“Toda la vida luchando y al final te mueres”: los vecinos olvidados de Barcelona y el Mobile World Congress



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La Zona Franca es mi barrio. Hace bastantes años que ya no vivo allí pero es el único sitio de Barcelona en el que me siento a gusto; al resto de barrios de la ciudad o bien no los entiendo o bien son zonas totalmente gentrificadas o desnaturalizadas que no me dicen nada, llenas de coworkings y startups o peor aún, de fríos rascacielos impersonales llenos de oficinas.

Seguramente el nombre (que ni siquiera es el nombre real del barrio, se llama La Marina de Port) no le diga nada a nadie que no sea de Barcelona y para los de la ciudad, Zona Franca sea un sinónimo de crimen, drogadicción y marginalidad, una imagen del barrio que se extendió durante los años 80 y 90 y que a día de hoy sigue siendo un estigma. “¿Eres de la Zona Franca? Joder, ¿ese barrio es súper chungo, no?”, es la frase por excelencia, y aunque hasta hace no demasiado tiempo era una imagen bastante acertada, lo cierto es que ha tapado otras facetas aún más importantes del barrio. Porque si algo ha sido alguna vez Zona Franca es un barrio luchador: el barrio tuvo que luchar para conseguir los ambulatorios, los parques y otros espacios públicos, las escuelas y los transportes, nada que no haya pasado en otros barrios y ciudades de la periferia de cualquier gran ciudad, pero si hay algo que distingue a la Zona Franca a día de hoy es que sigue bastante aislada respecto al resto de Barcelona y los diferentes gobiernos municipales se han desentendido muy a menudo de los problemas que afectan a los vecinos.

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Por ejemplo, yo vivía en Estrellas Altas, unos patios horrendos, rodeados de edificios de más de 17 plantas y donde de pequeño no recuerdo haber visto nunca a ningún policía (excepto poco antes de mudarme, cuando hicieron una redada en uno de los pisos) ni tampoco recuerdo haber visto demasiado a los equipos de limpieza, a los que a veces substituía una mujer que a título personal salía a barrer como podía. Tampoco hay que pensar que estamos ante el sitio más chungo de la ciudad, claro (y menos ahora), y estas situaciones no son representativas de lo que pasaba en todo el barrio en conjunto, pero creo que indican bastante por donde iban los tiros.

A día de hoy, muchos de esos problemas se han solucionado y otros se han empequeñecido, principalmente por las acciones de los vecinos, pero sigue habiendo un problema principal que arrastra tras de si a otros: la pésima movilidad que existe desde el barrio hacia el resto de la ciudad por la falta de transporte público de calidad.

Los vecinos del barrio llevan pidiendo que el metro llegue a sus casas desde hace más de 40 años y ese metro lleva prometido otros tantos, pero la verdad es que han pasado las décadas y las promesas de los políticos se han seguido sin cumplir. En 1992, con todo el rollo de la “Barcelona Olímpica” y el Modelo de Barcelona, a los vecinos se les prometió que la Línea 2 (una de las más importantes de la ciudad que llega hasta el mismo centro) llegaría hasta el barrio, pero como el resto de promesas que habían hecho y siguieron haciendo, ahí se quedó, en el papel, que lo aguanta todo y no cobra por hacerlo. Además, con la última modificación de las líneas de autobuses, el barrio perdió la única línea que conectaba a casi todo el barrio con el centro de Barcelona y además vio reducido el servicio de otras dos de las líneas principales, que si aún así se pudieron mantener fue gracias a movilizaciones vecinales que duraron meses.

Toda la vida luchando y al final te mueres”

Desde hace un tiempo los vecinos de la Zona Franca han vuelto a manifestarse para reclamar lo que hace demasiado tiempo que debería ser una realidad: el metro en el barrio. La gota que ha colmado el vaso ha sido la apertura de la nueva línea de metro, la Línea 9, que conecta el aeropuerto de El Prat con la Feria de Congresos, un recinto que, entre otros, acoge cada año desde ya unos cuantos al Mobile World Congress, que genera cientos de millones de euros en la ciudad, mientras que la Línea 10 y la prometida extensión de la Línea 2 siguen paradas. ¿Se ve claro por donde van las intenciones del gobierno?

