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Porno

En la televisión española ya no hay ese porno que recuerdas

¿Dónde ha ido el porno en televisión?.
Foto modificada vía el usuario de Flickr espensorvikCC BY 2.0

Bien, escúchame. Es sábado por la noche. Pero no es un sábado por la noche como todos los otros sábados por la noche. Esta vez te planteas un cambio, hacer algo distinto de lo habitual. En vez de acomodarte delante del ordenador para masturbarte con unos vídeos pornográficos en internet, decides encender el televisor y buscar sexo ahí. Hoy el onanismo corre a cargo de la TDT.

Te tumbas en el sofá, la hamaca o lo que sea que tengas delante de la tele y empiezas a ejecutar todos esos rituales previos a la masturbación que te proporcionan un desarrollo correcto, seguro y harmonioso de la actividad —que si coger dos cuadrados del papel de cocina, que si traerte un poco de crema lubricante, que si abrir la bolsa de 200 gramos de queso Emmental francés rallado que utilizas para “ir picando” mientras buscas material— y procedes a darte una vuelta por el casi infinito abanico de canales televisivos. Son casi las dos de la madrugada y la tele empieza a ofrecer su cara más oscura.

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Los canales de televisión más conocidos no disponen de contenido estrictamente sexual, pocas personas pueden alcanzar el orgasmo viendo el telediario o anuncios de Fairy. Es en las frecuencias más periféricas donde encontraremos el buen coltán, o eso dicen. Cadenas locales o canales con nombres raros como “TV NACIONAL 5” son los que abrazan contenidos nocturnos más interesantes. Ahí es donde tenemos que ir, avanzando con paso firme hacia el final del listado de canales.

Bien, llegados a estas alturas (estás ya como en el canal posicionado en el número 45), empiezas a ver canales de videntes, canales de videoclips de música estrictamente latina y canales supuestamente pornográficos, de esos en los que media pantalla está ocupada por "chats" que mantiene la peña vía SMS. Digo “supuestamente” porque es entonces cuando te das cuenta de algo. ¿Qué similitudes tienen todos esos canales sexuales que habitan en los suburbios de la TDT? No es el sexo, es, precisamente, la ausencia de sexo.


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Tengo retenidas en mi mente escenas pornográficas que vislumbré en televisión durante mi preadolescencia, adolescencia y posadolescencia, escenas en las que hombres y mujeres follaban en esos canales limítrofes de los que os hablo. Ahí había porno. Imágenes totalmente explícitas de genitales haciendo lo que los genitales tienen que hacer. Ahora, esto ya no existe.

Si navegas a través de la parrilla televisiva, te será muy difícil dar con una polla. En vez de esto los canales sexuales ofrecen versiones suavizadas de películas porno, ejercicios audiovisuales que obvian el coito, que rehuyen de él. O sea, el coito existe, pero nunca es filmado con concreción, nunca veremos aparatos reproductores chocando entre ellos o siendo frotados.

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Desde que se aprobó la Ley General Audiovisual en 2010, los navegantes más cachondos de las noches televisivas han visto menguada la oferta sexual. El porno explícito fue sustituido por una suerte de erotismo de Hacendado, un acercamiento pobre y fallido a la idea de lo erótico, pues se basaba —como se basa actualmente— en unos simples trucos de montaje y puesta en escena.

En fin, eran —y siguen siendo— películas porno en las que se rodaron unas escenas extra sin genitales, emulando la pornografía más explícita pero sin lo explícito, o sea, un producto que se queda en la más absoluta nada. Y puede que esto, incluso, sea su belleza, ya que este fallo existencial genera una ternura difícil de obviar.


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Coger este material e intentar masturbarse con él un sábado por la noche —un muy buen plan, ¿verdad?— es totalmente imposible. No por no ser nada explícito, sino porque el producto se percibe excesivamente amputado.

Las nuevas tecnologías se han cargado los viejos hábitos y esas incontables noches pasando canales en busca de material masturbatorio hasta las cinco de la madrugada han desaparecido.

La búsqueda y el esfuerzo que suponía buscar, encontrar y disfrutar pornografía en la tele ya no es algo que los usuarios encuentren necesario, sobre todo si tenemos en cuenta que el material es, encima, nefasto. El porno ahora se maneja en internet —donde uno puede tener cualquier cosa en cualquier momento— y, la TDT, ya hace tiempo que ha aceptado la derrota.

Es por esto que todos los productos audiovisuales eróticos que ahí encontramos parecen imágenes de otra época; imágenes que transmiten pesar, desgana y apatía. Podemos afirmar sin ningún tipo de duda que la muerte del porno ha sido televisada.