia que protege el cultivo y consumo personal, la discusión sobre la marihuana en México tiende hacia la regulación. Aunque las leyes que regularán la producción y el comercio de cannabis todavía se discuten en el Congreso, algunos sectores de la sociedad ya se preparan para un cambio en la ley: talleres clandestinos de autocultivo son impartidos constantemente a lo largo de la república y lo mismo ocurre con eventos recreativos, surgió la primera “clínica cannábica” con tratamientos basados en la planta, cientos de personas han presentado solicitudes para cultivar e incluso se creó la Asociación de la Industria del Cannabis en México. Del mismo modo, el interés de algunos inversores extranjeros que buscan establecer negocios cannábicos en México se ha vuelto cada vez más presente.

El lobby del hotel en el que se hospedó en la Ciudad de México también fue el lugar en el que Zaza se reunió con empresarios de todo el mundo durante su visita. Fue allí donde, tras despedir a un grupo de empresarios, me saludó y nos sentamos en un sillón para platicar sobre las motivaciones que lo llevaron a invertir en marihuana y su visión del panorama cannábico en la región.

“Mi esposa ha usado el cannabis por años. Ha tenido cuatro operaciones de cadera y nunca usó opioides, solo CBD. Lo mismo cuando se rompió el brazo hace cuatro meses. Siete de mis nueve nietos nacieron sin anestesia epidural, sin cesárea, solo con CBD”, me contó cuando le pregunté por qué se interesó en la marihuana. “Ahora que es legal invertir en estudios científicos, se está comprobando que es un tratamiento muy importante para una gran cantidad de padecimientos. Nuestro sistema endocannabinoide —es un grupo de receptores cannabinoides endógenos encontrados en el cerebro y en el sistema nervioso central de los mamíferos involucrado en una variedad de procesos fisiológicos, incluyendo como el apetito, el dolor o humor— es una muestra de que nuestro cuerpo está hecho para relacionarse con el cannabis”.

Aunque la regulación del uso personal y recreativo del cannabis en Canadá impulsó las acciones de las empresas en las que ha invertido, James Zaza decidió apostar por la rama medicinal del cannabis, en particular en producir CBD, uno de los más de 100 cannabinoides encontrados en la marihuana—un compuesto que no produce efectos psicotrópicos, pero que se relaciona con el sistema nervioso central para generar efectos antinflamatorios, neuroprotectores y analgésicos, entre otros— y que actualmente se utiliza para tratar padecimientos como autismo, convulsiones, insomnio, diabetes, cáncer y más. Aunque la investigación sobre los efectos que tienen diferentes cannabinoides en nuestro cuerpo se encuentra en una etapa temprana —debido a que la prohibición detuvo por décadas el estudio legal de estos compuestos— ya hay casos en donde se ha observado que la marihuana ha sido utilizada efectivamente para combatir la adicción a otras drogas, incluidos los opioides.

“Las grandes farmacéuticas han creado una crisis de opioides”, dijo James Zaza, haciendo referencia al gran número de muertes por dependencias a medicamentos legales derivados del opio en Estados Unidos, en donde cada día mueren 130 personas por sobredosis de acuerdo con el National Institute on Drug Abuse de ese país. “Cuando te lastimas te dan derivados del opio para el dolor, y aunque sea una lesión menor te hacen adicto. Ellos están detrás de las trabas de regulación y legalización. ¿Quién paga la educación de los médicos y decide qué es lo que aprenden? Hay grandes compañías pagándole a los médicos, directamente o con incentivos monetarios, para que prescriban opioides a sus pacientes. Y mucha gente está muriendo por eso”.

Aunque falta mucho por aprender sobre el CBD y sus efectos como medicamento, por el momento la evidencia sugiere que el CBD no causa adicción ni genera tolerancia. Se ha comprobado que ingerir CBD junto con otros fármacos puede alentar el metabolismo de estos y aumentar su nivel de presencia en la sangre. Por otro lado, en la actualidad el CBD es un producto difícil de adquirir en los países en donde es ilegal producirlo, debido a los trámites burocráticos y los altos costos de importación.

Más allá de las oportunidades medicinales que ofrece el CBD, James Zaza conoce de primera mano los beneficios económicos de invertir en un mercado que hará competencia a las medicinas tradicionales. De acuerdo con él, después del cáñamo industrial —la rama no psicoactiva del cannabis, a la que se le han encontrado miles de usos industriales, desde biocombustible y alimento, hasta maquillaje—, el potencial más grande del mercado cannábico se encuentra en el CBD, y para explicarlo utilizó una analogía: “El mercado del THC —el componente psicoactivo del cannabis— va a ser del tamaño de una naranja. El mercado del CBD será del tamaño de una toronja. El mercado del cáñamo será del tamaño de una sandía”.

Por eso, además de compartir su experiencia con el mercado legal de la marihuana en los países que visita, James Zaza busca establecer relaciones comerciales en esos lugares para producir cannabis en diferentes regiones del continente. Como ejemplo me contó que ya comenzó una operación en Jamaica —donde a partir de una ley aprobada en 2015 es legal producir cannabis medicinal— para elaborar 200 toneladas de aceite de CBD al año.

“Vamos a producir aceite jamaiquino de calidad. Lo haremos a partir de plantas de marihuana crecidas en la isla, procesadas ahí mismo. Construimos toda la infraestructura necesaria en Jamaica. Tenemos a una autoridad de cannabis diseñando nuestras genéticas y también contratamos a un técnico especializado para manejar el equipo que procesa el aceite. Es más barato enviar aceite, que plantas para procesarlas”, me comentó Zaza sobre la forma en que comenzó sus operaciones en esta isla del caribe. “Tenemos a expertos, y un costo de producción menor, debido a las condiciones laborales de Jamaica. Además el clima es el mejor del mundo. Y el suelo es muy especial; tiene cualidades que hacen que las plantas florezcan mejor”.

