El maestro de la Amazonía Andina, Mateo Kingman, ha lanzado hoy su nuevo trabajo Astro, un álbum que va a sorprender a quienes venían siguiendo con atención la trayectoria musical del artista. En sus trabajos anteriores, Mateo había mezclado con sonoridades amazónicas por ser lo que él conocía, pero en Astro, hay una exploración en la que la voz y las líricas tienen un mayor peso sobre la producción y el sonido. Astro tiene canciones que parecen cantos religiosos, otras con cadencias de músicas urbanas e incluso únicamente instrumentales.
“Ahora más bien hay como una búsqueda, de raíz, de música latinoamericana pero al mismo tiempo sin ningún lugar definido y experimentando más con cosas de música urbana como el trap o incluso el reggaetón”, me cuenta Mateo por teléfono, él en Ecuador y yo en Ciudad de México, sobre este proyecto donde deja un poco de lado la catalogación previa de música tradicional con música electrónica.
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Astro, lanzado desde AYA records, tiene una fuerte influencia del mundo del curanderismo y representa un viaje en su totalidad, donde Mateo nos lleva de la mano en este complejo trayecto y nos guía por temas muy duros y espirituales como el inframundo, ofreciendo una fuerte y madura introspección. El texto llevado a cabo por distintos timbres vocales es la vértebra del viaje que nos lleva de regreso a lo nuestro tras la decisión de enfrentarnos a nuestros males.
La temática de las letras presentan una sorprendente fuerza, hablando de este enfrentamiento con lo oscuro para regresar a uno mismo revinculados. En este álbum queda presente que la voz es el hilo conductor del disco: “La búsqueda justamente fue cómo poder revertir estas letras en una producción que no banalice la profundidad del trabajo lírico, pero al mismo tiempo que sea un vehículo muy liviano”, me cuenta Mateo.
Este trayecto comienza con “Umbral”, el momento inicial donde nos damos cuenta de que necesitamos ayuda y nos embarcamos en la curación: “Sonido de lo infinito, eterno de la creación, recoge en ti este canto, escucha esta oración”, dice su letra.
Tras este primer contacto con el disco, el mensaje continúa siguiendo un orden muy cuidado y dándose de forma completamente distinta en cada canción mediante músicas urbanas y latinas. “Creo que cuando salga el álbum va a haber un choque pero prefiero no tener unos parámetros externos sino más bien responder a necesidades internas artísticas reales,” dice Mateo.
Hacia mitad del disco, nos encontramos con “Último aliento”, uno de los temas con más impacto lírico del disco:
“Que mi espíritu se entregue, sea mi sangre quien riegue las tierra, que mi cuerpo se haga estrella,
que se haga la luz en la niebla”, canta Mateo. Ésta es una canción que Kingman escribió cuando su abuelo estaba muriendo y pudo conectar con este sentimiento de pérdida que es tan presente en el tema. “La letra corresponde al momento más fuerte del disco en el que el viajante, el personaje que se va a sus adentros se encuentra con la muerte y por ende con la luz y el regalo o el aprendizaje que se lleva para al volver a nacer poder vivir de una mejor manera”, cuenta Mateo quien, acompañado por Gustavo Santaolalla y con unos simples arpegios de guitarra, nos demuestra que realmente la intención de este disco partía de lo lírico.
Mateo Kingman se dirige a Europa en septiembre para presentar su trabajo y estará en distintas ciudades latinoamericanas el mes de octubre. Para Ecuador, tiene un proyecto bien grande en mente: presentar el disco en un teatro basándose en los lugares y espacios que cuenta cada canción. Escuchar este viaje que se nos ofrece a través de Astro no solamente jugando con luces y atmósferas, sino trasladándose visual y físicamente a él.
Después de un año de trabajo con este disco, Mateo ya tiene ganas de embarcarse en otro proyecto. “Ya estoy haciendo nueva música que quisiera ir sacando a finales de este año. Esta música es nuevamente un reinvención, no se parece en nada a este álbum, pero bueno, es un poco lo que tenía que pasar”, termina entre risas.
Escucha el álbum a continuación:
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