No es nada nuevo, Barcelona lleva siendo una ciudad que funciona por y para el dinero extranjero desde hace décadas, de hecho, el plan de convertirla en lo que es hoy en día ya fue ideado por la burguesía catalana a principios del siglo XX, desarrollado por el alcalde franquista Porcioles desde finales de los años 50 hasta 1973 y fue culminado por el proyecto del Partido Socialista que convirtió, según su propio eslogan, a Barcelona en “la botiga més gran del món” (la tienda más grande del mundo).

Para mucha gente de la Zona Franca el metro es una cuestión de orgullo y son muchas las personas mayores del barrio que esperan poder ver el metro en su barrio antes de morir.

Pero yo hace casi una década que vivo fuera, así que para ver como está la situación hoy en día, me puse en contacto con la Asamblea de La Marina, quienes organizan las manifestaciones. Ellos me invitaron a la movilización de ayer, donde antes de que empezase pude entrevistar a Xavi, uno de sus miembros, para hablar un poco de lo que estaba pasando.

VICE: Hace 40 años que se prometió que el metro llegaría a la Zona Franca pero, ¿cuanto tiempo ha pasado desde la última promesa del ayuntamiento? ¿Cual es el estado actual?

Xavi: El proyecto actual se prometió en el 2007, las obras empezaron en el 2009, pero con la llegada de la crisis, decidieron priorizar el metro de la línea 9, que conecta el aeropuerto con la ciudad y la Feria, antes que el nuestro. Desde la Asamblea nosotros lo que defendemos es que se ha priorizado ciudad-negocio por encima de un modelo de ciudad centrado en las personas y sus necesidades. Esto ha sido así desde hace 30 años y es el principal problema. Por eso desde el 2012 la Asamblea del barrio hemos convocado movilizaciones periódicas para luchar contra esto.

Con la entrada del nuevo gobierno municipal de Barcelona En Comú, ¿han cambiado las cosas? Hasta donde yo sé, ha sido el nuevo gobierno de la Generalitat quien ha querido reactivar el proyecto mientras que el ayuntamiento ha dicho que no hay dinero para tirarlo hacia delante.

Con el antiguo regidor, Jordi Martí, en la mesa de movilidad del barrio ya se había hablado de que el ayuntamiento adelantase dinero a la Generalitat para que reactivase las obras. Llegaron las elecciones y no se supo nada más. A las elecciones, Barcelona En Comú se presentó diciendo que si ganaban, financiarían una parte del nuevo metro, pero no a fondo perdido sino como una deuda. En la última reunión entre Colau y Puigdemont esto fue lo que se concretó y en teoría el proyecto debe ser aprobado en los próximos nueve meses. Las obras se preven que duren dos o tres años, como mínimo, para que abran las primeras paradas.

Ese proyecto aprobado, hace referencia solo a la Línea 10, ¿verdad? Lo digo porque hablando mal y pronto, es una línea que no sirve para nada, no conecta al barrio con el centro de la ciudad y para llegar a alguna de las líneas principales hace falta hacer transbordo en paradas que están realmente lejos…

Sí, no es una línea que nos conecte a nosotros con el centro de Barcelona, que es lo que nosotros buscamos. Pero nosotros cuando se hizo el proyecto de por donde pasaría la línea, no existíamos como organización, así que aunque yo puedo tener mi opinión, la Asamblea no se ha posicionado nunca sobre si es lo mejor o lo peor, simplemente lo que pedimos es que si está prometido algo, que lo cumplan.

En general, Barcelona siempre ha vivido de espaldas a la Zona Franca, ¿creéis que esto es una situación que se da por algún motivo concreto?

