Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
Para agregarle otra mala noticia a tu día, lamentamos informarte que el Insectario de Filadelfia y el Pabellón de las Mariposas, un museo que alberga lagartos, insectos y escorpiones raros, fue saqueado el mes pasado. En total se robaron aproximadamente 7,000 insectos, arañas, escorpiones, milpiés, ranas y serpientes. Nadie sabe dónde están.
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Según el dueño del museo, John Cambridge, el “robo masivo de insectos vivos” le costó al museo casi el 80 por ciento de su población de insectos, una asombrosa suma de 40,000 dólares, informa CNN. Cambridge dice que las imágenes de seguridad del atraco captaron a un par de empleados que se retiraban del trabajo. Supuestamente lograron sacar fuera del muse contenedores de milpiés, cucarachas y tarántulas en el transcurso de unos pocos días, empaquetándolos en un automóvil estacionado afuera. Antes de salir corriendo, los ladrones dejaron un mensaje extraño, apuñalando dos uniformes de Insectarium en la pared con cuchillos de cocina.
Entre los miles de insectos sacados directamente de tus pesadillas, los ladrones presuntamente robaron un montón de cucarachas verrugosas, que se ven tan horribles como suenan; algunos insectos asesinos de manchas rojas venenosas, depredadores con una mordedura extremadamente dolorosa que parece que se arrastraron directamente de la boca del Infierno; y una araña de arena de seis ojos, un monstruo flaco que se camuflajea fácilmente y cuyo veneno literalmente puede matarte.
Cambridge le dijo a CNN que sabe exactamente quién llevó a cabo el atraco —los empleados que nunca se presentaron a trabajar después del robo— y los policías supuestamente ya los han contactado. Ya buscaron en sus casas, pero siguen sin encontrar a todos los insectos: solo han logrado recuperar una docena, lo que significa que miles de arañas, escorpiones e insectos podrían estar literalmente en cualquier lugar en este momento.
“Son extremadamente fáciles de esconder”, le dijo Cambridge al New York Times. “Queremos asegurarnos de que estas criaturas sean tratadas con respeto”.
Es imposible saber dónde podrían estar: tal vez revoloteando en el garaje de algún activista de insectos rebeldes. Tal vez están sueltos en el transporte público de Filadelfia. O tal vez alguien los tiene escondidos para después armar una colección.
No está claro por qué alguien en su sano juicio querría someterse a la captura de miles de estas bestias vivientes, pero Cambridge le dijo a CNN que cree que los sospechosos probablemente están tratando de venderlos. Quién sabe: tal vez los ladrones sólo son coleccionistas de insectos y quieren darles a sus amiguitos un mejor hogar. O tal vez, Dios no lo quiera, pretendan liberarlos.
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