FYI.

This story is over 5 years old.

Actualidad

Cómo liarla en Twitter ayuda a Donald Trump

En una entrevista, Donald Trump explicó por qué no tiene intención de dejar de despotricar por las redes sociales.

Este artículo se publicó originalmente en VICE EUA.

No tengo mucho en común con Donald Trump, pero algo que sí compartimos es un amor incondicional por Twitter. El pasado miércoles, durante una entrevista que destilaba patriotismo con el presentador de televisión conservador Tucker Carlson, Trump una vez más demostró su capacidad no tanto de contestar a las preguntas de Carlson como de vomitar lo primero que le viniera a la cabeza. A propósito de Twitter, Trump no solo no se desdijo de las acusaciones sin fundamento contra Obama por unas supuestas escuchas telefónicas que realizó en la plataforma, sino que aseguró que Twitter era su herramienta para lidiar con las mentiras de la prensa.

Publicidad

Como viene siendo habitual, Carlson también lamentó el uso tan irresponsable que el presidente hace de Twitter, punto en que los dos partidos políticos coinciden en calificar, cuando menos, de impropias para un hombre de su cargo. "Con cada acusación infundada o que se demuestra falsa, el presidente está devaluando su propia moneda", dijo Carlson al presidente.

Pero Trump no necesita que nadie le explique cómo funciona Twitter. Es consciente de que está en deuda con esta red social, que es un elemento clave para mantener su popularidad y su estatus de ciudadano de a pie. "Probablemente no estaría aquí si no fuera por Twitter", dijo en un momento de la entrevista. Cierto. En Twitter el presidente se lo pasa en grande, entretiene y lanza rabietas de madrugada. Y es que, ¿quién no tiene un mal día de vez en cuando? ¿Acaso no tenemos derecho a la pataleta cuando se dice algo de nosotros en las redes?

Mucho antes de que la trayectoria política de Trump no fuera más que un chiste malo, su presencia en la plataforma ya era notable, con reflexiones de una elegancia rayana en lo repulsivo, como "Nunca he visto a una persona delgada beber Coca-Cola Light". Si bien sus intervenciones en las entrevistas resultan bastante tediosas, el presidente sabe sacar el máximo partido a los 140 caracteres, y lo hace como alguien tangible, como lo haría un amigo tuyo.

Al ciudadano liberal medio, el uso impulsivo y desmedido que hace Trump de Twitter seguramente le parecerá repugnante, una verdadera amenaza a la seguridad nacional, o las dos cosas. El presidente es sincero, y quizá esa sea su baza: un estudio reciente sobre votantes de Obama de clase obrera que se pasaron a Trump en 2016, reveló que muchos de ellos lo hicieron porque les gustaba su contundencia. "No le importa decir lo que piensa", dijo uno de los participantes.

Publicidad

Gran parte del éxito de Trump entre sus votantes de clase trabajadora se debe a ese falso populismo que destila, y sus tuits son elementos clave para perpetuar esa imagen. Tal como señaló Bernie Sanders llevando al Senado un póster gigante con un tuit de Trump en el que el presidente prometía no hacer recortes en los servicios de sanidad Medicare, Medicaid y en la Seguridad Social. Trump siempre ha considerado Twitter una plataforma en la que poder expresar y difundir libremente los mensajes que le plazca.

En la entrevista del miércoles, Trump aseguró que tenía "cerca de 100 millones de seguidores en Twitter; tengo mis propios medios de comunicación". Ese es exactamente el poder de las cuentas personales en redes sociales: a través de ellas puedes dar a conocer sin filtro tu retorcida psicología, vida personal y forma de pensar, eliminando el factor de la prensa, esa molesta membrana que se interpone entre las estrellas y su público. Las celebridades y, sin duda, Trump lo es a veces incluso se benefician de sus meteduras de pata en las redes, en su caso dibujando un retrato del presidente como un hombre divertido, sincero, cercano.

En ocasiones, las victorias electorales de George W. Bush se atribuían a su condición de persona con la que "sus votantes preferiría tomarse una cerveza". La popularidad de Trump entre sus votantes de clase obrera funciona de forma similar: él es el político de quien más querrías tener un retuit.

"Si no fuera por mi sinceridad al decir las cosas, probablemente ahora no estaría sentado aquí, hablando contigo como presidente", dijo Trump a Carlson. Tengamos en cuenta que, en este contexto, "sinceridad" no implica "verdad irrefutable", sino que más bien alude a la ausencia de mediación de consejeros o grupos políticos o, incluso, de gramática tradicional. Porque el juego de Trump no consiste en decir verdades, sino de interpretar un papel ante su público. No utiliza la plataforma para decir a sus simpatizantes que es como ellos, sino para demostrarlo. Quizá no se prodigará demasiado en mítines, pero no hay nadie más activo, a cualquier hora de la noche, en Twitter.

Sigue a Eve Peyser en Twitter .

Traducción por Mario Abad.