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Cultură

Así robé el dinero de un cajero automático

Alunizajes, teléfonos prepago y sentido del ritmo: un joven delincuente nos cuenta uno de sus robos más exitosos.

Los cajeros automáticos siempre han sido el punto débil de las entidades bancarias. Si bien las sucursales no suelen tener nada de efectivo, los cajeros están repletos de billetes, lo que supone un atractivo irresistible para los ladrones. Aunque no hay datos oficiales, en los medios van apareciendo de vez en cuando noticias de bandas de delincuentes dedicadas a reventar cajeros habitualmente mediante el uso de explosivos.

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Ante esta situación, los gobiernos y las entidades bancarias de toda Europa han recurrido a diversas medidas para mejorar la seguridad de los cajeros automáticos. En octubre de 2012 se emitió un decreto en Francia por el que se autorizaba a los técnicos que reparan los dispensadores a llevar armas mientras hacen su trabajo. Asimismo, cada vez son más los bancos que están implantando un sistema mediante el cual se libera un depósito de tinta que mancha todos los billetes del cajero cuando se produce un intento de abrirlo por la fuerza. Gracias a la adopción de estas medidas, actualmente los robos a cajeros son menos frecuentes en ese país.

Sin embargo, hace poco tuve la ocasión de conocer a Amine*, quien ha logrado atracar un cajero recientemente. Hoy, a punto de cumplir los 30, Amine tiene un buen contrato de trabajo, lo que no le frena para intentar obtener un dinero extra robando. Su discreción y profesionalidad a la hora de perpetrar el robo lo diferencian del resto de delincuentes y hasta ahora le han permitido burlar a la policía. Amine accedió a hablarnos de su trabajo no oficial.

VICE: Háblanos un poco de ti.
Amine: Imagino que acabé yendo por el mismo camino que muchos otros jóvenes delincuentes. En el instituto empecé a traficar con varias cosas: maría, motos de cross, scooters, coches, etc. Prácticamente me metía en cualquier cosa con la que pudiera ganar algo de dinero.

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Con lo que me sacaba ya no necesitaba pedir dinero a mis padres. No es que fuera rico, pero vivía bien y sin currar demasiado. Me iba de vacaciones a menudo y me podía permitir comprar el último equipamiento de fútbol que hubiera salido o ropa de marca para salir los fines de semana. A los 19 o 20 años, empecé a trabajar, pero no dejé lo otro. Además, el hecho de que nunca me hubieran pillado me animaba a seguir.

¿Cómo pasaste de los delitos menores a robar en cajeros automáticos?
Hice unos cuantos tratos con la gente adecuada. Nos hicimos amigos porque eran como yo: gente con recursos, seria y con ganas de ganar mucho dinero de la forma más rápida posible. Así formamos un grupo de seis o siete personas. Nuestra especialidad eran los atracos, aunque también robábamos en casas y secuestrábamos coches. Siempre planificábamos cuántos de nosotros participaríamos. Por ejemplo, si se trataba solo de entrar a robar en una casa, solo íbamos dos. Éramos una banda.

Nos ganamos cierta reputación y solo trabajábamos cuando teníamos planes definidos. Nunca dejábamos nada al azar. Teníamos informadores que nos comunicaban cuándo iba a producirse una entrega de dinero en mano en tal sitio o que había un comerciante que almacenaba la mercancía en su casa. Hacíamos una valoración rápida de las ventajas / inconvenientes y decidíamos si hacerlo o no. Muchas veces recibíamos información de familiares de las víctimas, en su mayoría esposas que habían descubierto que sus maridos les eran infieles. Era su forma de vengarse y, de paso, ganar dinero.

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Imagino que habrás hecho daño a mucha gente. ¿Alguna vez te paras a pensar en eso?
Tengo muy poca catadura moral. No soy ningún Robin Hood que se dedique a robar a las empresas. Yo robo tanto a empresas como a particulares, me da igual. Mejor que el dinero esté en mi bolsillo que en el de otro. Eso sí: nunca he matado a nadie. Si la gente coopera, no hago uso de la violencia, pero es cierto que si se resisten, puedo soltarles unos cuantos puñetazos o amenazarles con una pistola. Pero bueno, es parte del trabajo.

Respecto a si esto me causa algún trauma psicológico, la verdad es que no me quita el sueño. Nunca he conocido a mis víctimas y no pienso en cómo puedo afectarles.

Si no te importa, me gustaría que me contaras la vez que atracaste un cajero.
Un día, los chicos de mi grupo conocieron a un exatracador que sabía cómo hacerlo, porque no es tan fácil como llegar a un banco cualquiera y dar el golpe sin planificarlo. No quiero dar muchos detalles, pero en algunas zonas, las entregas se hacen mediante mensajeros. Aparcan en paralelo frente al cajero para evitar un atraco por alunizaje. En otros sitios, el agente que carga el dinero está solo, y esas son las oportunidades que buscamos. Nadie quiere que la cosa acabe en un baño de sangre por solo 40.000 euros por cabeza. Otra cosa que hay que tener en cuenta es si el banco utiliza un sistema para manchar los billetes con tinta. ¡Es muy frustrante ver que todos los billetes que te llevas están manchados!

