Si pagas algunos años de salario anual por menos de una onza de un licor añejado durante 139 años, querrás estar 139 por ciento seguro de que es auténtico.
Cuando Zhang Wei, el escritor de internet mejor pagado de China, gastó 10,000 dólares (192,000 pesos aproximadamente) en 20 mililitros (0,68 onzas) de Macallan 1878 en el bar de whisky Devil’s Place del Hotel Waldhaus Am See en julio, se volvió noticia y llamó mucho la atención de los fanáticos del whisky.
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Pero no toda esa atención fue buena, ya que los expertos en whisky casi de inmediato percibieron un cierto buqué a engaño con unas notas sutiles de falsificación cuando vieron las fotos del corcho y de la etiqueta de la botella de Devil’s Place circulando en línea.
Este escepticismo llevó a que el Waldhaus Am See enviara muestras de la botella de Macallan a un laboratorio, el cual, según la BBC, les hizo la prueba del carbono para determinar que había “un 95 por ciento de probabilidades de que la bebida espirituosa hubiera sido creada entre 1970 y 1972”. Un segundo laboratorio descubrió que el increíblemente costoso whisky puro de malta ni siquiera era un malta puro, sino, “probablemente un whisky escocés mezclado, compuesto por un 60 por ciento de malta y un 40 por ciento de grano”.
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En otras palabras, Wei gastó diez mil dólares en una falsificación. El gerente de Waldhaus, Sandro Bernasconi, rápidamente abordó un avión rumbo a China para reembolsar personalmente al escritor.
“Cuando le mostré los resultados, él no estaba molesto; me agradeció mucho por la honestidad del hotel y dijo que su experiencia en Suiza había sido buena”, le dijo Bernasconi a la BBC, agregando que la experiencia con los resultados de los laboratorios fue “un gran shock para el sistema, y estamos encantados de haber reembolsado a nuestro cliente en su totalidad como un gesto de buena voluntad”.
Al parecer, la botella la compró el padre de Bernasconi cuando era gerente del hotel, y estuvo en el estante de Devil’s Place, que asegura ser “el Bar de Whiskey más grande del mundo”, durante un cuarto de siglo antes de que Wei insistiera en probarlo ese fatídico día de julio. Y aunque debe haber sido vergonzoso que la joya de la corona del whisky del Waldhaus fuera prácticamente una porquería, que alguna vez pensaron que valía 300 mil dólares, al parecer el bar tiene una política de servicio al cliente bastante efectiva.
Haciendo a un lado el asunto de la autenticidad, esto es un bonito, o tal vez doloroso, recordatorio de que, de hecho, hay algunas personas en este planeta que tienen diez mil dólares para gastarlos en un simple trago. Suspiro. Espero que obtengan el valor de su dinero.