Artículo publicado originalmente por VICE en inglés.
El doctor Matt Lodder es profesor titular de historia del arte y director de Estudios Estadounidenses en la Universidad de Essex, Reino Unido. Hace unos años, el historiador de tatuajes de 40 años tuvo una experiencia extraña, donde un desconocido no solo plagió su trabajo académico y el de muchos de sus amigos y colegas, adjudicándoselo, sino que también se hizo pasar por él. Recientemente contó la experiencia en Twitter, tras lo cual muchos académicos de todo el mundo decidieron contactarlo para contarle experiencias similares que habían tenido. Lodder habló con VICE sobre esta historia que se ha convertido en su anécdota de bar favorita a lo largo de los años.
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A finales de 2017, supe que alguien había estado usando mi trabajo y detalles de mi vida para engañar personas en su círculo académico y profesional. Era un estudiante de posgrado en Estados Unidos y alguien a quien nunca había conocido de manera personal.
Este individuo también estaba copiando el trabajo de algunos compañeros académicos que también son amigos míos. Ahora, por su naturaleza, la academia es demasiado especializada, ¿cierto? Hacemos nuestro propio trabajo en nuestros propios campos de estudio. No somos muchos los que estudiamos la historia de los tatuajes. No hay tanta investigación disponible, por lo menos no de calidad. Por lo tanto, a menudo recibo correos electrónicos de personas interesadas en el campo y siempre hago todo lo posible por ayudarlas. Soy perezoso, para ser honesto. Así que muchas de las cosas que he escrito e investigado aún no se han publicado, pero estoy feliz de compartirlas con la gente. Supongo que así fue como me engañó al principio, alrededor de 2015.
Me escribió con un nombre falso, pidiéndome ayuda para un artículo de su revista estudiantil. También les escribió a todos los demás que conozco en el campo, así como a algunos otros colegas. Un correo electrónico bastante rutinario para nosotros, nada fuera de lo común. Pero también resaltó porque era bastante implacable en términos de su brevedad y rudeza.
Como dije, considero mi trabajo ayudar a la gente y responder sus preguntas sobre la disciplina, así que le pregunté qué quería saber. Pero nunca respondía. A lo largo de los años, asumió diferentes identidades y me escribió usando varios seudónimos y correos electrónicos, así que solo pude conocer la verdad hasta mucho tiempo después. También usaba la identificación de correo electrónico de su madre, por lo que pensé que era una mujer que estaba haciendo un doctorado en tatuajes. Por casualidad le compartí un montón de textos en los que estaba trabajando, todo de buena fe.
Sobre la base de mi trabajo y el de mis colegas, logró construir una reputación decente en su posgrado, pero todo basado en mentiras. Le dijo a sus tutores que estaba en Londres, dando conferencias que en realidad yo estaba dando. En su investigación académica, presentó mi trabajo casi sin modificaciones ni alteraciones. Un artículo que escribí para una revista, al que simplemente añadió notas a pie de página y envió como parte de su trabajo de titulación, le mereció una calificación del 90 por ciento, como supe más tarde. Bueno, al menos fue un buen refuerzo para mi ego.
Durante el tiempo que duró el engaño, también tomó fragmentos de los sitios web y las cuentas de redes sociales de algunos de mis amigos y colegas, especialmente la doctora Anna Friedman, exacadémica e historiadora de los tatuajes, y la doctora Gemma Angel, una académica interdisciplinaria especializada en la historia y antropología de los tatuajes europeos. En realidad nunca siguió a ninguno de nosotros en las redes sociales, pero siempre estuvo al acecho en nuestros perfiles. Así fue como lo atrapamos, de hecho. Anna tiene una página de Instagram donde habla en gran detalle sobre la historia de los tatuajes. Este chico cometió el desafortunado (para él) error de reaccionar positivamente a una de sus fotos, con un nombre de usuario intrigante que hizo que Anna investigara su perfil.
Básicamente, el perfil era una copia entera de la página de Instagram de Anna. Pero también había fotografías donde aparecía vestido un poco como yo, junto con varios textos que Anna y yo habíamos escrito de forma independiente. Entonces pensé: “Por dios, hombre. Eso es bastante irrespetuoso”. Pero rápidamente nos dimos cuenta de la magnitud de su engaño. Fue bastante molesto darse cuenta de la audacia con la que había plagiado nuestro trabajo.
Lo peor fue toparme con imágenes suyas cuando yo estaba tratando de averiguar quién era realmente este chico. Así fue como también encontré un video de él dando una conferencia, vestido como yo, donde incluso copiaba mis gestos y mi forma de hablar, como señalaron algunas personas. Sé que no tengo el monopolio sobre prendas de vestir como camisas de mezclilla, pero en el contexto de todo este asunto, las piezas encajan, especialmente teniendo en cuenta que este individuo estaba leyendo cosas que yo había escrito. Incluso copió mis tatuajes, aunque muchas personas señalaron la pésima calidad de los suyos.
