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Guía del estudiante

Hablamos con profesores universitarios que se pluriemplean para tener un sueldo digno

"En la universidad me pagan 550 euros".
Enrique Calvo/Reuters

El 50% de los profesores universitarios en España trabajan con sueldos que oscilan entre los 300 euros, en el caso de contratos parciales, y los 1.500 euros con jornada completa, según este estudio. Se estima que el 40 del total de profesores universitarios tienen contratos temporales, es decir, o bien son profesores asociados, o bien son ayudantes de doctores.

Los últimos datos oficiales por parte del gobierno son correspondientes al curso 2015-2016. Tampoco la CRUE, asociación de Universidades Españolas cuenta con cifras actualizadas. Es cada comunidad autónoma la que se encarga, mediante las distintas secretarías de universidades, de elaborar las estadísticas de cada región.

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El pasado mayo, el 80% de los profesores de la Universidad de Barcelona (UB) secundaron la huelga en la que se exigía al rectorado poner fin a la precariedad enquistada que, según dicen, les afecta. Hace ya tiempo que están en pie de guerra.

Los que se toman su situación laboral con más humor pusieron en marcha hace dos años la campaña “apadrina un asociado”, en la que se instaba a los alumnos a pagar un billete de metro a los profesores, o incluso a hacer un donativo para que se pudieran pagar el alquiler. También hay quienes han publicado varios vídeos en YouTube denunciando la situación.

Aunque en España el dinero destinado a Universidades depende de cada autonomía, se trata de un problema generalizado que ya se abordó en la última conferencia de rectores. Hablé con algunos de los más de 40.000 profesores españoles que se estima que se encuentran en esta misma situación para conocer su realidad de primera mano.

Jose Ginés, 42 años, profesor de criminología en la Universidad de Barcelona y director de seguridad

“Me gustaría tener una plaza fija como profesor en la Universidad. Llevo 5 años dando clases en la UB y tengo que compaginarlo con otro trabajo, el de director de seguridad en una empresa de alimentación. De hecho las clases sólo suponen el 20% de lo que es mi jornada.

Entré como profesor en la Universidad porque surgió la oportunidad tras la jubilación de uno de mis profesores, mientras estaba estudiando un doctorado y tenía muy buena relación con el profesor titular del departamento, así que entré para hacerle un favor. Además tenía buena relación con la universidad y cumplía los requisitos para dar clases. La verdad es que, como no se ofertan plazas, se aprovechan de gente que está haciendo la tesina. Ese es ll principal problema que hay en la universidad española: que aunque hay profesores que se jubilan, se cubren estas plazas con doctorandos a modo de becarios porque les sale más económico.

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Aunque tengo un buen puesto en el sector privado, mi idea sigue siendo conseguir una plaza algún día en la universidad. Pero veo que de momento no hay manera. Siguen jubilándose profesores que yo tenía y siguen sin ofertar plazas”.

Irene Yúfera, años, profesora de lenguas en la Universidad de Barcelona y formadora en empresas e instituciones

“Después de 25 años trabajando única y exclusivamente dando clases de estudios hispánicos para extranjeros en la UB, un día antes de que empezara el curso me comunicaron que no tendría ningún grupo más. En 2016 perdí el empleo con el que me ganaba la vida.

Ahora solo soy profesora adjunta. Doy una asignatura complementaria de tres horas a la semana durante tres meses, un total de 18 créditos.

En la universidad me pagan 550 euros. Obviamente el trabajo que hago en la Universidad no me da para vivir. Por ello me he reinventado como profesional y me dedico a impartir cursos en empresas y instituciones por lo que me he tenido que dar de alta como autónoma y tengo que pagar la cuota, que cuesta unos 300".

Carles Montero, 36 años,profesor de educación social en la Universidad de Barcelona y educador en un piso tutelado

“Imparto dos asignaturas del grado de Educación Social de la UB y soy coordinador de una parte del practicum. A parte de esto tengo dos trabajos más y hago un master.

Soy consultor online en otra universidad (la Universidad Oberta de Catalunya, que es a distancia) y me dedico a ello entre 7 y 10 horas a la semana. Complemento estos dos trabajos con el de educador en un piso tutelado con personas con discapacidad intelectual durante 28 horas a la semana los fines de semana.

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El sueldo que gano en la Universidad son unos 400 euros al mes y si junto el de los tres trabajos juntos no llega a los 1.400 euros mensuales. Al principio, cuando empecé como profesor en la Universidad hace dos años, cuando tenía 34, fue más complicado porque me pasaba muchas horas preparando clases y eso no se paga. Ahora ya lo tengo todo más por la mano.

Cabe decir que el máster que estoy cursando, sobre docencia universitaria, está financiado por la misma Universidad de Barcelona. No me siento mejor pagado por ello, porque la formación interna es básica para el desarrollo de los trabajadores, pero se agradece que sea subvencionado al cien por cien”.

Clara Masriera Esquerra, 39 años, profesora de la Facultad de Educación de la Universidad de Barcelona e investigadora de la Universidad Autónoma de Barcelona

“Cuando se me ofreció ser profesora en la Universidad, estaba trabajando en la administración pública local. La gente que se dedica a la formación universitaria sabe que es muy complicado compatibilizar un trabajo con el de ser profe asociado. Requiere de mucha flexibilidad por parte de tu trabajo fuera de la universidad y la situación genera mucho estrés. Ahora por suerte trabajo en dos universidades distintas —hago 37 horas y media en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y 12 horas en la UB— y tengo más flexibilidad, ya que lo que hago en una universidad retroalimenta a la otra y a la inversa.

La gente cree que ser profesor es solo impartir clases, pero el trabajo va mucho más allá. La docencia implica muchas horas de trabajo, evaluación continuada y prepararte bien y requiere de coordinación con tus compañeros.

Es surrealista que estemos formando a futuros profesores con casi un 80% del personal asociado, los departamentos están vacíos, no hay vida de equipo docente y si aún así tira delante la universidad es gracias al trabajo voluntario y a quemar mucho talento. ¿Qué sentido tiene? Las tasas para los estudiantes son cada vez más altas, hay más jubilaciones pero en cambio se nos dice que no hay recursos para estabilizar a la plantilla de profesores. Entonces, ¿dónde va a parar el incremento de tasas de los estudiantes?”.