Un islandés, una croata y un nigeriano: ¿Qué hacen los primeros rivales del mundial perdidos en Argentina?

Artículo publicado por VICE Argentina

Llega el Mundial y Argentina se enfrentará a los seleccionados de Islandia, Croacia y Nigeria. Con motivo de estos inminentes enfrentamientos en la Copa del Mundo, fuimos a la búsqueda de uno de los pocos Islandeses que viven en el país (Poquísimos: son apenas 4), una croata que no vive en Capital Federal (que toma mates y anda a caballo por las cercanías de La Laguna de Lobos) y un nigeriano futbolista ídolo de (algunas) multitudes criollas (que, decían los medios locales, casi, casi va al mundial) para que nos cuenten cómo viven, qué se dedican, qué invierten en el tiempo libre, qué comen, cómo les va con el idioma, qué cosas de los argentinos sumaron a su vida cotidiana, y no es algo menor, cómo ven a su selección contra la de Leo Messi, el mejor de Todos.

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El islandés anónimo

Helgi Hrafn

En toda su extensión territorial, Islandia tiene apenas 338.349 habitantes. Para poner en perspectiva, solamente el partido de La Matanza, en la provincia de Buenos Aires, tiene 1.772.130 habitantes. Aún así, les alcanzó para llegar al Mundial. Pero su lugar de Cenicienta no les permite naturalizar el asombro. A ninguno de esos 338.349 islandeses ni menos a Helgi Hrafn Guðmundsson, uno de los 4 islandeses que viven en Argentina. “Pensé que iba a ver el partido solo, pero me voy a juntar con los otros islandeses que viven acá”, mientras apura un flat white en una cafetería del Centro.

Helgi estudió historia en su país y recaló en Capital Federal en su afán de ver y conocer el mundo. “Buenos Aires es una ciudad interesante y accesible para vivir. Me gustan las ciudades grandes “, sentencia. Alquila un departamento en el barrio de Colegiales, trabaja en una multinacional y, por estos días, se convierte en un corresponsal informal de los medios de su país. Claro: no hay demasiado, y jugar con un Mundial contra Argentina es noticia desde diferentes perspectivas. Helgi llegó en 2007 y la economía local le resultaba barata. “Es que no había muchos gringos”, explica. El idioma español no le costó porque muchos islandeses pasan sus vacaciones en España. “Es que no se trata de una lengua pasiva, es una muy grande. Pensá en ‘Hasta la vista, baby’, de Terminator “, comenta. Y remata mientras esboza una sonrisa: “Muchos islandeses dicen: ‘Una cerveza, por favor ‘”.


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Helgi anda flasheado con esta posibilidad histórica: “Islandia está en el mundo”, repite y se repite a sí mismo, sin dar crédito. “Antes era como una canción, como cuando jugaba a los videojuegos y ponía en Islandia en el Mundial. Ahora vamos a jugar contra Messi, no tiene sentido “. Y, de paso, aprovecha para defender al fútbol de su país: “Hay mucha desinformación. Se exageró un poco el amateurismo de nuestra selección. Siempre hubo muchos juegos en Inglaterra. Tenemos ligas semi-profesionales. Igual, sí, es raro que estemos en el mundial “.

Como todo nórdico, Helgi es un poco frío pero también amable. Y no deja de sorprenderse con la pasión futbolera de los argentinos o brasileros. Entretanto, en ambos casos lo siente en carne propia: vive en Argentina y su novia es brasilera. “Nosotros no tenemos historia futbolera, podemos aprender mucho sobre la pasión. Para ella todo es: ‘Ganar o nada’”. En su intimidad, Helgi mantiene sus costumbres pero, eso sí, aprendió a hacer asados. “La verdad es que vivo como antes”. Prefiere el café al mate y, de hecho, cuando llegó al país, asegura que fue “una frustración muy grande” que Argentina no tenga un café fuerte estando al lado de Brasil.

