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Cuatro preguntas sobre los tipos que se estaban haciendo unas rayas en un vuelo de Ryanair

¿Es real? Seguramente no. Pero, a pesar de eso, ¿el vídeo es bueno? Sí, sin duda.
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Estamos en 2018 y yo ya no me creo nada. Na-da. Antes creía en cosas, pero ya no. Miro vídeos de internet con el mismo cinismo que los ateos de YouTube expresan respecto a Dios. Antes podías tocar cosas, olerlas, verlas con tus propios ojos y creértelas. Ahora aparece un vídeo viral cada dos segundos y nunca sé cuál creerme.

Lo que vengo a decir con esto: ¿creo de verdad que esos tipos están preparándose unas rayas enormes de cocaína en pleno vuelo en un avión de Ryanair? No lo creo. Pero tampoco lo niego. Se ve cómo la coca (o el sucedáneo) deja ese residuo característico que deja la de verdad. El chaval de la derecha parece tener un verdadero subidón de adrenalina y su risita nerviosa cuando se acerca el tripulante de cabina no parece fingida. Además, no podemos olvidar que estamos hablando de Ryanair. Hay suficientes pruebas que sugieren que este vídeo es real. Pero por otro lado, es imposible que lo sea. ¿Veis lo que pasa cuando eres un cínico en 2018? Todo es confusión:

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Sigamos con la teoría de que el vídeo no es real pero podría serlo, aunque probablemente no lo sea, pero quizá sí. Partiendo de esa inestable base, me asaltan varias incógnitas:

¿TE IMAGINAS ESTAR SENTADO DETRÁS DE ELLOS?

El encanto de Ryanair radica en su capacidad para hacernos a todos iguales (el horror de Ryanair es todo lo demás). Como muchas otras compañías de bajo coste, Ryanair ofrece vuelos baratos a destinos soleados semicercanos, por lo que atrae gran cantidad de despedidas de solteros y de solteras, adolescentes dispuestos a pegarse sus primeras vacaciones sin padres y a tíos extremadamente mazados capaces de consumir una sorprendente cantidad de MDMA sin llegar a morir; pero también atrae a familias que se visten para coger un avión como si fueran a misa de domingo, o a discretas parejitas que llevan chaquetas vaqueras a conjunto y se pasan el vuelo leyendo; o a madres de mediana edad, más acostumbradas a volar en Iberia, y que no entienden por qué no pueden poner su maleta en el compartimento que está justo encima de su asiento y se pasan las 2 horas y 50 minutos de vuelo agobiadas con la paranoia de que alguien, a kilómetros de distancia desde el suelo, va a robarles el bolso, lleno de pañuelos de papel y bolígrafos. Una vez coincidí en un vuelo de Ryanair con un futbolista de la Premier League, es decir, un tipo cuya cuenta bancaria se encuentra en las antípodas de la mía, que está al descubierto, y sin embargo ahí estábamos los dos, volando a Ibiza con las rodillas pegadas al asiento de delante, juntos, como iguales.

Hay algo fascinante en esos rincones y espacios (cada vez menos frecuentes) en los que se equipara la sociedad: bares, sitios de comida rápida, vuelos de Ryanair… Ahí no existe la jerarquía de clases. Tu poder adquisitivo no significa absolutamente nada a 10.000 metros de altura. Tu formación, tu educación, tus privilegios, nada importa: sigues sin poder usar el teléfono, sin tener espacio para las piernas y sin poder ver una mísera película en una pantallita. Pero a mí me gusta imaginar que, detrás de esos chicos que están preparando unas rayas o haciendo lo que sea que están haciendo con tanto vigor y energía que sus chanzas acaban convirtiéndose en un agujero gravitacional en el avión, atrayendo cada mirada, detrás de ellos, digo, hay alguien que va a Marbella a ver a su abuelo y que está intentando concentrarse en la lectura de Eleanor Oliphant, arrebujada en su larguísimo pañuelo de lino.

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¿SE COMPORTA EL TRIPULANTE DE CABINA COMO UN MALEDUCADO?

Sí. Lo siento, pero las normas de etiqueta exigen que, de no ser que estés en rehabilitación, si te ofrecen una raya con tanta alegría, la aceptes. ¡Lo siento, pero son las reglas! Me da igual que el auxiliar estuviera ya sirviendo unos vodkas a algún otro pasajero en extremo estado de ebriedad (bien) e hiciera la vista gorda a la actividad potencialmente ilegal que se estaba desarrollando durante el vuelo (bien, también). Lo que me preocupa es la mala educación de la que hace alarde. ¡Métete esa raya, hombre!

¿EL VÍDEO ES FALSO? SUBPREGUNTA: ¿ESO IMPORTA?

Lo que me hace creer que es falso es el desprecio que siento a diario por las cosas de verdad. Lo que me hace creer que es real es todo lo demás. ¿Se pueden colar drogas por el control de seguridad de un aeropuerto? La verdad, sí: te hacen quitarte los zapatos y deshacerte de tu botellín de agua, pero nunca comprueban si llevas una bolsita de farlopa pegada entre el ano y los huevos. ¿Es posible preparar tres rayas enormes en pleno vuelo y metérselas sin que nadie diga nada? Nuevamente, sí: se trata de un vuelo de Ryanair, en el que ya de por sí hay mucho jaleo. Aquí las normas de la sociedad no se aplican.

Luego están esos pequeños indicios: el residuo del que hablaba antes, esa palpable emoción masculina de nerviosismo mal disimulado con atrevimiento, el secreto a voces que se desarrolla a la vista de todos. Si alguna vez te vas a meter unas rayas de coca en un avión, será en un jet privado o en un Ryanair. No hay término medio. Lo que hace creíble este vídeo es que todos hemos estado en un vuelo así, todos pensamos, para nuestros adentros, que si tuviéramos el valor para hacerlo, esos chicos podríamos ser nosotros.

HABLEMOS UN MOMENTO DE LA CALIDAD Y EL GROSOR DE ESAS RAYAS

Creo que el principal indicio de que esta esnifada aérea es real es la forma en que han cortado las rayas de lo que la prensa suele calificar como “un polvo blanco no identificado”. Y es que, francamente, esas rayas son horribles. Tienen el grosor y la longitud de un palito de pescado rebozado y la consistencia del cristal machacado mezclado con gravilla. Al ver esa monstruosidad me vienen a la mente recuerdos de las veces que he estado despierto a las tres de la madrugada cuando no debía, en la cocina de alguien a quien no conocía, bajo la inclemente luz de unos halógenos. Lo que esa raya está diciendo es “¿Te importa si fumo aquí dentro?” a un conductor de Uber. Esa raya se va a presentar en tu casa dentro de un par de semanas, preguntándote si te acuerdas de ella y si puede instalarse durante una temporada. Esa raya ha arrancado de cuajo un váter de la pared. Esa raya se acerca a ti en una fiesta, con los ojos muy abiertos, y te susurra una sola palabra al oído: “¡CORRE!”.

@joelgolby

Este artículo apareció originalmente en VICE UK.