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La pesadilla inmobiliaria

La pesadilla inmobiliaria del mes: vive en una peluquería por 48.000 €

Lavar, cortar y secar durante el resto de tu vida.
Pesadilla inmobiliaria
Todas las fotografías vía Idealista

'La pesadilla inmobiliaria del mes' es una sección en la que denunciamos los abusos más flagrantes y los pisos más sorprendentes del mercado inmobiliario en España. Si te has topado con algún palacio similar, escríbenos a esredaccion@vice.com.

¿Qué es?: Es uno de esos sitios donde vas de vez en cuando para que te corten el pelo o te lo tiñan, en fin, una peluquería. De hecho, era una peluquería —se supone que el negocio ha cesado su actividad—, porque ahora es un espacio de 35 m 2 al que tienes que llamar “hogar”.
¿Dónde está?: El piso se encuentra lejos del centro de Barcelona, en un conglomerado de pequeños barrios llamado Nou Barris que se encuentra en el noreste de la ciudad. Lejos de los barrios más gentrificados, esta zona, poco a poco, también está sufriendo el mismo devenir que el resto de la urbe: se está convirtiendo en una necrópolis de alquileres letales para los barceloneses.
¿Qué se puede hacer por ahí?: Muy cerca de la peluquería está el paseo de Fabra i Puig, una avenida decimonónica que alberga una gran cantidad de negocios locales —sobre todo tiendas de ropa de señora—, aunque cada vez haya más franquicias. Por esos lares hay buenos bares de pinchos y, justo en la calle del piso que reseñamos hoy, encontraréis el restaurante El Calamar Content (que significa “El Calamar Feliz”, no “Contenidos El Calamar”), muy querido por los aldeanos.
¿Cuánto cuesta?: Adquirir esta peluquería te va a costar 48.000 €, pero piensa que en el precio se incluye todo el mobiliario y un lavacabezas para, vaya, lavarte la cabeza.

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Vale, tengo unas cuantas preguntas en referencia a esta “vivienda”. La primera vendría a ser un enorme “¿Pero qué coño?” —algo que supongo que muchos de vosotros os estáis preguntando—. Queda claro que, por mucho que nos neguemos a aceptarlo, existe; sí, hay alguien ahí fuera —un ciudadano que ha hecho un trato con una agencia llamada MAXIM Inmobiliaria— que pretende que uno de nosotros —tú, yo o cualquier otra persona— viva en una jodida peluquería. Nunca había pensado que podrían existir personas que desearan que otras personas vivieran en un sitio donde se corta el pelo pero, joder, sí, esto sucede, y acaba de pasar en Barcelona. Hay un tipo que vende una peluquería como si fuera una vivienda.

Pero sigamos con las preguntas.

¿Dónde se supone que tienes que cocinar en este sitio?
En una de las descripciones que aparecen en la oferta de la vivienda se nos dice que el local dispone de “1 habitación, baño con ducha y cocina”, aun así, en otra descripción, la cocina se obvia. Observando las fotos vemos que, efectivamente, no hay ninguna cocina. Pero luego uno piensa que claro, en este mercado de alquileres nefastos, muchas “cocinas” han pasado a ser, simplemente, un pequeño aparato eléctrico conectado a la corriente. Una plancha, un hervidor eléctrico de agua o una hervidora de arroz pueden servir para alimentar a una persona durante años. Es que no hace falta mucho más, sobre todo teniendo en cuenta que uno siempre puede ir al súper y comprarse una pizza de esas Casa Tarradellas (pero de marca blanca, claro, las baratas) y COMÉRSELA CRUDA. Esto es lo que pretenden que hagamos los arrendadores de peluquerías fracasadas. En fin, ahora más que nunca, una cocina es un enchufe.

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¿Dónde se supone que tienes que dormir?
Dormir es de pobres, esto lo sabemos todos. Los emprendedores y las personas de éxito duermen solamente cuatro horas o menos, así que no hace falta tener una habitación dedicada a albergar una maldita cama, que es el símbolo de los vagos y los criminales. Túmbate un par de horitas —de 05:00 a 06:00— en el suelo, con la chaqueta puesta a modo de almohada, y ya está. “Eres una persona de éxito, eres una persona de éxito” te repites a ti mismo mientras intentas conciliar el sueño entre escalofríos causados por las gélidas baldosas del local.

Tema ducha, ¿qué?
Creo que se supone que estos dos tubos son la ducha. Por uno de los tubos sale agua caliente mientras que por el otro salen balas a gran velocidad con las que puedes pegarte un tiro en la cara cuando no puedas seguir aguantando el hecho de estar viviendo en una maldita peluquería. Pero bueno, no olvides que tienes un aparato dedicado enteramente a lavarte la cabeza, y con esto ya puedes ir tirando. Realmente no hace falta lavarse el cuerpo cada día, puedes hacerte una mítica ducha española y tirar un mes o más lavándote solo la cabeza y la cara —que es lo único que se ve y lo único que hay que cuidar— un par de veces por semana. Luego te mojas un poco los genitales —por si acaso ;) — y ya puedes salir a la calle tranquilamente a comerte el mundo.

¿Un mostrador en casa?
En el fondo siempre has querido un mostrador en casa, para poder recibir a las visitas como Dios manda, ataviado con un esmoquin, saludando educadamente y ofreciendo unos aperitivos colocados de forma atractiva encima del mostrador, sin bandejas, directamente sobre la superficie. Si haces esto lograrás que, de una vez por todas, tus familiares comenten entre ellos en voz baja que “efectivamente, el tipo se ha vuelto completamente loco”.

¿Qué clase de pensamientos te vendrán a la cabeza cuando, al llegar a casa, veas ese enorme cartel en la puerta que pone “PELUQUERÍA UNISEX” y, una vez dentro, veas el mostrador, los cristales y ese jodido lavacabezas?
Sin duda te golpeará una bandada de pensamientos deprimentes: “¿Debería haber estudiado otra cosa que no fuera Bellas Artes? Creo que me pasé demasiados fines de semana emborrachándome y no presté suficiente atención a ese colega que me decía, hace años, de comprar unos putos Bitcoins. No podré nunca invitar a mis padres a este maldito cuchitril, ya piensan que he fracasado por todo eso de que me pillara la Policía con una placa de hachís, pero esto de vivir en una peluquería es insuperable, de hecho creerán que he ocupado el local, ni se creerán que estoy pagando por esta mierda, cosa que quizás sea mejor. Las personas viven en el sitio que se merecen, mi valor existencial y humano se traduce en esta peluquería abandonada. Esto es lo que soy: el fracaso de un sueño”. Y todo de cosas así, cada vez que cruces la puerta pensarás que la culpa es solo tuya cuando, quizás, la culpa sea del individuo que pretende que vivas en una peluquería.