Que se estrene una serie como Veneno en 2020 es importante. Un par de días antes del estreno de la serie basada en las memorias de Cristina Ortiz, La Veneno, Javier Calvo -uno de sus autores- respondía en Twitter a una usuaria que, acercándose la fecha de estreno de la serie y coincidiendo con la muerte de Carmen de Mairena, aprovechaba para criticar la necesidad de hacer una serie sobre La Veneno y poner en el foco de atención una figura como la de Cristina.
Ese tweet ya no está disponible, pero decía lo siguiente: “Atresmedia está anunciando a bombo y platillo una serie sobre la vida del travesti José Antonio Ortiz Rodríguez, ‘la Veneno’. Resulta que ahora se rinde homenaje a degenerados como ese, que no han hecho nada. Si nos ponemos con esas, ¿para cuándo una serie sobre Carmen de Mairena?”. Después de soltar esta perla, Calvo respondía dándole la vuelta a la tortilla, diciendo que precisamente por gente que hace ese tipo de comentarios es por lo que el estreno de ‘Veneno’ tenía que celebrarse por todo lo alto.
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La nueva serie de los Javis recrea la vida de una de las pioneras que lucharon por los derechos LGTB con los que hoy contamos todas y una de las más mediáticas. Y, sobre todo, representa a todas aquellas personas que sin saberlo lucharon por esos mismos derechos simplemente por el hecho de existir y negarse a que la sociedad las convirtiese en personas invisibles.
La mítica vedette de los 90 tuvo una vida llena de luces y sombras y es importante entender por qué se convirtió en una figura imprescindible a la hora de dar visibilidad al colectivo trans, cómo abrió el camino para que muchas otras personas pudiesen expresar quién eran libremente y cómo todo ese trayecto le acabó afectando a nivel personal.
La Veneno, mujer transexual que se convirtió en una figura icónica de la televisión de los años 90 tras ser “descubierta” -nunca me ha gustado esa palabra, como si antes de que te descubran no existieras- mientras ejercía la prostitución por Faela Sainz, una periodista del programa de Pepe Navarro, Esta noche cruzamos el Mississippi, con su personalidad extravagante, su incuestionable y desbordante belleza y su carácter desmedido, se convirtió en un icono de la televisión que arrasaba en los platós. Jugando con el tiempo y mezclando escenas de forma natural, la serie retrata también los años posteriores al auge de su fama, después de haber pasado por la cárcel y con un evidente cambio físico y psicológico.
Fue en esa época en la que conoció a Valeria Vegas, la escritora que se encargó de escribir sus memorias -en las que se basa la serie- y que también aparece representada por una estudiante de periodismo para quien Cristina Ortiz, la Veneno, se convirtió en un referente a la hora de construir su propia identidad de género.
Al inicio de la serie, nos advierten de que “como en todas las historias que provienen de la memoria, hay en ella algo de realidad y algo de ficción”. Yo iría más allá y diría además que la historia de la Veneno se cuenta desde tres puntos de vista diferentes que son clave: el punto de vista de la protagonista, el relato de Valeria y lo que se contó desde los medios de comunicación y, concretamente, desde la televisión. Tres puntos de vista que demuestran que una misma historia puede ser entendida de maneras diferentes cambiando solamente el foco desde el que se apunta.
Evidentemente, el foco principal de la serie es ella, la Veneno, pero debido a su muerte en el año 2016 bajo circunstancias que nunca se han aclarado, su relato lo cuentan sus seres queridos más allegados. Concretamente, Paca la Piraña, una de sus mejores amigas y una de las personas que siempre estuvo del lado de la vedette y cuidó de ella.
El personaje de Paca -interpretado por sí misma en la serie- es esencial para entender la profundidad de la Veneno. Nos habla de Cristina Ortiz, de quién era esa mujer cuando los focos no estaban encendidos, cuando la fama ya se había esfumado y cuando revelaba sus verdaderos miedos. De lo importante que era para ella tener el amor de su madre, algo que nunca fue capaz de conseguir y que para Cristina era más importante que el amor de sus fans o la atención mediática.
Esto a su vez entra en relación con el punto de vista de su biógrafa, Valeria Vegas, quien veía en la Veneno la libertad para vivir abiertamente como una mujer trans independientemente de la aceptación social, y como esto la influyó a la hora de vivir ella misma como mujer trans en un entorno represivo. Y es ahí donde está la gran fuerza de una figura como la de la Veneno, no solo para Valeria, sino para todo el mundo: se trata de un referente que les hizo cuestionarse su propia identidad de género, la persona que consiguió que fuesen valiente y empezarse a mostrar tal y como eran, en una época no tan lejana en la que era un tabú mucho más grande del que lo es hoy en día. Algo de lo que no se hablaba y que, por lo tanto, no existía.
Pero vaya si existía, y ahí es donde entra la última pieza clave en esta historia: los medios de comunicación. Los Javis, que con su sello autoral ya nos tienen acostumbrados a recrear ese sentimiento de nostalgia televisiva, no desaprovechan esta ocasión para ambientar la serie dentro de los platós de televisión de aquella época.
¿Qué papel juegan los medios de comunicación en la sociedad, qué nos enseñan y cómo influyen sobre nuestro pensamiento? En Veneno se abre el debate sobre la importancia de los medios de comunicación en la vida de la vedette y en la de Valeria Vegas. Para esta última fueron sin duda imprescindibles puesto que gracias a ellos conoció a su referente. En el caso de Cristina Ortiz la reflexión es más complicada.
Es delicado porque mucha gente puede pensar -y piensa- que la televisión se aprovechó de la Veneno para ofrecer divertimento a sus espectadores. Y es cierto, en aquella época se utilizó a la Veneno como carne de cañón para aumentar las audiencias y conseguir que la gente se enganchara a la pequeña pantalla. Pero fue la televisión también el medio que, a través de la exposición de Cristina Ortiz, empezó a dar visibilidad al colectivo trans. Fue el equipo de profesionales que trabaja en ese medio el que enfrentó cara a cara a los espectadores y sus prejuicios y les obligó a cuestionarse a sí mismos y aquello en lo que creían.
La televisión está ubicada en esa delgada línea que separa lo que la sociedad considera como moral o inmoral. Nos guste más o menos, cumple su función a rajatabla y juega con ello, y lo ha hecho siempre. No hay más que vernos ahora: una época en la que estamos confinados por culpa del coronavirus y los medios y su valía están siendo, una vez más, cuestionados.
Así que sí, la televisión fue una pieza fundamental para entender la historia de ‘La Veneno’, no porque la “descubriera”, sino porque aunque después, pasados los años y pasada la fama -tan efímera- de la Veneno se convirtiera en otro de los ‘juguetes rotos’ de los medios, fue la televisión lo que la presentó al mainstream de la sociedad española y no solo eso, la hizo entrar de forma habitual en sus hogares, normalizando, al menos en el imaginario colectivo, lo que hasta entonces había estado en los márgenes.
Estoy seguro que con Veneno aprenderemos más sobre la vida de Cristina Ortiz. Pero aprenderemos también sobre Valeria Vegas, sobre Paca la Piraña y sobre todas las mujeres transexuales que hace menos de 30 años vivían discriminadas y en clandestinidad, apartadas por la sociedad y defendiéndose con uñas y dientes. Porque cuando no tienes a nadie ni nada que te defienda en la vida, es la única manera que hay de defenderse.
Con esta serie se ha rendido homenaje a un icono de la cultura LGTB. Y ya era hora de que alguien lo hiciera. Así que sí, el estreno de una serie sobre la vida de Cristina Ortiz, más conocida como la Veneno, es importante.
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