Hola tíos, ¿qué tal? Joder, muy bien, espero que la cosa siga así. ¿Yo? Bueno, joder, la verdad es que estoy bastante jodido. Bueno, hace poco me pasó algo bastante terrible. A ver, no es ninguna muerte ni ninguna amputación terrible del cuerpo. ¿Sabes que toco el bajo en un grupo, no? Bien, pues teníamos una gira por Estados Unidos organizada y al llegar allí, en una de las fronteras nos prohibieron entrar en el país. Nos dijeron que para tocar necesitábamos un visado especial y no el que teníamos de turista. La gira se fue a la mierda al igual que todas las potenciales borracheras, que todos esos coños americanos que llevaban meses esperándonos y que ese magnífico contrato discográfico que seguramente íbamos a firmar. Fuimos rechazados, expulsados, un país entero nos abandonó. Al lado de esto una ruptura sentimental es una minucia. Aquí te están abandonando millones de personas, no una chica de la que, realmente, ya no estás enamorado y de cuyas “mierdas” estás hasta las pelotas y con “mierdas” me refiero a eso que hace de besarse con todo el mundo. Perdón, quizás me esté sincerando demasiado. En fin, el rechazo de todo un país es un dolor a otra escala. Ahora estoy triste pero lo voy superando. Lo voy superando con lágrimas en la almohada. Llorar de noche es casi como no llorar. ¿Verdad?
En este presente artículo os quiero hablar de la política de inmigración que tienen los Estados Unidos referente a los grupos que quieren girar a lo largo y ancho de sus prósperas tierras. Normalmente cuando un grupo quiere darse un ruedo por esas tierras tiene dos opciones. Ambas son correctas y ambas son incorrectas.
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La opción más fácil, rápida y, en definitiva, la más española, es la de sacarse una especie de permiso de visita que sustituye al habitual visado de turista o de trabajo. Este permiso se consigue con el Visa Waiver Program, un truculento divertimento con el que los ciudadanos de ciertos países –países que molen, países buenos y desarrollados, no como Rusia, Irak o Mozambique- pueden solicitar un permiso de turista de 90 días. Aquí en España tenemos la costumbre de quitarle importancia a las cosas así que la mayoría de grupos viajan con este permiso temporal.
La otra opción es hacerlo bien y pedir el visado correcto. En el caso de los grupos hay que solicitar la VISA P (que es para bandas) o la VISA O (para solistas). El proceso es tedioso y se tiene que hacer con tiempo, éste puede llegar a tardar, en el peor de los casos, seis meses, por lo que es recomendable empezar a gestionarlo cuatro ó seis meses antes de empezar la gira. Hay que presentar un compendio infinito y ofensivo de documentos que resuman la carrera de tu grupo y que justifiquen que realmente vas a tocar y, por lo tanto, que en algún momento regresarás a tu país de mierda. En fin, que demuestren que no vas a robarle el curro a un norteamericano. Tienes que presentar papeles expedidos por las salas, fechas concretas, precios de las entradas, gastos y, por lo general, todo tipo de información de la que seguramente no tienes ni puta idea ya que estás a seis meses vista de la gira. Evidentemente también tienes que pagar bastante pasta, el dinero es la llave maestra que abre todas las puertas del mundo.
Este último visado te permitirá hacer conciertos puntuales, girar por Estados Unidos y dejar embarazada a una norteamericana sin ningún tipo de problema. Eso sí, aceptar su juego es moralmente ofensivo. Nunca hay que pagar por tocar y de entrada es patético que un país exija visados. Si, por lo contrario, pretendes ir a tocar con el permiso expedido por el Visa Waiver Program, tendrás que jugar a la picaresca e intentar engañar al mismísimo Obama, haciéndole creer que vas a su país como turista y consumidor y no a tocar con tu grupo, por lo tanto, a forrarte y a eludir sus tasas. Las dos opciones tienen sus puntos jodidos. Lo que está claro es que, legalmente, no puedes hacer ningún concierto sin el visado especial, ni que sean conciertos en los que no vas a ganar un pavo. Si el evento en sí genera intercambio de dinero (ya sea por venta de entradas, promotores pagando salas, promotores pagando publicidad, marcas pagando a promotores o lo que sea) los músicos tienen que tener el visado correcto.
Lo más jodido de todo esto es la enferma mentalidad post 11-S con la que los EE.UU nos está deleitando estos últimos años y que les ha hecho merecedores indiscutibles del galardón de los LOCOS DE LA SEGURIDAD. Estados Unidos es un país exportador de cultura pero totalmente hermético a la hora de dejar entrar iniciativas de otros países. ¿Es justo que, por ejemplo, Europa permita girar libremente (pagando ciertas tasas) a bandas norteamericanas mientras América del Norte pone tantas trabas a los grupos europeos? Nuestra permisividad está generando, desde ya hace varias décadas, una invasión sutil por parte del imaginario norteamericano. La cultura yanqui está por todo el mundo, extendida como un virus infernal. Norte América es un referente en cuanto a música, cine y cultura popular en general pero por otra parte la presencia de películas o giras de grupos extranjeros en América es una auténtica excepción. Su proteccionismo extremo es un arma de doble filo. ¿Quiénes son los perdedores en todo este percal? Según mi humilde opinión es triste que los ciudadanos norteamericanos sean los que, a fin de cuentas, sufran las políticas exacerbadas de su país. Nosotros, en el fondo, tenemos la suerte de poder ver una cantidad infame de grupos tocar por nuestras tierras mientras ellos ocasionalmente reciben la visita de un extraño. Esto se traduce en un triste desconocimiento de lo que está pasando en el mundo fuera de sus fronteras.