“Call me babe”, me dice Father John Misty por el teléfono. “B-A-B-E”, lo deletrea de la manera más condescendiente posible para que el periodista sin cara que lo llama desde Colombia lo entienda. Yo quedo congelado por unos segundos y busco encontrar en mi cabeza la razón para meterme en semejante trampa de entrevista.
Josh Tillman —el nombre legal detrás de Father John Misty— nació en Rockville, Maryland, en 1981 y se crio en un hogar cristiano evangélico desde muy pequeño. Al preguntarle por su infancia, Tillman hizo una breve pausa y dijo, “¿Sabes? Tienes que invitarme a comer o algo antes de hacerme preguntas de mi crianza católica; tendrías que invitarme a unos tragos antes de que hablemos de mi infancia”.
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Lo cierto es que Josh, el mayor de cuatro hermanos, fue criado en un ambiente completamente esterilizado de cualquier influencia secular, donde aprendió a tocar guitarra y batería. En entrevistas para otros medios, el cantante ha hablado de faltar al colegio por profecías del fin del mundo, y de no haber escuchado música ‘no-cristiana’ hasta los 17 años. Cuando el artista finalmente se separó de ese entorno, empezó su carrera musical como J. Tillman, proyecto con el que lanzó ocho producciones. Después de eso, se unió a la banda Fleet Foxes como baterista, pero terminó separándose en 2012 para dar comienzo a su más ambicioso y exitoso proyecto hasta la fecha, Father John Misty.
En el marco del lanzamiento de su tercer álbum, Pure Comedy (que salió hoy, 7 de abril), le pregunté cómo creía que reaccionaría el público a esta nueva entrega, graciosa —y trágica— como siempre, pretenciosa como siempre, pero con una mirada hacia el mundo exterior, algo radicalmente distinto a sus dos primeros discos confesionales Fear Fun y I Love You, Honeybear. “Creo que la gente va a quedar como ‘¡Dios mío!’. Hasta ahora no había conseguido una sola respuesta seria de él. “Van a estar extasiados… y algunos se van a aburrir mucho”.
Tal vez eso ultimo había sido el primer destello de honestidad en sus respuestas. Tal vez lo ha sido desde el comienzo. En su música se siente esa misma ambigüedad. La canción “The Night Josh Tillman Came to Our Apt.” es, acaso, una buena muestra de la complejidad de sus composiciones: el tema cuenta la historia de una chica con la que el músico sale, pero que en realidad detesta.
Musicalmente, la canción es sencilla, “accesible” como él dice, pero sobre todo, es bonita. Para una audiencia que no es originalmente angloparlante y no entiende de primerazo lo que la letra dice, la canción es una pieza de folk de guitarra acústica, tierna y dulce (primera capa). Luego, revisando la letra, uno se da cuenta que aunque Tillman inicia con las palabras “I Just love the kind of woman who can walk over a man” (algo así como, “amo al tipo de mujeres que pasan por encima de los hombres”), el cantante en realidad habla de lo que le irrita de su pareja, con la que, sin embargo, no se niega por un segundo a tener sexo; empieza a sentirse un hedor de misoginia y superioridad en la canción (segunda capa). Pero en un tercer nivel, está el contexto de lo que son las composiciones de Father John Misty, en las que se entiende que cuando se caga en alguien más, en realidad se caga en él mismo. No es misoginia, no es superioridad, es auto desprecio.
“Esta es mi voz honesta”, dice cuando le pregunto por la diferencia entre este proyecto y el que estaba bajo el nombre de J.Tillman. Para una pieza de The Guardian, sin embargo, dijo nunca haber dado una entrevista honesta. “¿Cómo abordas entonces estas situaciones?”, le pregunto. “No es que me la pase diciéndole mentiras a la gente, sino que es muy incómodo para mí ser entrevistado”. Todo empieza a tener sentido. “Es difícil ser 100% honesto. De alguna forma, uno intenta protegerse un poco. Es complicado ser honesto con la gente que uno conoce, entonces ni hablar de la que uno no conoce”, me dice minutos después de haberse referido a mí como un “periodista cualquiera de Colombia”.
Le hablo un poco de lo que me ha estado haciendo a lo largo de la entrevista: trolearme. Father John Misty, aparte de su carrera musical, ha sido el centro de grandes titulares por su sentido del humor, tan ácido como astuto. En 2015, el cantante Ryan Adams decidió versionar todo el álbum de Taylor Swift, 1989, como una oda a ese trabajo musical que tanto lo había conmovido. Tillman, en respuesta, decidió versionar las versiones de Ryan Adams de las canciones de Taylor Swift. Y eso no es todo, lo hizo al estilo de Velvet Underground. Ese es el tipo de humor de Misty, nadie está a salvo. Del mismo modo, antes del lanzamiento de Pure Comedy y después de una entrevista en la que desestima el pop de los grandes sellos discográficos, el cantautor decidió sacar un set de tres ‘canciones de pop genéricas’.
“La palabra ‘troll’ existe para quien la pronuncia. Yo no me levanto pensando en cómo voy a trolear a los medios. Simplemente tengo ideas chistosas, y las llevo a cabo. Por ejemplo, creo que las canciones de pop son muy bonitas, las escribí con toda la sinceridad del mundo. Pero entiendo que sean percibidas así. Mi obsesión principal es hacer música y escribir, pero las obsesiones de los medios son diferentes”. Cuando hablamos de ‘trolls’, según él, hablamos más de las obsesiones de los medios que de las suyas.
Poco a poco voy descifrando el código, viendo la luz a través de las grietas. Después de algunas respuestas más serias, aunque escuetas, le pregunto por sus letras, que son su principal preocupación al escribir música. “Mis mejores letras, son las más sencillas”, se sincera. “Y la razón por la que hago todas estas acrobacias y locuras [en las letras], es para que las frases más sencillas tengan la oportunidad de brillar. Es un asunto de contraste”. De repente entiendo que Father John Misty, que no se diferencia de Josh Tillman, vive a través de sus canciones. Él, como sus letras, se contorsiona en la entrevista y me la monta, para meter sigilosamente respuestas tan confesionales como estas.
Finalmente le pido que hablemos de Pure Comedy. El nuevo álbum habla de la broma cruel que es la vida, del mal chiste que está atravesando el mundo. Misty/Tillman/Babe se enfrenta en este disco a la religión, a la política, a la tecnología y al consumismo. No le da un respiro a ese ‘Dios del amor’, a la polarización política de Estados Unidos, y a la trivialización de la tecnología. Lo hace en serio, pero también lo hace, en parte, como una pataleta de un niño chiquito. Es obvio que sabemos del estado actual del mundo, que sabemos de Trump, los desastres naturales, la pornografía y el capitalismo salvaje. El artista no intenta advertirnos sobre sus peligros; por el contrario, quiere salvarnos un poco con la ligereza de la comedia, que es empatía, pero también quiere recordarnos lo poco especiales que somos y que es nuestra época: “creo que se trata de una verdad absoluta e intenté tranquilizar un poco a la gente. Todas las generaciones creen que están viviendo el fin de los tiempos”.
Sin embargo, eso no le quita lo absurdo a las situaciones que estamos viviendo, ¿y qué comedia más pura que el hecho que este álbum en particular, que critica tan fuertemente a esta realidad, saliera justo al mismo tiempo que los misiles de Estados Unidos a Siria?
There’s nothing to fear, there’s nothing to fear, there’s nothing to fear (¿?)