Cientos de personas han visto a Kamee* tener un orgasmo. La han visto acostada boca abajo, mirar directamente hacia la cámara mientras acaricia su clítoris y sus labios rojos forman una gran O. La han escuchado jadear y gemir mientras alcanza el clímax y aprieta fuertemente sus grandes ojos de color café.
Durante algunos momentos abre los ojos y mira a la cámara con una sonrisa en la boca y es fácil olvidar quién está mirando a quién.
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“No sólo quería que la gente me viera tener un orgasmo”, me dijo Kamee. “Lo hice porque quiero apoyar un proyecto que es un espacio seguro para las personas que normalmente no se grabarían haciendo algo así”.
El proyecto es Beautiful Agony —también conocido como “Facettes de La Petite Mort” o “Caras de la pequeña muerte”. Es una web erótica australiana que todos los días publica videos de gente masturbándose hasta llegar al orgasmo. La diferencia con otros videos es que estos sólo muestran a las personas de los hombros hacia arriba, por lo que sólo ves sus rostros.
La belleza del proyecto está en ver a una gran variedad de personas, en distintos momentos de sus vidas, perder el control de la mejor manera posible
Los videos son como una versión webcam del corto experimental de Andy Warhol, Blow Job. Cualquier persona, desde una actriz porno hasta un abuelo de 95 años, puede publicar su video. El nombre “Beautiful Agony” o “Hermosa agonía”, describe la tensión casi dolorosa que se siente justo antes del orgasmo, seguido de un estado casi zen. La belleza del proyecto está en ver a una gran variedad de personas, en distintos momentos de sus vidas, perder el control de la mejor manera posible.
Kamee es una productora canadiense de cine y teatro, y descubrió Beautiful Agony en 2012 gracias a un compañero de clases y de inmediato quiso ser parte del proyecto. Grabó su primer video mientras estudiaba en Suiza, con los Alpes y el sonido de los pájaros de fondo.
“Estaba extremadamente tranquilo y sólo recuerdo haber pensado, Espero que nadie me mire mientras grabo esto…”, dice riendo.
Creado por Richard Lawrence y Lauren Olney en 2004, Beautiful Agony no ha cambiado mucho hasta la fecha, todavía tiene un look como de Windows 90. La única diferencia es la gran lista de suscriptores mensuales que Lawrence y Olney han reunido con los años. Paga unos $8 dólares [146 pesos] al mes y tendrás acceso a cientos de grabaciones de personas masturbándose hasta llegar al orgasmo.
En una charla por Skype, Lawrence me dijo que crearon el sitio porque se sentían frustrados por el porno “normal”. “Si la industria para adultos fuera un automóvil, ¿qué tipo de coche sería? Nosotros pensamos que sería un pedazo de basura carísimo que fallaría después de recorrer tres kilómetros”.
Así que Lawrence y Olney tomaron cartas en el asunto.
La audiencia en general es global y el sitio actualmente cuenta ya con miles de participantes
“Los dos decidimos intentar con algo distinto”, dice Lawrence. “Creo que nos daba un poco de vergüenza grabarnos a nosotros mismos, así que mejor le prestamos un par de cámaras a algunos amigos de mente abierta y lo hicieron”.
No pasó mucho tiempo para que más personas publicaran sus videos. La audiencia en general es global y el sitio actualmente cuenta ya con miles de participantes.
Junto a proyectos como Hysterical Literature (videos de mujeres leyendo literatura mientras son estimuladas por debajo de la mesa) y MakeLoveNotPorn.TV (un sitio donde personas normales publican sus videos sexuales a cambio de un alquiler en línea), Beautiful Agony es uno de los proyectos que está cambiando la industria para adultos y la aleja de la mirada masculina, volviéndola más unisex.
“Beautiful Agony encaja perfectamente en la evolución que ha estado sucediendo desde los últimos 10 años con el movimiento porno feminista a nivel internacional”, dice Mireille Miller-Young, una profesora de estudios feministas de la Universidad de Santa Barbara en California. “Su crítica implícita está en que la pornografía no necesariamente tiene que ser tan gráfica para satisfacer al espectador”.
Para seguir con su misión en el erotismo, los fundadores de Beautiful Agony decidieron que el sitio necesitaba más que sólo videos de gente masturbándose. Quieren que haya historias detrás de cada orgasmo.
“Nos dimos cuenta de que nos gustaría saber más sobre la gente que vemos en estos videos, así que entrevistamos a algunas personas”, dice Lawrence. “Los hombres y mujeres con los que hablamos hablan abiertamente de su vida sexual frente a la cámara, lo que está muy chido”.
Beautiful Agony es uno de los proyectos que está cambiando la industria para adultos y la aleja de la mirada masculina, volviéndola más unisex
Miller-Young encuentra estas confesiones de suma importancia.
“Nos muestran el lado humano de estos actores, aunque ellos mismos no se consideren actores, sólo son personas normales”.
En su confesión, Kamee recuerda una de sus primeras experiencias con la masturbación.
“Tenía un oso de peluche gigante color rosa, era enorme, de esos que dan como premios en las ferias. Alguien lo ganó para mí en un carnaval o algo, era más grande que yo a esa edad. No sabía lo que hacía, era una niña, pero me subía en él y me frotaba. Ése fue mi primer encuentro con la masturbación”, dice Kamee. “Lo hacía todos los días, era algo así como un ritual”.
Eventualmente, su madre regaló o tiró el oso. A pesar de que pasó hace muchos años, Kamee asegura que es uno de los momentos más memorables de su vida.
“Eso fue muy traumático para mí, o sea, perdí mi primer juguete sexual”, me dijo Kamee mientras se reía. “Los niños son hedonistas, si algo les gusta, lo hacen, fin de la historia”.
Mientras muchos adultos abandonan ese lado hedonista y conocen la indecencia y la gratificación sexual a puerta cerrada, otros deciden luchar contra ello.
En lugar de masturbarse sólo por placer, estas personas lo hacen y después lo comparten con otros con la esperanza de crear una especie de efecto dominó orgásmico que se multiplique al doble o al triple. Y eso es exactamente lo que hizo Kamee. Tomó un momento vulnerable, completamente libre de inhibiciones, y lo compartió con cientos de personas. Todo lo que tuvo que hacer fue apretar el botón de “grabar”.
*Kamee pidió que no reveláramos sus apellidos.
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