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Cuando el operario empieza a cargar la máquina, hay que calcular muy bien el tiempo o todo se va a tomar viento. Tienes que esperar hasta que el tipo tenga consigo los billetes. Por cuestiones prácticas, el cajero tiene que estar en un sitio en el que puedas hacer un alunizaje, porque usamos el coche para romper la puerta por la que entra el que carga el dinero, junto al cajero. Hay varios criterios técnicos que deben tenerse en cuenta: que no haya aceras (pueden ralentizar la maniobra de marcha atrás) y que el hueco del cajero sea al menos tan ancho como el coche.

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¿Cómo os preparasteis para el atraco?
Fuimos mucho a correr para hacer un poco de cardio. Si las cosas salen mal, siempre tienes que estar preparado para salir corriendo. También ayuda a gestionar el estrés: cuando haces un trabajo así, el corazón te va muy rápido y has de saber mantener la calma. Mientras, empiezas a vigilar el cajero. Aparcas en una esquina tranquila y esperas durante horas a que llegue el operario. Así ves los distintos horarios y las rutas que hacen. Debes repetir esta operación todos los días durante varias semanas, para que el gran día no haya sorpresas.

Obviamente, tienes que evitar que te pille la gente del barrio. Nosotros nos organizamos así: dos personas se ponen cerca del cajero y otras dos en los extremos de la calle para asegurarse de que la policía no está vigilando, y todos estamos en contacto por teléfono. Para preservar el anonimato, usamos tarjetas de prepago. Encendemos los teléfonos solo cuando estamos en la zona, nunca cerca de nuestras casas. La policía usa mucho la triangulación para localizar la ubicación de una llamada.

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Luego tuvimos que elaborar el plan de escape, para el que hay que tener muchas cosas en cuenta. Teníamos que saber cuál era la distancia entre el cajero y la comisaría más cercana, para calcular el tiempo que tardaría la policía en llegar. También era importante conocer la ubicación de las cámaras de seguridad de la calle, porque la policía las usa mucho durante sus investigaciones. Así que teníamos que escoger un sitio en el que no hubiera cámaras para aparcar el coche.

¿Qué material os hizo falta?
Tres coches robados y una pistola, por si acaso. Encargamos a otras personas que nos consiguieran los coches. Ellos se encargan de robarlos y de desconectar todos los sistemas de GPS, que cada vez son más comunes en los coches de ahora. Les pedimos tres coches deportivos y un 4x4 para el alunizaje, todo por 9.000 euros. Podríamos haberlo hecho nosotros mismos, pero no teníamos mucho tiempo, porque estábamos pendientes de vigilar el cajero. Para las armas, usamos nuestra red habitual, a través de la cual conseguimos un arma por 1.500 euros.

Una vez finalizados los preparativos y conseguido el material, ¿qué queda por hacer?
Tres o cuatro horas antes del trabajo, nos reunimos para verificar que todo está en orden y que cada uno sabía lo que tenía que hacer. Luego, uno de nosotros se fue para dejar uno de los coches aparcados en el campo, el coche con el que volveríamos sanos y salvos a casa. Cuando ya estuvo todo preparado, nos reunimos en un garaje y nos repartimos en los dos coches. Yo iba en el 4x4 y mis otros tres compañeros, en un coche alemán.

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Nos dirigimos al cajero y aparcamos a cierta distancia de él. Esperamos a que llegara el operario. Me dio tiempo a rezar algunas oraciones antes de que apareciera. Puse el cronómetro y, cuando el tiempo se acabó, embestí con el coche la puerta del cajero, que cedió fácilmente. Mis compañeros vinieron enseguida con el otro coche. Dos de ellos entraron en la pequeña sala y, mientras uno de ellos mantenía a raya al operario, el otro hacía guardia en la puerta con la pistola en la mano. En cuestión de tres minutos, habían llenado el coche con billetes de distintos colores. Tuve el tiempo justo para incendiar el 4x4, eliminado así posibles huellas o rastros de ADN, y luego subimos todos al coche alemán. El que conducía estuvo pisando a fondo el acelerador hasta que llegamos al campo. Te puedo asegurar que da un miedo horrible ir a 120 km/h por calles estrechas y sin luces.

¿Qué pasó después?
Buscamos un sitio tranquilo para repartirnos el dinero y cada uno se va por su lado. Yo me pasé horas y horas contando mi dinero. La primera noche estaba tan nervioso que no podía ni dormir. En serio, ¡lo mejor que te puede pasar en la vida es tener la oportunidad de contar un buen fajo de billetes! Luego me tomé unas vacaciones en el extranjero, porque había estado trabajando siete días a la semana durante dos meses.

¿Por qué no te quedaste para las vacaciones?
Pues porque robar un banco y llevarte 145.000 euros no es moco de pavo. La policía va a poner todos los medios a su disposición para intentar encontrarte, por lo que lo mejor es pasar desapercibido. Solo deberían estar enterados los que participaron en el trabajo. La policía siempre está dispuesta a hacer la vista gorda con los camellos de poca monta a cambio de información útil, así que nunca estás a salvo. Claro que un chivatazo no les sirve para enchironarnos, pero les ayuda. Saben dónde buscar. Si todo ha ido como tenía que ir, luego ya no tienes nada de qué preocuparte, a no ser que los científicos nos atrapen con alguna de sus nuevas tácticas.

*Se han utilizado nombres ficticios.

Traducción por Mario Abad.