Desde su fachada, el estadio de Los Tomateros de Culiacán se eleva como un monstruo presuntuoso que costó 515 millones de pesos. Quien lo observe podría pensar que se trata de la sede de un equipo de grandes ligas. Pero no, estamos en el noroeste de México. Adentro, más de 20 mil aficionados −que pagaron entradas que iban desde los 2 mil hasta los 55 mil pesos− ven la final de la Serie del Caribe entre los Águilas de Mexicali y los Criollos de Caguas (Puerto Rico). Afuera del estadio, los que no lograron costear su entrada ven el juego a través de una pantalla gigante. Pero, ¿qué ocurre en el resto de la ciudad?
En ese momento, Culiacán vive momentos de miedo y paranoia después de una semana de intensa violencia que tuvo su punto más alarmante este martes 7 de febrero, con tiroteos y enfrentamientos entre grupos armados y militares en diferentes puntos de las ciudades de Culiacán y Navolato y en la sindicatura de Villa Juárez, dejando un saldo de 10 personas asesinadas en tan solo 13 horas.
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Desde el inicio de la administración del nuevo gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, político y empresario que le devolvió al PRI el gobierno del estado, el incremento de la violencia ha generado 34 asesinatos en tan sólo el mes de febrero.
Ante este clima de violencia, la competencia internacional de la Serie del Caribe se desarrolló en la capital sinaloense, recibiendo la visita de equipos, de aficionados y, sobre todo, de medios de comunicación de Cuba, Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela, así como de distintas partes de nuestro país.
A lo largo de siete días, los aficionados de este deporte presenciaron los juegos y fueron parte de actividades extra como tianguis, corredores gastronómicos y culturales y “callejoneadas” que terminaban en las zonas del paseo del Ángel y el puente Bimodal, con la compañía de las mujeres más guapas de la región, los “vatos” más escandalosos y la tradicional música de banda: lo que se conoce por acá como una tradicional “peda banquetera culichi”.
El representativo de México llegó a la final, pero los aficionados, sobre todo los locales, no se encontraban tan emocionados. Tras los combates del martes, mientras se llevaba a cabo el último juego, helicópteros sobrevolaban el estadio donde se encontraba presenciando el juego el gobernador, Quirino Ordaz Coppel, junto con otros políticos. Además, un fuerte dispositivo de seguridad resguardaba los alrededores de esta zona, en donde un joven había sido asesinado tras la victoria de México en el cuarto día de actividades de la Serie, a tan solo media cuadra del estadio.
Aunque varios medios locales habían publicado videos e información sobre los enfrentamientos, lo que desató el miedo entre los habitantes ese martes fue lo que se difundió por medio de WhatsApp y redes sociales: notas de voz alertaban de supuestos ataques de grupos armados que se estaban llevando a cabo y de otros que se estaban gestando por las principales avenidas de la ciudad, como la Zapata. Amigos y familiares hacían correr fotografías de cuerpos ensangrentados y advertían del peligro de salir a la calle esa noche. Se aconsejaba que, al finalizar el partido, los asistentes se retirasen a sus casas de inmediato saltándose la celebración de los días anteriores.
“Grupo, reportando una pinchi balacera tremenda, enfrente de con “el Misa”. Es un desmadre, yo voy pa’ con mis hijos y protegerlos y todo. Es una tracatera, que al parecer ya se calmó pero que duró 15 minutos”, (SIC) decía un audio con disparos de metralletas de fondo. Otros de los audios alertaban de grupos que se trasladarían a la ciudad para enfrentarse a otros, donde se podía escuchar sonido de radios y mensajes codificados.
Es importante cuestionarse la autenticidad de estas notas ya que, de lo contrario, podemos estar cayendo en la nueva estrategia de los grupos delincuenciales para infundir terror a través de la tecnología (muy capítulo de Black Mirror).
Sobre la actual problemática de este estado del noroeste, Javier Valdés Cárdenas, uno de los periodistas con más trayectoria en la investigación objetiva y crítica del tema del narcotráfico, compartió para VICE Sports que el hecho de que el gobierno de Quirino no informe sobre lo que está pasando en estos momentos desata el miedo y la confusión en la población, provocando un estado de psicosis, cierres de negocios y la paralización o afectación de la vida cotidiana.
Como investigador del tema, él intuye que lo que está sucediendo en estos momentos en Sinaloa se debe principalmente a que el inicio de la administración de Quirino trajo cambios en el gabinete de seguridad que lo alejaron del narco.
“El gobierno de Quirino tuvo mucho tiempo para planear la decapitación de todas las corporaciones policiacas, e hizo la sustitución por jefes militares; entonces, quitó parte de la red de complicidad que tenía el gobierno anterior con el crimen organizado, pero no hay un entendimiento, no hay comunicación, y eso impide que haya un control de la violencia, un acuerdo con el crimen organizado que permita que no esté pasando esto”, comenta.
El periodista espera que este nuevo gobierno tome de inmediato cartas en el asunto para que la violencia deje de incrementar.
“Yo creo que el gobierno de Quirino debe negociar con el narco para tratar de regresar al nivel cotidiano de violencia y acabar con esta violencia espantosa de casi 140 asesinatos en 40 días. Incluso puede que los narcos terminen negociando entre ellos y todo esto se calme, pero solo es un deseo, una posibilidad; no tengo todos los elementos para asegurar que esto vaya a pasar”, concluyó.
Tras el out que dio fin a los sueños de México de convertirse en campeón de la liga, los aficionados salieron de inmediato del estadio sin quedarse a ver los fuegos artificiales que marcaban la clausura de la competición. Los músicos de las bandas subieron a sus coches y solo uno que otro perdido intentaba seguir la borrachera. México había perdido por partida doble: en el baseball y, de nuevo, en el tema de la seguridad en nuestro país.