Raquel posa con sus tres hijos.
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En un arrebato de violencia, tras su detención por parte de la Guardia Civil, el exmarido y padrastro de las agredidas fracturó el cristal del coche patrulla a cabezazos y patadas. De manera inmediata un juzgado dictó orden de alejamiento entre ellas y el maltratador.Tres años después a Raquel le retirarían la custodia de Yaiza y sus dos hijos menores alegando dificultades de ella, abandono del padre, incapacidad parental de controlar a la mayor, que ya tiene 18, y negligencia en la guarda que acarreó exposición de los pequeños a la violencia paterna."Me los quitaron por desamparo, dicen que la sentencia es firme y que no hay nada que hacer", cuenta ella. Las dificultades de Raquel eran económicas, y uno de los factores que justificaría el argumento de la exposición a la violencia era el hecho de que el divorcio no se hubiera consumado en el momento de la resolución.No fue su culpa, pues ella lo demandó el mismo día de la agresión, en marzo de 2010. ¿Qué falló, pues? Falló todo.Su situación económica la obligó a requerir los servicios de una abogada de oficio, que tardó tres meses en redactarle la demanda de separación. Cuando por fin la tuvo, ante el hecho de que Raquel huyera al País Vasco tras la agresión, y detrás de ella fuera su exmarido, el juez burgalés se declaró incompetente de resolverla. Trasladaron el caso a los juzgados de la localidad vasca de Barakaldo.Un juzgado de violencia de género prevé la posibilidad del divorcio como medida cautelar, pues tiene competencias civiles y penales. Pero estas maniobras provocaron que el caso de Raquel fuera por un derrotero autónomo. El juez que llevaba la demanda la tuvo un año encima de la mesa. Y el proceso se alargaría otros dos años, hasta 2014, a pesar de que el abogado de la superviviente presentó la sentencia condenatoria contra su marido en 2012.
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"El tema del doble maltrato a mi me lo han contado muchas veces. Yo, mujer maltratada, he ido a pedir ayuda, intervienen, y además me quitan a los hijos", asegura a VICE News Francisco Cárdenas, presidente de la Asociación para la Defensa del Menor (APRODEME)."Y nadie ha dicho que el niño esté en peligro o que haya algún problema con la madre, pero como hay un conflicto entre adultos, le retiran la custodia. Con lo cuál son mujeres doblemente maltratadas", añade Cárdenas.Las cosas han cambiado para Raquel. Hoy tiene trabajo, y hace tres años que vive con su nueva pareja, que también percibe ingresos. Además, ahora mismo se hace cargo de su padre, dependiente. Denuncia la paradoja de que la vean capaz de cuidar al abuelo de sus hijos pero no a ellos mismos.Sigue a Quique Badia en Twitter: @qbadiamasoniSigue a VICE News en español en Twitter: @VICENewsESMadre pobre, negocio redondo para los centros de menores privados en España. Leer más aquí.