Helgi sabe que, para un extranjero, Buenos Aires siempre es una ciudad interesante. “Es que en Islandia nunca podés ser anónimo. Vas a un restaurante y te cruzás con alguien del colegio o con una amiga de tu mamá”. Y refuerza, reservando su intimidad: “Es un lujo vivir anónimo”. ¿A qué se refiere? Es que existen algunos prejuicios positivos con respecto a vivir en los países nórdicos: por sus PBI, tranquilidad, economía y seguridad. Entonces, Helgi se encarga de desarticularlos rápidamente: “No es tan perfecto. No sé si querés vivir así. Hace poco aprendí un dicho: ‘Pueblo chico, infierno grande’, y eso es un poco Islandia”. El sábado 16 de junio la Selección Argentina se enfrentará a Islandia y Helgi reconoce que la presión no los acompaña. “Vamos tranquilos. Estamos súper felices de ver a Messi contra defensores islandeses. O ver al Diego diciendo ‘Islandia’ de su boca. Eso también es algo jamás visto”.

La croata de la pampa ondulada

Yvonne Štirjan

Como tantos otros jóvenes extranjeros, Yvonne Štirjan llegó de Croacia por primera vez a la Argentina por un intercambio escolar. Era de esos de un año. Terminaron siendo unos cuantos más. Su principal destino no fue la Capital Federal sino la ciudad de Lobos, en la provincia de Buenos Aires, donde terminó viviendo en la casa de una familia. “Ahí me hice muchos amigos”, dice en un perfecto español. Tres años después, cuando volvió a visitar Lobos, conoció a su actual pareja. Después de viajar juntos y trabajar un tiempo en Europa decidieron quedarse a vivir en Argentina. “Él tenía su vida acá y, de alguna manera, yo también. Quedarnos era lo más compatible con nuestra relación”, asegura.

En la casa que actualmente comparte con su pareja tienen perros, gatos y caballos. En Lobos, ciudad ubicada a casi 100km. de Buenos Aires, lleva un estilo de vida bastante tranquilo. “Me gusta estar con amigos en la naturaleza, ir a las piletas y la joda”. Hoy tiene 27 años y estudia Administración Internacional de Empresas y, como casi todos los extranjeros que se quedan por estos pagos, ya lleva más de 11 años yendo y viniendo. Sin embargo, curiosamente, tenía apenas 16 años cuando aprendió español. “Al principio no sabía nada pero estando continuamente con gente que me hablaba todo el tiempo —y casi ninguno hablaba en inglés—, no me quedaba otra que aprender. Me costaba distinguir la ’r’ de la ‘rr’ pero a los pocos meses ya entendía casi todo. Hoy es como mi otra lengua materna”, comenta con soltura.


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A Yvonne no le costó nada hacer amigos en Argentina. Aún así, para ser sinceros, extraña la vida europea: “La costa croata, las montañas, la ropa barata y mi familia. Vuelvo una vez o dos veces por año. Como muy tarde me gustaría jubilarme en Croacia y vivir en una casita frente al mar”, sueña. Actualmente está sin trabajo, pero no se la nota molesta por ello. Hace un tiempo, trabajaba como profesora de inglés. “Me gustaba la escuela y el trabajo con jóvenes, era un ambiente muy familiar, pero no para llenarse de guita. Espero engancharme en una buena empresa donde pueda aplicar mis conocimientos académicos”, sigue.

Por ahora está mandando currículums para hacer alguna pasantía en cualquier empresa, pero todavía sin éxito. No obstante, empezó un curso de timonel en la UBA. “Me gusta mucho y espero navegar pronto por la costa croata”. A pesar de haber nacido en Croacia, Yvonne toma mates y le encantan las empanadas de humita. Come un asado por semana y toma Malbec día por medio (más que un argentino promedio) y es hincha de Boca Juniors. El jueves 21 de junio la Selección Argentina se enfrentará a su par croata e Yvonne advierte que el partido será “picadito”. Por eso, apura: “Croacia tiene muy buen equipo”.