Si, es un barrio totalmente olvidado. Como asamblea no hemos teorizado sobre porque ha pasado esto, pero lo que tenemos claro es que todo lo que se ha conseguido en este barrio ha sido gracias a que los vecinos se han movilizado, se han quejado, han conseguido parques, transportes, etc., siempre ha sido un barrio luchador y hemos conseguido parar proyectos perjudiciales como la incineradora o la cárcel que querían poner (y que ahora quieren volver a traer al barrio).

Más o menos tenemos la misma edad y creo que hemos visto como durante los últimos 20 años se han ido solucionando algunos problemas y como el barrio en general se ha ido normalizando, pero aun así seguimos muy por detrás de otros barrios de Barcelona que tienen muchos más transportes, equipamientos públicos, etc.

El principal problema de la Zona Franca es que está encajonado detrás de Montjuïch y eso dificulta severamente la movilidad. Eso hace que el barrio se quede encerrado en sí mismo y eso hace que los problemas también se queden encerrados en el barrio. Creo que el día que se abra el metro y en general, se abran vías de comunicación que conecten realmente el barrio de forma fluida con el resto de la ciudad, esos problemas se diluirán y aunque habrá cosas que seguirán existiendo (todos los barrios al fin y al cabo tienen problemas) yo considero que eso normalizará mucho más la situación e integrará definitivamente al barrio en la ciudad y dará un salto de calidad.

¿Cómo es el seguimiento de las movilizaciones?

Pues va cambiando. En las que hicimos hace dos años la participación osciló entre las 400 y las 1000 personas, y eso que eran cada miércoles durante meses. A la última que hicimos para conseguir el metro vinieron 60 personas. El barrio es un barrio combativo, pero le cuesta mucho empezar a moverse, así que esperamos que poco a poco la gente se vaya animando porque cuanta más gente seamos, más fuerza tendremos.

El gobierno de Trías no se preocupo por el tema del transporte, pero a la vez intentó tirar hacia adelante el proyecto de un barrio de lujo debajo de la falda de Montjuïch, ¿os suena si este proyecto sigue adelante?

Creo que te refieres al proyecto del Prat Vermell. Si bien el anterior gobierno quería construir viviendas de lujo, el nuevo ayuntamiento lo ha substituido todo por vivienda social, así que no sigue adelante.

Y ya para acabar, ¿que esperáis del nuevo ayuntamiento? ¿Creéis que vuestras reivindicaciones se escucharán más que con los anteriores? En teoría su propuesta era la de acercar de nuevo la ciudad a los ciudadanos y apartarse de la ciudad-negocio que hemos tenido que aguantar durante décadas…

El gobierno que ha entrado en el distrito presento un programa electoral que recogía muchas de las propuestas que en general hicimos desde el barrio. Que las cumplan o no es su problema. Nuestro problema y nuestro deber es trabajar para obligarles a cumplirlo así que la Asamblea siempre vamos a pelear para todo lo prometido y todo lo necesario para el barrio se haga.

¿Algo que quieras añadir?

Que la gente se implique, que es como se consiguen las cosas, o al menos como históricamente las hemos conseguido en este barrio.

***

Después de hablar con él, seguí a los manifestantes. La verdad es que mi idea era quedarme el tiempo suficiente hasta que pudiese hacer algunas fotos con las que ilustrar esto y volver para casa (no me juzguéis muy duramente), pero conforme fue avanzando empezó a ser bastante obvio que aquello no iba a ser una movilización vecinal más.

La calle estaba llena de policías (Mossos d’Esquadra y Guardia Urbana), totalmente equipados como si aquello se tratase de una situación de violencia extrema. Como dijo una de las manifestantes “hay más maderos que gente quejándose”, y es que , (oh, inútil de mí), no había caído hasta ese momento que a poca distancia de allí, en la susodicha Feria, estaba teniendo lugar el MWC, y no solo eso, sino que Mark Zuckerberg estaba en ese momento dando una charla o una conferencia y el sitio estaba a petar de congresistas y fans del tipo que en una hora iba a salir de ahí en tromba hacia el recién estrenado metro de la Feria, un metro que sin que nadie lo supiese, la Asamblea de La Marina había decidido bloquear para demostrar que por muchos millones que el evento deje en la ciudad, a los barrios, y en especial a nuestro barrio, ese dinero no llega y que como dijo otra de las manifestantes “nos tenemos que pasar toda la vida luchando: luchando para tener un ambulatorio, luchando para tener una escuela, luchando para conseguir un piso, luchando para tener un metro; toda la vida luchando y al final te mueres” y la gente ya está cansada de luchar tanto.