Desde que la legislación de ese país permitió la producción de cannabis medicinal en 2015, se han aprobado 33 licencias para producir, y más de 600 se encuentran en trámite. Muchas de estas producciones tienen como fin ser exportadas a Canadá. “Con la escasez de cannabis medicinal en Canadá, Jamaica será una gran opción”, declaró Courtney Betty, CEO de Timeless Herbal Care —la primera compañía jamaiquina en enviar marihuana medicinal a Canadá—, durante una entrevista realizada en 2018 por Marijuana Business Daily.

De acuerdo con James Zaza, la tendencia en el mercado cannábico —al menos a partir de su experiencia en Canadá— es que grandes empresas farmacéuticas o de tabaco compren pequeñas empresas de cannabis. Como ejemplo, mencionó que la participación de Constellation Brands en Canopy —donde también ha invertido Zaza— le dio un gran poder de decisión al gigante financiero. Por eso, aunque el éxito de James Zaza fue generado en gran medida por invertir en pequeñas empresas de marihuana, el empresario canadiense me contó que ahora busca alejarse de este modelo para poder participar más en la toma de decisiones, y que está dando sus primeros pasos para lograrlo.

“Ahora las voy a fundar yo, así tengo más control y estoy más relacionado con las personas que realizan cada proceso. Eso voy a hacer en México; es lo que estoy haciendo en Jamaica. Lo quiero hacer en aquellos lugares donde las personas quieran formar un colectivo o una cooperativa, esas son las personas con las que me estoy relacionando ahora”.

Las cooperativas cannábicas son una idea relativamente nueva en el mundo de la marihuana. Sin embargo, es una que empieza a desarrollarse al otro extremo del continente, en Uruguay. De acuerdo con el cultivador y activista radicado en Uruguay, Gastón Durana, el modelo consiste en que se asocien varios growers para generar un cultivo, con apoyo gubernamental o capital privado para cubrir algunos gastos de producción —nutrientes, agua, mano de obra— y finalmente repartir la producción entre los participantes, mientras los growers conservan el control sobre los cultivos.

“Es interesante la renovación de referentes que hay: la cooperativa como modelo de trabajo y político… tienen un impacto mayor al de una empresa”, comentó durante una entrevista Gastón Durana, cultivador y activista radicado en Uruguay, quien agregó que este modelo busca posicionarse como la alternativa popular y democrática dentro de toda la diversidad de intereses que rodean al cannabis.

Sin embargo, la mira inversora de James Zaza todavía no apunta hacia latitudes uruguayas. Al momento de nuestra conversación, el empresario me comentó que estaba teniendo reuniones con empresas mexicanas que buscan entrar al negocio cannábico. Uno de los proyectos interesados en trabajar con Zaza es Bellagreen, un consorcio de empresas mexicanas especializadas en la producción, distribución y venta de medicamentos que busca incursionar en el sector medicinal del cannabis.

De acuerdo con Mauricio Villanueva, quien lleva desde el año 2003 trabajando en la industria farmacéutica mexicana y que forma parte del equipo de Bellagreen, México ya se encuentra preparado para llevar un control sanitario y científico, así como los procesos necesarios para producir tratamientos integrales basados en cannabis para padecimientos como epilepsia, depresión, endometriosis y glaucoma, entre otros.

“Solo estamos esperando el reglamento. Ahí está la ley, pero todavía no se puede llevar a cabo”, me comentó Mauricio durante una llamada telefónica, haciendo referencia a la aprobación de los usos medicinales del cannabis en México en 2017, que aún no se pueden implementar por la falta de un reglamento. Tenemos todo el conocimiento de la industria farmacéutica, además de la infraestructura necesaria para producir terapias integrales de cannabis. Ya hemos hecho estudios en otros países para extraer el CBD. Estamos estudiando la farmacocinética en otros países porque aquí aún no es legal.“Estamos totalmente preparados, desde los protocolos hasta las fábricas y el cultivo”, aseguró, y agregó que la meta es llevar a cabo el proceso completo en México, desde la siembra y cosecha, hasta la investigación científica necesaria y los procedimientos burocráticos para producir medicina cannábica.

Mientras la regulación del cannabis avanza en Latinoamérica, los capitales interesados en esta industria también buscan la manera de acomodarse. Personajes como James Zaza buscan la manera de expandir sus negocios cannábicos en la región mientras proyectos locales emergentes buscan la manera de participar en el negocio. Aunque alternativas como las cooperativas cannábicas parecen ofrecer un modelo en donde podrían convivir estas visiones, la realidad es que todavía es muy pronto para predecir cómo se acomodarán las fuerzas cannábicas internacionales. Esto dependerá tanto de las leyes como de la participación social en el sector. Ante este panorama una de las cuestiones principales, al ser un mercado para el que apenas se fijan las reglas, es si la marihuana funcionará a partir de grandes monopolios —como actualmente ocurre con el sector farmacéutico, así como con el tabaco y el alcohol— o si puede florecer un nuevo modelo de producción, basado en el autocultivo y las iniciativas locales.

A pesar de ser un inversionista millonario en busca de ampliar sus negocios en Latinoamérica, Zaza asegura que el cannabis ofrece una oportunidad de cambiar al negocio: “Cada vez veo más involucramiento de la gente, en lugar de esperar a que alguien más lo haga por ellos”, concluyó el empresario cannábico canadiense. “Los cambios no van a pasar solos. Todos tienen que participar y ser parte del cambio”.

@Fixzion