El nigeriano más querido del país

Felix Orode

A Felix Orode, volante creativo nigeriano, casi se le viene la mala: lo dejaron libre de San Lorenzo, se quedó sin representante y, a miles de kilómetros de su patria, no tenía ningún conocido en Argentina. Yendo al nudo de esta historia, tras pasar por el Mighty Jets y luego por el Sharks FC, ambos clubes de su país, Felix fue descubierto por un representante que lo llevó al Lleida de España. Ese mismo año pasó a San Lorenzo de Almagro. Y, como en una película, el 21 de noviembre de 2009 debutó contra Huracán, su clásico rival, y dio la asistencia para el segundo gol de su equipo. Fue su única participación en el club de Almagro.

Sin trabajo y lejos de su familia natal, Felix encontró cobijo en el amor. “Gracias a Dios me quedé acá y, con el tiempo, pude volver a trabajar”. Hace ocho años que viene jugando en distintos clubes del ascenso argentino y actualmente se desempeña en Defensores de Pronunciamiento, de Entre Ríos, que milita en el Torneo Federal A, la tercera categoría del país. “Mi mujer me ayudó con muchas cosas de acá y con el idioma”, dice. “Me gusta cómo me trata la gente por la calle, también me gusta la comida, el asado, el mate y todo eso”, continúa con un tono de sincero agradecimiento. “Y me gusta el guiso, los fideos, la tarta de pollo, la verdad es que ya estoy más acostumbrado a la comida de Argentina que a la de Nigeria”.


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Cuando llegó a San Lorenzo, el idioma le resultó un impedimento profesional. “Fue muy difícil para mí, no me podía comunicar con mis compañeros. Los veía a todos hablando y yo no podía expresarme. Pasó mucho tiempo hasta que conocí a mi pareja, que me ayudó mucho. A veces me da clases en casa. Cuando estuve en Sportivo Barracas por suerte también me mandaron a estudiar el idioma, casi 1 año y medio”. A la sazón, no le costó hacer amigos. Su personalidad (y puede verse el cariño que le acercan en su cuenta de Twitter: @felixorode) hizo que, de alguna manera, pueda sentirse querido en un país lejano.

Hace unos años que no puede viajar a ver a los suyos. La última vez fue cuando los directivos, socios y compañeros de Sportivo Barracas le compraron un pasaje. “Por ahora, como estoy trabajando acá, depende de dónde me toca jugar; por eso, voy a respetarla”. ¿Cómo le va en Argentina? “Bien”, asegura, “trabajo todos los días para crecer y así que, gracias a Dios, estoy re feliz”. Incluso, hasta se rumoreaba que podía ser convocado a la selección de su país para disputar el Mundial de Rusia. “Felix Orode, el nigeriano que puede hacer explotar la tesorería de un club del Federal A”, apuntaba un titular de un popular medio argentino. Finalmente, Orode lo verá en la tranquilidad de su hogar.

Felix conoció a su mujer caminando por el shopping del Abasto, luego charlaron por Facebook, después se cruzaron en un cumpleaños y ahora, desde hace un tiempo, formaron una familia. Por las mañanas lleva a sus hijos al jardín de infantes, luego va a entrenar y, también, le dedica un tiempo a su fe: cuando no está jugando a la PlayStation, lee La Biblia. “Gracias a Dios que conocí a mi señora”, insiste. “Llamo ‘Mami’ a mi suegra”, aclara. En su tiempo libre lleva a sus hijos a la plaza. Y, más allá de los vaivenes futbolísticos, lleva una vida tranquila y apacible.

El día 26 de junio la Selección Argentina jugará contra Nigeria y, Felix lo sabe bien, será un partido muy difícil. Esta es la quinta vez que se enfrenten por mundiales. “Yo quiero que clasifiquen los dos. De mi parte, y de mi familia, vamos a apoyar a los dos equipos. Que les vayan bien y que tengan mucha suerte. Que se crucen de nuevo en la final, si Dios quiere “.

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