Pero la policía no estaba para hostias. Por si alguien de fuera de Barcelona no lo sabe, durante el Mobile World Congress los trabajadores de TMB (la empresa municipal de transportes) se han declarado en huelga y lo último que necesitaba el ayuntamiento era a unos vecinos bloqueando una de las principales arterias de la ciudad que encima está justo al lado del congreso, así que enviaron a tres o cuatro lecheras a impedir que la manifestación llegase a la Gran Vía. Ahí se dieron los primeros momentos de tensión, aunque fueron entre los manifestantes, que estaban divididos en cuanto a la forma en la que encarar el bloqueo. Al final se decidió desconvocar la manifestación y convocarla cinco minutos después al otro lado de la barrera policial, como a título personal no nos podían frenar, pasamos, no sin que los Mossos intentasen bloquearlo de nuevo, lo que generó más tensión, pero ahora entre algunos manifestantes y la policía catalana, que intentó interponerse aunque al final para evitar más problemas, se rindió. Creo que le tenemos que dar las gracias al miedo que les ha metido Ada Colau por esto.

A partir de aquí la cosa fue como la seda: la manifestación entró en la Gran Vía y llegó al metro de la Fira. Por el camino algún ejemplo clarísimo de obrero neoliberal nos gritó sinvergüenzas. Prefiero no decir nada y que el hecho de insultar a gente como él simplemente por pedir un poco de dignidad hable por si solo.

Cuando llegamos a la nueva parada de metro comenzó la acción. Los manifestantes se dividieron en dos grupos, bloqueando las entradas. La consigna era “sin violencia”, y excepto por algún imbécil que consideraba que caminar cinco minutos en la dirección opuesta hasta la siguiente parada era un ataque contra su persona y un japonés que fingió haber sido empujado por un señor de 80 años, la acción fue totalmente pacífica.

Desgraciadamente, quedó claro que el ser humano actual es un ser lamentable que sería capaz de vender a sus padres si con eso pudiese medrar un poco, ahorrarse cinco minutos de su tiempo (un tiempo que de todas maneras iba a perder porque el metro estaba parado) o simplemente, vivir tranquila y alienadamente. A nadie parecía importarle quien era esa gente, que pedía, si era justo o no, o de que cojones iba todo aquello, de hecho, la mayoría pensaba que tenía algo que ver con la huelga de TMB. Está claro, no tenían la culpa, y menos los azafatos que llevaban más de 8 horas trabajando ahí por un sueldo de mierda, pero en fin, alguien tiene que pagar los platos rotos. Después de 10 minutos bloqueando las entradas del metro (que fueron suficientes para que apareciese TV3 a grabar la “situación de crisis” que se estaba viviendo), se recogieron las pancartas y la gente volvió a sus casas. No había sido demasiado larga, pero lo suficiente para volver locos a bastantes congresistas, molestar a los organizadores y a la policía y dejar claro que el problema existe.

Nadie pone en duda que los congresos, y en especial el MWC, son tremendamente positivas para la economía de la ciudad y los alrededores. Está claro que para los bares, restaurantes, transportes e incluso para los prostíbulos, estos días son su agosto particular y cargárselo o echarlo de la ciudad sería una soberana gilipollez, vivimos en un mundo capitalista y global y es lo que toca, pero al fin y al cabo, si buena parte de ese dinero acaba de una u otra forma en los bolsillos del ayuntamiento, que menos que se haga justicia y ese dinero revierta en sus ciudadanos, y no precisamente en los que siempre revierte y no les hace falta de nada.