A partir de ahí, no fue tan difícil encontrarlo y averiguar qué más había plagiado. Nos dimos cuenta de que nos había estado escribiendo con nombres falsos, pero a la hora de presentar públicamente su personaje, estaba usando su nombre real. Lo buscamos en Google y encontramos sus fotos y su página de Facebook. Su sitio web era una copia del sitio de Anna; incluso su biografía era en realidad la de ella, solo con el nombre cambiado. Además había fotos suyas vestido como yo en su imagen de cabecera. Que se vistiera como yo y copiara mis tatuajes realmente me impactó. No sé de qué diablos se trató todo eso. Un tatuaje a menudo es visto como una forma de crear una identidad única, una manera de diferenciarte, así que es curioso que en su lugar hubiera copiado mis diseños y luego mi vida.
También fue bastante impactante que lograra engañar a todos a su alrededor: era un estudiante con honores y tenía becas. Incluso cuando contactamos a su escuela y al tipo para el que trabajaba, todos pensaron que era un académico brillante. Así que engañó a todo el mundo. Y no era sutil al respecto. Yo no sabía cómo sentirme al respecto. Estaba sorprendido, molesto al principio, luego un poco confundido y luego bastante enojado. No hice mucho al respecto porque él no había cometido ningún crimen. La gente suele ir a un estudio y hacerse tatuajes como los de otra persona. Simplemente fue espeluznante, extraño e inexplicable.
Por supuesto, lo que hizo va en contra de las reglas académicas. Pero tuve suerte de que sus jefes y la universidad lidiaran con el problema de manera efectiva. Cuando les presentamos todas las pruebas, se horrorizaron, pero también nos ayudaron a entender cómo había logrado superar todos los controles de plagio y otros protocolos para evitar este tipo de situaciones. Estaba copiando capítulos de libros que no están digitalizados en Google. También afirmaba que su computadora estaba descompuesta, así que no podía entregar su trabajo digitalmente. Entonces entregaba copias impresas de los textos, en lugar de copias digitales, cosas con las que creo que no se saldría con la suya ahora, pero ¿hace tres años? Sí, podría haber pasado inadvertido. Realmente era astuto. Pero cuando se dieron cuenta, perdió su trabajo y sus becas. Definitivamente no obtuvo su maestría y es posible que le hayan quitado su título de licenciatura.
Nunca pensé que fuera apropiado contactarlo. Pero uno de mis amigos, también académico, escribió inmediatamente a su escuela preguntándoles: “¿Por qué su estudiante está robando el trabajo de mi amigo?”. Esto provocó una respuesta sociopática clásica, en la que el plagiario alegó que solo estaba tratando de crear una plantilla y que en realidad no estaba robando textos. Pero no logró engañarnos. Aún tengo varias preguntas sobre qué diablos creyó que estaba haciendo y cómo pensó que iba a salirse con la suya. ¿Por qué hizo público todo el material robado? Si solo hubiera utilizado su trabajo para su posgrado, probablemente se hubiera salido con la suya. Si en lugar de actuar sin escrúpulos nos hubiera escrito y pedido ayuda, definitivamente lo habríamos ayudado lo mejor que pudiéramos.
Sin embargo, ahora soy un poco más cuidadoso en mi correspondencia. Sigo ayudando a los estudiantes, porque es mi trabajo, pero ya no envío material inédito a nadie. No está en mi naturaleza ser desconfiado, pero me gusta creer que ahora estaría más alerta ante cualquier señal de alarma. A medida que la tecnología ha evolucionado, sé que ahora es más fácil detectar plagios.
Mirando hacia atrás, fue una experiencia salvaje. Incluso encontramos algunas declaraciones en línea de alguien que decía ser su ex, diciendo que el plagiario había acudido a los tribunales por robo de identidad en un caso diferente. Personalmente, nunca sentí una amenaza real por su parte, porque también sé que no se encontraba física o emocionalmente cerca de mí. Si hubiera vivido cerca de mí, me pregunto si pensaría diferente. Pero quedé bastante asustado y confundido, porque es lo más espeluznante que me haya pasado.
En enero de 2018, nos escribió una disculpa por correo electrónico. Nunca le respondimos, pero fue lo último que supimos de él. Aún tiene páginas de redes sociales, aunque no están activas. No sé si eso significa que está en prisión o murió o asumió otra identidad. Quizá esté dándose la buena vida en la Riviera. Tal vez tenga un cargo de funcionario en el Congreso. No lo sé.
He estado escuchando muchos podcasts sobre acosadores y, con bastante frecuencia, la gente simplemente no se detiene. En retrospectiva, creo que tengo suerte, porque estoy seguro de que básicamente arruinamos la vida de este chico. Así que no sé si todavía me guarda rencor, o si solo está esperando el momento de cobrar venganza. Como dije, no sé adónde fue. Y creo que es mejor dejar las cosas así.
Sigue a Matt en Twitter.